Paso 1. Camine de puntitas hasta localizarla La idea de que un día se cura con sus propias bombas sirve para aceptar el progreso de la costumbre y sus cuadros rituales que en la oficina poco embonan con la idea de una aventura lúdica y silvestre en esta vida. Sepa que sus pendientes nos tienen a todos con el pendiente y estamos en espera de que al ser resueltos se corone usted como el trabajador que es, sorteando el pantano del multitasking, del sujeto que todo lo hace imposible, de la que a todo dice “no” y de un sistema que lúdicamente ha ideado la forma en la que, para que usted cuente con recursos para alimentarse –ya no sanamente– diariamente, deberá merecerlos desactivando toda bomba en su haber. En caso contrario, merece que le explote en la parte de su preferencia.
Paso 2. Salude a su bomba más cercana Proceda, pues, a identificar sus bombas: jerarquícelas, ordénelas por colores y números para que no se escondan y así se adiestre en el malabárico ejercicio de la contención y el Burnout. Procure no hacer lo que muchos: enamorarse de sus bombas con el pretexto de la adherente familiarización y con ello conocer nuevas e ingeniosas amenazas fuera del horario laboral y en fines de semana. Si usted no se siente productivo, aprenda el delicado arte de masticar bien un chicle.
Paso 3. Conviértase en un pedazo de madera
Uno es resultado de sus bombas y viceversa, que sólo usted podrá neutralizar o ignorar. El peligro del explosivo medirá su razón de ser. ¿Qué puede ser más apremiante que desconectar una bomba en espera de la que sigue, que no sea estar haciéndose este tipo de preguntas? La angustia de estar vivo puede ser vista como una métrica de sanidad de cara a la relevancia de sus actos y a sus consecuencias de largo plazo. Hacer por hacer nos tiene sumidos rellenando hoyos que previamente cavamos. Así, la única salida previsible será el asombro. Mientras eso sucede, tenga la bondad de volverse un pedazo de madera (mascando chicle). Le convendrá a usted y a su entorno.
Paso 4. Proceda como si hubiera sensatez Siempre es buen momento para sonreír y tener una bomba en su regazo, como una hija inesperada que busca toda su atención. Procure acariciarla y acomodar ahí sus dudas más recónditas y espere sentado, asegurando todos sus prejuicios bajo estricta presión. Así es como uno se logra ver, en muy contados y estresantes instantes, de niño: descalzo, corriendo y carcajeando, jugando a ser grande con las bombas que con esmero fabricó, rediseñó y lanzó. Sepa que si usted no ha sido una mala influencia para sí mismo, lamentablemente usted no podrá ayudarse neutralizando sus propias bombas.
TRES LUGARES PARA EXPLOTAR CON DILIGENCIA
Entendiendo el infinito. Después de lanzar una app experimental, este dúo presenta un Rubik musical con improvisaciones por demás interesantes, donde no se busca que se comprenda la estructura, sino la experiencia de la música. Alex Otaola e Iraida Noriega. Teatro Bar El Vicio, Madrid 13, Coyoacán. Hoy.
Cambio de personaje. Ahora bajo la influencia femenina, Ada presenta ritmos mucho más disco y sumamente bailables. Más elaborado y conectado con un viaje conceptual. Adanowsky. El Plaza Condesa, Juan Escutia 4, Condesa. Viernes 30 de mayo.
Buena plaza, buen cartel. Muy poco convencional y con su característica sencillez y calidez, Carla Morrison pisa uno de los foros más complicados y retadores para cualquier artista, así seas ganadora de dos Grammy latinos, como es el caso. Auditorio Nacional.Sábado 31 de mayo.