Ciudad

Chimalhuacán, el lugar para ‘enterrar’ un homicidio

Tres meses tardaron en darse cuenta que el pequeño Esteban ya no estaba; su padrastro lo habría matado a golpes para luego enterrarlo en el patio de su casa

Amilcar Salazar y Norma Montiel

Desde los cuatro años Esteban Daniel padecía los malos tratos de sus padres. En 2013, su abuela acudió al DIF del municipio mexiquense de Tonatico a denunciar las agresiones, pero las autoridades nada pudieron hacer. Dos años después, sus restos fueron exhumados por agentes ministeriales y peritos estatales en Chimalhuacán, Estado de México.

El menor habría sido asesinado a golpes y enterrado en el patio de su casa en el Barrio Labradores por su madre, Yesenia Anahí Olvera Trujillo, de 27 años, quien trabajaba como cajera y su padrastro, Juan Pablo Mendoza Jiménez, de 37 años, que era guardia de seguridad en una fábrica.

La familia había logrado refugiarse en Chimalhuacán once meses atrás, en un cuarto de apenas 15 metros cuadrados en donde dormían al ras del suelo en un viejo colchón, pagaban mil 300 pesos de renta al mes, y según cuentan los vecinos del Barrio, “no comadreaban con nadie”, por lo que fue sencillo pasar desapercibidos.

Esteban, de seis años, es recordado como “un niño educado y muy saludador”, acudía al jardín de niños Telpochcalli, a unas calles de su casa.

Bardomiano Fragoso Cruz, también conocido como Don Tereso, es el dueño del inmueble, en el que ya debían “como cinco mil pesos” de renta.

“Le pregunté sobre el chamaquito, ‘se lo llevo mi mamá’, me dijo, me volví a ir otros diez días, y le volví a preguntar, le dije ‘ya te fregaste, ya no te lo van a entregar, ese niño te podía servir creciendo, ahorita ya no te lo van a dar’”, recuerda.

Pero no fue el único que notó la ausencia de Esteba, pues bastaron tres meses para que la abuela materna, Ana María se percatara de que el pequeño había desaparecido.

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