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En los años 90, el diseñador Tom Ford, quien revivió a la casa Gucci, lanzó un anuncio provocador: Un perfume cubría el pubis de una mujer desnuda. Ese anuncio, que no se había visto antes en el mundo de la moda, provocó revuelo y grandes casas, como Louis Vuitton y Lanvin, decidieron ir un paso más allá e hipersexualizar a sus modelos para vender sus productos de lujo.
La tendencia pasó a ser conocida como “porn chic” y editoriales y comerciales se vieron repletos de modelos que pasaron a ser literalmente violadas, abusadas y hasta despedazadas de forma artística.
Fotógrafos como Terry Richardson fueron pioneros del proceso, pero pronto se alzaron las voces que se oponían a este tipo de publicidad y que acusaban a las marcas de abusar de las mujeres. Sin ir más lejos, en España, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales denunció la publicidad de Dolce & Gabbana por incitar a la violencia sexista.
Hoy la tendencia sigue latente (incluso hay un juego que invita a descubrir si las imágenes pertenecen al porno o a la publicidad de moda). Pero la polémica se centra en los anuncios “hipster” y sexistas que la prensa anglosajona ha criticado en campañas como la de la marca francesa Eden Park, donde se ve a jovencitas complacientes, haciendo oficios de amas de casa. Alissa Quart, quien inventó el término, cuestionó en el New York Magazine que a pesar de todo lo que se ha avanzado en publicidad, se sigue ofendiendo a la mujer.
En esto parece coincidir la historiadora de moda Valerie Steele, quien le dijo a PUBLIMETRO el año pasado que aunque las imágenes siguen siendo sexistas, esto no es cosa de hoy. “Las imágenes de moda eran más sexualizadas en los setenta y ochenta. Paradójicamente, con la publicidad de hoy en día, somos más escépticos que nunca ante la liberación de la mujer“, afirmó.