La Antártida, el inhóspito Continente Blanco que conocemos actualmente,
fue un día una superficie cubierta de frondosos bosques subtropicales
repletos de palmeras, helechos y coníferas.
“Que la Antártida un día fue verde es algo consensuado entre los científicos pero aún desconocido para muchas personas”, dijo a Efe el paleobiólogo Marcelo Leppe, investigador del departamento científico del Instituto Nacional Antártico Chileno (INACH).
El representante chileno en el Comité Científico para la Investigación en la Antártida (SCAR, por sus siglas en inglés) ha dedicado su vida a la búsqueda de fósiles antárticos y patagónicos que le permitan indagar en los orígenes de las plantas y los animales que poblaron el “fin del mundo”.
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