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El rostro de las quemadas con ácido que se convirtió en el rostro de la moda

Destruir el atractivo, la apariencia a través de una herida imborrable, una cicatriz permanente que es igual a matar en vida a través de la deformación. Y no solo ocurre gracias al despecho, motor común para los ataques con ácido. Puede ocurrir por envidia y celos profesionales, como pasó con el director del reputado Ballet Bolshoi, Sergei Filin, quien después de 18 operaciones aún sigue ciego. O aún peor, por competencia malsana, como le sucedió a la concursante de belleza María Fernanda Núñez en 2010, ya que era un “obstáculo” para que otra portase la corona de su provincia, que la llevaría a concursar en Miss Colombia. Y ellos, así como muchas otras mujeres que alguna vez dijeron no a una propuesta de matrimonio o a un novio celoso, (como el caso de la modelo británica Katie Piper) u hombres que han sido agredidos por sus parejas, han sido símbolos de resiliencia ante el horror y la indignación ante esta brutal modalidad de violencia de género.

 

Se dura años tratando de recuperarse en todo sentido. Pero alguien lo hizo a través de la belleza, el símbolo más delicado, el objetivo con el que más se ensaña el agresor. Se llama Laxmi Saa. Y a los 15 años, sufrió un ataque con ácido. Ahora es una modelo que representa a las mujeres que alguna vez fueron destrozadas al sufrir algo así y las hace conscientes de su empoderamiento. Pero ¿es solo una causa más en una época donde la diversidad hace gala de un triunfo ficticio?

El mundo de las pasarelas “incluyentes”

Aunque no se podría comparar – ni de lejos- un problema tan grave de violencia de género con un tema como la diversidad, sí es cierto que en la industria de la moda actual la discapacidad física o un cuerpo opuesto a lo industrializado son ahora elementos  “de mostrar”.

En los últimos años, tanto en pasarelas de semanas de moda como en editoriales y realities se descubre a la última “modelo distinta”, que se se suma a la tendencia in crescendo de resaltar a la belleza que se sale del parámetro como imagen de campaña o portada de revista. Lo “diverso” -término que en la normalización del sistema de moda enmarca a la maniquí que no obedece a una talla estandarizada y que no es caucásica de preferencia- ha sido una bandera que la moda ha izado desde que Jean Paul Gaultier puso a una entonces “robusta” Crystal Renn a desfilar en París, en 2006.

Desde entonces, esta ha cobrado relevancia para atraer y generar engagement en nichos potenciales de mercado como el “plus size”, que  en Estados Unidos generó en 2013  “solo” 16.2 billones de dólares, según Forbes. Modelos como Candice Huffine aparecen en ropa interior en videos tan emocionales como el de Lane Bryant, o Tara Lynn se da el lujo de ser portada en Elle España, mostrando cómo la mujer “normal” es aceptada  en el compendio de imágenes visuales que conforman la moda, así sea de manera aparente.

Pasó también con Chantelle Winnie, quien tiene vitiligo, al triunfar en “America’s Next Top Model”, o incluso con Madeline Stuart, maniquí con Síndrome de Down que desfiló el año pasado en la Semana de la Moda de Nueva York. O con muchas otras modelos que encarnan enormes diferencias físicas.

 

Todas ellas generan recordación y admiración por  representar a mujeres excluidas por años de un sistema de representación que por supuesto se vale de lo distinto para alimentar la novedad, como un truco mil veces repetido.  Porque en un mundo de Marilyns llegó la delgadez de Twiggy (cuando era “insano” que una mujer de su talla pudiese ser siquiera la “mujer ideal”) y  en una época de rubicundas modelos y “yuppies”  triunfó una Gia Carangi y luego una Naomi Campbell.

Y ahora, la mujer opuesta a la mujer atlética pero ultra delgada, en todas sus formas y presentaciones, viene a ser más de lo mismo: “No hay duda de que es una estrategia de marketing para aparentar que se representar de la diversidad humana, obedeciendo a la presión de las consumidoras(…)hasta ahora, la ‘gente normal’ ha sido ha sido una tendencia pasajera y en la actualidad no parece que haya un verdadero cambio de la modelo-percha típica, pues creo que los ejemplos mencionados son las excepciones que confirman la regla. Ni se ha aumentado la representación de etnias no blancas, ni de edades diferentes”, declaró alguna vez la académica Patrícia Soley-Beltrán para este medio, al preguntársele por este “boom”.

 

La exmodelo, autora del Premio Anagrama de Ensayo 2015 por “Divinas: modelos, poder y mentiras”, desentraña ese amor de la moda hacia lo “empoderador” como una manera en la que la industria puede sobrevivir y reinventarse, aunque tímidamente muestre pequeños cambios y victorias para visibilizar otros tipos de belleza.

Pero, cuando se habla de un fenómeno tan terrible como los ataques con ácido, la historia va más allá de ser un truco de márketing. También se encuentra una lucha legal intensa.

Mujer  coraje

Tener la valentía de sobreponerse a un ataque con ácido y tratar de cambiar el vacío legal y la impunidad para que esto no le pase jamás a otra mujer, requiere de años de lucha que muy pocas pueden permitirse e incluso soportar. Laxmi Agarwal  lo hizo a través de la moda y el activismo. Es imagen de la firma de moda india llamada Viva N Diva y su campaña se llama “Face of Courage” (Cara del Coraje), en la que se pretende visibilizar a la mujer atacada con ácido de una manera distinta. La joven, quien fue atacada por un pretendiente, desde ahí encabezó la lucha en su país, donde hay mil ataques de ácido al año, para que se acabe esta forma de agresión.

Ella está al frente de la ONG “Stop Acid Attacks”. Desde esta plataforma consiguió 27 mil firmas que lograron  que el Tribunal Supremo Indio restringiera la venta de ácido y compensara con 5 mil dólares a las víctimas. La joven se ha puesto al frente de los lentes para mostrar que una joven atacada no es discapacitada y que de hecho, es alguien fuerte y resiliente.

Por esta razón, hace dos años, junto con otras mujeres posó frente a Rahul Saharan. Y ahora busca mostrar que los victimarios jamás le quitan la belleza a una mujer atacada. “Esta es la manera para mí de  convertirme en un ejemplo para las mujeres como yo, para que tengan más confianza y valor a pesar de su físico. Y esto también es una manera de enviar un mensaje claro a los criminales, que sepan que las mujeres no perderán el coraje, incluso después de haber sido atacadas con ácido para destruir su belleza física”, declaró Saa para la BBC. Ella también ha ganado varios reconocimientos por su labor y fue conductora de un programa de televisión.

Y  ahora, a través de la marca que representa, busca mostrar que la belleza no es una artimaña publicitaria, sino un elemento que incluso tiene valor político. Porque tal y como algunas de sus colegas en el rubro de la diversidad, ella demostró el empoderamiento puede ir más allá del activismo 2.0 y convertirse en una lucha con objetivos y logros reales. Y qué más poderoso que una imagen contemporánea como la de la modelo actual, el ícono de la belleza por excelencia que hoy tiene connotaciones sociales que son más fuertes que nunca para millones de mujeres que ven en ellas inspiración e identificación.

Así se vea solo a  una de ellas entre miles que evocan tanta “perfección”.

 

El caso Natalia Ponce

La joven colombiana Natalia Ponce de León fue víctima de un vecino perturbado que le echó ácido clorhídrico en la puerta de su casa, en 2014. La joven necesitó de 20 cirugías para recuperarse de las quemaduras en el 34% de su cuerpo. Recuperó sus ojos y párpados, su nariz y pómulos. Ahora está trabajando en la reconstrucción de su boca. Tiene daño en las vías respiratorias, pues llegó a tragar algo de ácido.

 

“Una campaña así otorga un poder simbólico que debe usarse con cuidado”
Catalina Ruiz- Navarro, feminista colombiana, columnista y co- conductora de “Estereo-Tipas”.

La violencia de género pocas veces es representada con una connotación que no sea el de mostrar a la mujer como un objeto blanco de agresiones. Esta tendencia que cobró mucha fuerza hasta 2013  y fue tan polémica con campañas como la de Dolce & Gabbana, que incluso fue prohibida en España. Por esta razón, una campaña como la de Laxmi Saa es la primera en su tipo que visibiliza un problema.

Aunque  esta iniciativa, en sí misma, tiene dos aristas.

La feminista y columnista colombiana Catalina Ruiz- Navarro lo ve como un arma de doble filo: puede empoderar, pero también caer en el cliché que la moda genera con problemas sociales sin ningún tipo de conciencia: “Por un lado, visibilizar el problema es muy importante y dedicarse a modelar es superar el daño que le hicieron y darle esperanzas a otras mujeres que les pudo haber pasado lo mismo. Pero por otro, claro, el márketing de la moda es invisible a todo eso. Pero lo importante de este asunto es ver cómo otras víctimas pueden relacionarse con ella, eso es más poderoso que cualquier cosa, porque el ácido te quita la posibilidad de ser bella y mina la manera en la que te relacionas con el mundo. Uno en el que para las mujeres hay ciertas exigencias. Cuando tu modelas subviertes simbólicamente el ataque. Ahora bien, se espera que dentro de este marco respeten el significado y no la pongan a vender bloqueadores”, afirma la feminista.

Desde ahí luchó por las víctimas de esta modalidad de delito, que desde 2010, en Colombia, ha dejado más 628 víctimas. Y todo esto dio resultado con la aprobación de la ley que lleva su nombre, frente al presidente Juan Manuel Santos. En esta norma se endurecieron las penas contra los agresores, que oscilan entre 12 y 30 años de cárcel.

“Mi vida cambió luego de ser brutalmente atacada con ácido, pero hoy, señor presidente, con la promulgación de esta ley, es usted, el Congreso y el país en general los que están cambiando la vida de las víctimas de ataques con agentes químicos”, afirmó.

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