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Gorillaz en la CDMX, un gran ‘adiós’ que podría durar 10 años

El líder de la banda británica expresó su amor por nuestro país en más de una ocasión durante el cierre mundial de su gira The Now Now

Muchos de los presentes en el Palacio de los Deportes durante el cierre de la gira The Now Now de Gorillaz quizá no sabían que posiblemente estaban viendo su último concierto en al menos 10 años.

«Observen todo esto, porque pasará mucho tiempo para que lo vuelvan a ver», fue la frase con la que el líder de la banda, Damon Albarn, avivó lo que desde hace días venían temiendo muchos de sus fans.

Y es que a principios de octubre Albarn dijo al Toronto Sun que su regreso a los escenarios podría ser hasta septiembre de 2028, esto al ser cuestionado sobre los largos tiempos de espera entre sus discos.

Recordemos que para que Demon Days viera la luz en 2005 pasaron cuatro años desde su primer disco homónimo, y después pasaron cinco años para que en 2010 sacaran Plastic Beach y The Fall.

Tras siete años aparecieron nuevamente con Humanz e inmediatamente en 2018 con The Now Now, por lo que se augura, sobretodo tras lo dicho por Albarn, que para escuchar un nuevo material de la banda pasará otro periodo largo.

Tres horas de baile

México es para Damon Albarn un lugar muy especial, de eso no queda la menor duda, pues no solo se empeña en conocer las calles de la Ciudad de México y fotografiarse con sus fans cada vez que está de visita, sino que eligió a nuestro país como la sede de su última gira.

 

Claro que los admiradores de Gorillaz esperaban grandes sorpresas como escuchar «On Melancholy Hill» acompañado de Mariachi o algún dueto inesperado, pero la verdad es que su show fue bastante similar a los que hizo en conciertos pasados de The Now Now.

Jupiter & Okwess fue la banda que llegó de El Congo a abrir el concierto a las 20:30 horas aproximadamente con ritmos tradicionales africanos y letras contestatarias, que darían pie a las tres horas de baile que les esperaban a los presentes.

Pasadas las 21:00 horas Gorillaz desató la euforia con «M1 A1» y su clásico «Hello!  Is anyone there?», seguida por «Tranz» de su último disco y «Last Living Souls», una de las más coreadas de la noche.

Y así el setlist siguió sin grandes cambios de lo que venían haciendo en sus pasadas presentaciones, excepto que en el Palacio de los Deportes decidieron tocar «Magic City» y no «Kansas» de The Now Now.

Del nuevo disco además interpretaron «Humility», «Fire Flies», «Souk Eye», «Lake Zurich» y «Hollywood»; y entre sus fieles colaboradores estuvieron De La Soul con «Superfast Jellyfish» y «Feel Good Inc»., Peven Everett con «Strobelite», Jaime Principle con «Hollywood», Bottie Brown en «Dirty Harry» y Michelle Ndegwa en «Kids With Guns».

Reverencias, abrazos y pies cansados

Fue durante su interpretación de «Magic City» que Albarn recibió del público una bandera de México que no sólo tomó con cariño, sino que además usó como capa para dar una gran reverencia a sus fanáticos presentes.

Y a cada oportunidad que pudo se acercó al público para agradecer la energía que se transmitía en todo el Palacio de los Deportes, ya sea con una sonrisa, un beso, señalando o reverenciando, gestos que a gritos sus fan también agradecían.

Uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando los integrantes de De La Soul, que han acompañado a la banda desde Demon Days, cargaron a Albarn en un gran abrazo en el que no pudo disimular el sentimiento.

 

Con el mismo cariño se repartieron los abrazos con Peven Everett, Jaime Principle, Bottie Brown y Michelle Ndegwa, casi como añorando desde esa noche el día en que vuelvan a compartir un escenario.

Jamie Hewlett también tuvo una breve aparición en la que solo abrazó al compañero con quien hace 20 años fundó una de las bandas más revolucionarias en la historia de la música, y salió de forma silenciosa para que el show continuara.

Cuando el final de la noche llegó, musicalizado por «Don’t Get Lost In Heaven» y «Demon Days», un último abrazo colectivo fusionó al Damon Albarn con sus músicos, sus coristas, con sus colaboradores y de alguna forma con todo su público cuando finalmente se dijo el «adiós».

 

Y al encenderse las luces todo era felicidad en los rostros de quienes con los pies cansados de tanto bailar y brincar salieron lentamente del recinto que afortunadamente albergó el último concierto de Gorillaz.

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