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El primo de Messi no se vale de su fama

Lo primero que dijo Maximiliano Biancucchi al llegar a México es que él estaba en el cruz Azul por su talento futbolístico y no por ser el primo de Lionel Messi, el astro que brilla u hace brillar al Barcelona por estos días.

Y Maxi parece tener razón en una cosa al menos: el talento futbolístico no se comparte genéticamente. A punto de cumplir ocho meses en México, el jugador admite que no se ha adaptado, que tiene que dar más de sí y que debe ganarse un lugar en el primer equipo.

Porque el primo incómodo no tiene un lugar entre los once que salen a jugar por los celestes en el torneo Apertura 2010. No, él entra cuando el partido suele estar resuelto, a perseguir a los rivales para incomodarlos y sacrificarse en aras de que el resultado no se mueva. Maxi es titular en la Concacaf, a donde los celestes envían a jugar a su segundo equipo.

El Cruz Azul rescató a Biancucchi para darle el nueve del cuadro cementero en enero pasado. Decisión dudosa considerando que el jugador venía de haber marcado sólo siete goles en 69 apariciones con el Flamengo, su anterior equipo, y un solo en 2009, con apenas 17 partidos jugados. Así que con los dos que ha hecho para los cementeros, lleva tres goles en 20 meses.

Maxi hizo dos goles en la goleada sobre el San Francisco de Panamá a principios de agosto. Pero se ve difícil que con todo y la genética a su favor, ligre la titularidad en el torneo de liga. Ahí Javier Orozco, el Chuleta, con cuatro goles a cuestas en el torneo, tiene asegurado el puesto.

Salt Lake City, esta noche en el Estadio Azul, es una oportunidad más para Maximiliano de encontrar la red, justificar el nueve que porta en la camiseta y quizá algún día decir, sí, señores, yo soy el primo de Lionel Messi.

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