¿Qué sucedería si el hombre utilizara la capacidad de su cerebro al límite? Esta es la duda que el director Luc Besson desarrolla en Lucy, su filme más reciente protagonizado por Scarlett Johansson y el cual se ha convertido en un éxito en taquilla en prácticamente en todo el mundo.
Besson habría sido identificado en el pasado por crear magníficos vehículos para actrices en cintas como Nikita (1990), El Quinto Elemento (1997) o The Messenger: The Story of Joan of Arc, proyectos tan dispares que han provocado que muchos vacilen al considerar a Besson como un firme realizador. Sin embargo, nadie duda de la capacidad del director para percibir el gusto de la audiencia, prueba de esto es el levantamiento de su propio estudio cinematográfico EuropaCorp, construido en la periferia de París y el cual ha producido distintos éxitos comerciales en los últimos años.
Lucy es una de sus más empresas recientes, una historia que al igual que Nikita, nos presenta como eje una inocua mujer que se convierte en una peligrosa arma, una estudiante americana (Johansson) que visita Oriente y quien pasa de ser una cándida turista, hasta evolucionar en una arma letal humana una vez que una poderosa droga estalla en su cuerpo cuando la transporta como mula comisionada por una peligrosa organización criminal.
El fármaco produce que Lucy pueda utilizar el cien por ciento de su capacidad cerebral, por lo que nuestra protagonista comienza a expandir sus habilidades hasta transformarla en un comprometido desafío mortal. Besson parte de la hipótesis (falsa, por cierto) de que los hombres utilizamos sólo el 10% de nuestra capacidad intelectual por lo que vemos cómo nuestra protagonista abandona convencionalismos, prejuicios y finalmente sensaciones estimuladas en la sociedad contemporánea.
Lucy es una cinta de acción disparatada con una fuerte dosis de ideas. ¿Pretenciosa? Sin duda, finalmente el director ha destacado en el pasado por sus particulares discursos inyectados en sus cintas que aparentan ser inofensivas películas de acción, pero también reconocemos la pericia del francés para ejecutar efectivas cintas de aventuras. Hacia el desenlace de Lucy se presentan una serie de montajes de imágenes extravagantes que tratan de simbolizar la evolución del personaje y es aquí donde la aventura se transforma en una presuntuosa puesta en escena, en momentos caótica e irrisoria. No obstante, la historia de Lucy se cuenta con destreza. En lo personal, prefiero ver este tipo de producciones de género, un tanto extravagantes y maniáticas, que las previsibles fórmulas que Hollywood emplea una y otra vez. Una buena opción de entretenimiento puro para este fin de semana.