Estilo de vida

Tarántulas mexicanas recuperan su valor ecológico; libran la muerte

De acuerdo a investigadores, las tarántulas realmente ayudan a la ecología y son pieza fundamental en la cadena alimenticia

Durante años, los habitantes del municipio mexicano de Coyuca de Benítez mataban a las tarántulas por considerarlas peligrosas o las comercializaban, pero esta situación está cambiando gracias a un centro de conservación que intenta concienciar sobre el valor ecológico de la especie.

La Unidad de Manejo Ambiental Aracneé, ubicada en el sureño estado de Guerrero a poca distancia del turístico balneario de Acapulco, posee la colección de tarántulas vivas más grande del mundo, entre ellas la tarántula mexicana de rodillas rojas (Brachypelma smithi), originaria de la zona y bautizada con ese nombre por las franjas rojizas que presentan sus patas.

Sin embargo, la instalación, creada en 2014, no solo nació para exhibir la diversidad de estas exóticas criaturas, sino también para que los visitantes «aprender a conocerlas, a cuidarlas y a amarlas», afirma en una entrevista con Efe Juan Sánchez Hinojosa, propietario de Aracneé.

La tarántula mexicana «sufrió saqueos, las mataban, y la gente no sabe que es una especie completamente inofensiva», asegura Sánchez.

Además, de acuerdo con estudios realizados, se calcula que entre la década de los ochenta y de los noventa, antes de que entraran en vigor las normas oficiales que protegen la especie, del municipio se extrajeron ilegalmente más de 200.000 tarántulas mexicanas, lo que supuso un duro golpe medioambiental.

Y es que estos arácnidos «realmente ayudan a la ecología y son pieza fundamental en la cadena alimenticia», porque son los que se encargan de «regular todas las poblaciones de insectos», resalta Sánchez, quien recuerda que, por ejemplo, hace medio siglo las tarántulas se soltaban en los sembradíos de Coyuca para luchar contra las plagas.

«Mataban todas las plagas (de insectos) que llegaban a los sembradíos, y luego entre ellas se mataban y quedaba una tarántula; no había plaga de tarántulas posteriormente», relata.

 

La colección de Aracneé abarca 379 tarántulas exhibidas, entre ellas la Goliat de Burgundy, originaria de Guyana y la más grande conocida, o la tarántula enana de Bolivia, la más pequeña del mundo, con un tamaño de solo cinco centímetros.

En total, son 47 especies distintas de tarántulas originarias de todos los rincones del planeta.

Como atractivos para los visitantes, especialmente para los más pequeños, la unidad ofrece la posibilidad de ver cómo mudan las tarántulas, tocarlas o conocer más sobre su ciclo de vida con una película que se proyecta en 4D.

Los niños también pueden ver cómo funciona una granja de cucarachas y alimentar con ellas a las tarántulas. Aunque, bromea Sánchez, estas solo se comen las cucarachas que les lanzan al terrario «si las agarras de buenas».

En el marco de su proyecto de educación ambiental, Aracneé comenzará este año la construcción del Centro Nacional de Conservación y Producción de la Tarántula Mexicana.

El objetivo es reproducir las 13 especies de Brachypelma que existen en México para ir sacándolas poco a poco a la naturaleza y que de esta forma en 2020 se pueda llegar a la cifra de aproximadamente 100.000 tarántulas liberadas en todo el país.

A diferencia de las arañas, las tarántulas no son peligrosas y «no hacen absolutamente nada», reitera Sánchez, para quien, además, estos animales son la mascota ideal: «No te da problemas, no la tienes que sacar a pasear. Se le da de comer por lo menos una vez a la semana, aunque ellas pueden estar hasta un mes sin comer».

«Es una mascota que, aparte de ser fabulosa, es de pocos cuidados», concluye el propietario de la unidad.

 

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