Contratados por guerreros samurais para espiar, sabotear y asesinar, los ninjas japoneses han estado durante siglos rodeados por un aúrea de misterio.
Sus característica vestimenta negra los ocultaba de la vista de sus víctimas, a quienes atacaban con un arsenal de sofisticadas armas, como los “shuriken”, unas letales estrellas de metal, o la cerbatana “fukiya”.
Pero todas estas artes oscuras están en peligro de extinción: en Japón queda, oficialmente, solo un ninja.
Algunas películas los retratan como súper humanos capaces de correr sobre el agua o desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.
“Eso es imposible, porque no importa lo mucho que entrenes, los ninjas somos personas”, dice risueño Jinichi Kawakami, el último gran maestro ninja de Japón, según el museo ninja Iga-ryu.
Kawakami es el 21º jefe de la familia Ban, uno de los 53 que crearon el clan ninja Koka. Comenzó aprendiendo ninjutsu (técnicas ninjas) a los seis años, de la mano de su maestro Masazo Ishida.
“Yo creía que era un juego, no pensaba que estaba aprendiendoninjutsu“, cuenta.
Incluso me preguntaba si me estaba entrenando como ladrón, porque mi maestro me enseñaba a caminar silenciosamente y a cómo entrar en una casa sin ser descubierto”.
Otras de las habilidades que su maestro le enseñó incluyen hacer explosivos y mezclar sustancias medicinales.
“Aún puedo mezclar algunas hierbas para lograr un veneno que no necesariamente sea letal, pero que puede hacer creer que uno tiene una enfermedad contagiosa”, dice Kawakami.
El maestro ninja heredó el antiguo título de su clan cuando tenía 18 años.
Hubo 49 de estos clanes, pero los Koka y sus vecinos Iga se hicieron famosos gracias al trabajo que hacían para poderosos señores feudales como Ieyasu Tokugawa – quien unió a Japón después de siglos de guerras civiles cuando ganó la batalla de Sekigahara en 1600.
Fue en la era Tukugawa –una época de estabilidad conocida como Edo (1603-1868)- cuando los documentos oficiales comenzaron a hacer breves referencias a las actividades de los ninjas.
“No eran solo asesinos como alguna gente cree a causa de las películas”, dice Kawakami.
De hecho, durante el día tenían otros trabajos. Por lo visto, y según lo que cuenta Kawakami, la profesión de ninja no permitía llegar a fin de mes con holgura.
Existen muchas teorías sobre qué clase de tareas realizaban: se cree que algunos ninjas eran campesinos y otros vendedores ambulantes que utilizaban sus empleos diurnos para espiar.
“Pensamos que algunos se convirtieron en samuráis durante el período Edo”.
“Tenían que ser pertenecer a alguna de las categorías o castas que se establecieron durante el gobierno Tokugawa: guerreros, campesinos, artesanos y comerciantes”, explica Kawakami, que es también ingeniero.