Mean girls (Chicas pesadas, en español) es una película de 2004 dirigida por Mark Waters y escrita por Tina Fey; está basada en el libro de ayuda psicológica Queen bees and wannabes de Rosalind Wiseman. El 30 de abril cumplió 10 años.
La película trata sobre el juego de títeres que es el mundo de las mujeres y los efectos ponzoñosos que tienen. ¿Qué se hace contra el sistema que es la mala vibra y competencia entre mujeres? ¿Unirse a la carroña? ¿Pelear? ¿Nada?
Mean Girls incluye la crueldad típica de a quien nunca se le detiene y acosadores más informados e insensibles. Los libros de la hoguera —donde se viborea sobre las demás— ahora son digitales y todos los pueden ver. En una escena de la película, la escuela se vuelve un escenario salvaje cuando las alumnas se enteran de todo aquello que se dice a sus espaldas. En un mundo en el que no hace falta más que aplastarnos para conseguir un poco de control, hay resultados desoladores: reputaciones arruinadas, acoso real y virtual, suicidio, anorexia… básicamente odio.
Al volver a ver Mean girls me quedo con una frase de Tina Fey (Mrs. Norbury) de su libro Bossypants que dice: “Cualquiera que sea el problema, sé parte de la solución. No sirve de nada quedarse sentado señalando obstáculos”. Yo le agregaría una nota al pie que diga: “Tampoco seas un obstáculo, por favor”.
Todas compartimos una historia, ¿qué sentido tiene quemarnos entre nosotras? ¿No es eso lo que quiere el sistema? El mundo de las chicas va a estar en paz si existe la cooperación independientemente del estrato social, edad, raza, orientación, género, credo, condición física y mental. Como dice la frase de la película: “Quiero hornear un pastel de sonrisas y arcoíris del que todos podamos comer y ser felices”.
Sobre la columna
• Daniela Mateos @CorreDaniCorre es colaboradora de Ibero 90.9
• Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor, mas no el de Publimetro.