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Cómo cambia el cerebro de la mujer al convertirse en mamá

Es bien sabido, todo ser vivo se adapta al medio para sobrevivir. Esta adaptación es justo la razón de la evolución en las especies. De esta forma, cuando una mujer se convierte en madre su cuerpo se adapta para gestar y recibir a esta nueva vida. Físicamente estas adaptaciones son muy evidentes; sin embargo, existen aspectos no muy conocidos relacionados con la adaptación en el cerebro a raíz del embarazo que hace que las madres tengan capacidades asombrosas… ¡conozcámoslas!

Desde el momento de la concepción el cerebro de la madre es una fuerza esencial en el impulso de los cambios físicos. Uno de los procesos más importantes es el incremento del 100% de progesterona en el cerebro de la mujer. Este aumento posibilita reducir la respuesta al estrés, aspecto que beneficia al desarrollo del bebé.

Con esta dinámica se reducen los aspectos negativos que conlleva el estrés dentro del embarazo, donde el cortisol -hormona relacionada con el estrés- puede afectar el desarrollo del feto, haciéndolo mayormente susceptible a enfermedades cardiovasculares, alteraciones metabólicas y desórdenes afectivos en el futuro. El cerebro de mamá ayuda a proteger a su hijo.

La disminución del estrés durante el embarazo -generada por las relaciones específicas en determinadas áreas cerebrales-, fomenta mayor actividad y el crecimiento de las prolongaciones de las neuronas (llamadas dendritas) en el hipocampo, área cerebral vinculada con los procesos de aprendizaje y de memoria. Es decir, durante el embarazo las mujeres tienen mayores capacidades de asimilar y recordar nuevos conocimientos.

La interacción que existe entre la madre y el hijo genera cambios relevantes en el funcionamiento cerebral de ella. Esto se ha comprobado mediante técnicas de neuroimagen funcional, donde se activan y desactivan áreas cerebrales cuando la madre escucha o visualiza a su hijo.

La técnica de neuroimagen ha mostrado como en las mamás, al ver fotos de su hijos de pocos meses, se encienden áreas del sistema cognitivo-afectivo relacionados con la recompensa y se apagan las que se relacionan con los juicios y emociones negativas. ¡La relación entre la madre y el bebé es un increíble diálogo de estímulos y reacciones que favorecen y promueven las experiencias positivas!

En un estudio realizado para la revista Biological Psychiatry, analizando las respuestas cerebrales hacia las vocalizaciones infantiles, se concluyó que las madres responden con mayor vigor al llanto que a la risa de su hijo; en cambio las mujeres que no han sido madres reaccionan de manera contraria, respondiendo mayormente a la risa que al llanto. Las mamás activan mecanismos cerebrales que potencializan la atención focalizada a situaciones de riesgo que atenten contra su hijo.

Estos cambios, que también son reflejados en las acciones de la vida cotidiana de las madres, son producto de que el cuerpo de la mujer tiene la asombrosa capacidad de dar vida. Sin duda, el cerebro de la mujer evoluciona por un gran motivo: convertirse en mamá.

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