La sinceridad es su principal virtud y problema; se describe como una mujer feliz, una legisladora aguerrida y una mujer que no miente; aunque su pecado capital es la soberbia.
Así se define Layda Sansores San Román, quien ha sido diputada, candidata al Gobierno de Campeche y militante del PRI y PRD.
“A veces no me comprenden, pero soy libre y amada; mis valores son la honestidad, la congruencia y las reglas morales. Cuando estoy en el Congreso lucho por cambiar las cosas y busco que el Poder Legislativo sea el contrapeso frente a la Presidencia
“Y lo que más disfruto es compartir lo que tengo y las cosas que me salen del alma”, con estas frases, Layda Sansores se sinceró para contestar el cuestionario de La Última…
La última vez que se sintió incomprendida…
– En la sesión del lunes pasado, durante la aprobación de la reforma energética en el Senado. Me sentí incomprendida porque algunos compañeros del PRI se dijeron muy lastimados, porque les dije en Tribuna que “si querían realmente una privatización a fondo (del petróleo), vayan y privaticen a la puta de su madre que les parió”, en referencia a lo que alguna vez dijo el Preimo Nobel, José Saramago.
La última vez que le mentó la madre a alguien…
– Bueno, ese día (el lunes), pero no se las menté yo, se las mentó Saramago y, bueno, yo nada más repetí lo que él dijo, porque no digo groserías… Mi madre nunca las dijo y mi padre tampoco; nunca lo oí en la casa, pero ahora me salió del alma, con todas las consecuencias negativas y positivas. Después de eso imprimí el párrafo donde Saramago lo decía y lo repartí a todas las curules, para que entendieran el contexto.
La última vez que sintió miedo…
– ¡Ay!… ¿miedo?, no… Yo digo que las convicciones exorcizan a los miedos. He sentido emociones muy intensas, pero miedo no.
La ultima vez que disfrutó de la felicidad…
– Ahorita, en este momento. He aprendido a vivir cada instante y me causa felicidad saber que hago lo mejor y lo que más puedo en mi vida y en la política al luchar por mis convicciones, por los demás y por el bien del país.
La última vez que se rió de un político…
– (Risas…) Me río en cada intervención en la Tribuna de los compañeros (senadores) del PRI. El último fue René Juárez, cuando habla a favor de Peña Nieto… como les digo, nomás les falta que se envuelvan en la bandera y se avienten de la azotea del Senado.
La última vez que jugó Candy Crush…
– ¡Ay…! No tanto tiempo. Me encanta jugarlo y competir con mis nietos, pero no adelanto mucho porque ya no puedo jugar en la Cámara… (se escucha una carcajada), entonces ya juego muy poco, porque tenemos mucho trabajo, pero llego al millón 400 y tantos puntos. Yo me siento muy mal, porque compito con mis sobrinos que son muy adelantados… porque las de mi edad no juegan.
La ultima vez que mintió…
– Mira, yo difícilmente miento, a veces omito algunas cosas, pero siempre lo evito.
La última vez que se enamoró…
– Hace un minuto… (risas). Estoy enamorada de mi pareja. Vivo en legítimo amasiato desde hace casi 30 años y nos amamos profundamente. No hemos perdido esa emoción; él es mi amigo, mi amante, mi cómplice, mi maestro, mi asesor… es todo. Lo amo y lo admiro muchísimo.
La última vez que dio un beso apasionado…
– Ayer… a mi pareja, ¡claro!, Soy fiel, leal. No tengo razón en desviar la vista. Romeo me llena. Él está en Chiapas y yo aquí, pero hemos encontrado la forma de que haya encuentros y cuando viene al DF es solidario; cuando voy a allá, soy campesina, porque él vive en el campo.
La última vez que entregó un consejo…
– He decidió no dar consejos. Más bien aprendí a ser empática, porque la gente no quiere que le digan qué debe hacer. Es más importante saber qué siente y sentir lo que siente el otro. Así ayudas más, porque las personas se desahogan y confían en ti.
La última cena o comida que más disfrutó…
– No me gusta salir a cenar. ¿De comida…? El pasado domingo con mi familia y degustamos pescado, espárragos con queso y aros de calamares.
La última vez que se deleitó con un atardecer…
– Con mi padre en San Lorenzo, en una playa en Campeche. Me cuesta trabajo enfrentarme a los atardeceres… Mi padre acostumbraba llevarse a todos los hijos y nietos a la playa; todos estábamos alrededor de él y, cuando se ponía el sol, teníamos que sacar una silla y acompañarlo. Desde su muerte –hace siete años– no disfruto de un atardecer.
La última vez que habló con su mamá…
– ¡Ay!… dos días antes de que muriera. Me fui a Campeche, teníamos trabajo, pero sabía que era la última vez. Me la llevé a mi casa y antes de salir le tomé una foto con mis hermanos, porque sentí que ésa era la última fotografía y el último recuerdo. Dicen que uno llora en los cementerios los sentimientos de culpa y a mi madre no la lloramos, a mi madre le cantamos.