Una joven rusa de 16 años había decidido suicidarse lanzándose desde el doceavo piso de un edificio, tras haber tenido una discusión con su padre.
A pesar de que sus familiares se encontraban presentes e intentaban disuadirla, la intervención de un bombero fue clave para que no se concretara el deceso.
El “tragafuego” se deslizó por el techo del edificio sin que Farida lo notara y de un momento a otro se deslizó donde se encontraba la muchacha, empujándola al interior del edificio.