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El valor de la diversidad: INALI

Todas las personas, por el sólo hecho de serlo, merecemos ser tratadas con dignidad y respeto. Y eso nadie, absolutamente nadie, puede arrebatárnoslo.

¿Por qué es importante difundir y hacer crecer el concepto de diversidad y sus valores relacionados? ¿Acaso no somos todos iguales?

Esencialmente somos iguales, sobre todo en dignidad y en que tenemos derecho al respeto y la igualdad. En pocas palabras, todas las personas, por el sólo hecho de serlo, merecemos ser tratadas con dignidad y respeto. Y eso nadie, absolutamente nadie, puede arrebatárnoslo.

A la vez, todos somos diversos (yo no soy igual que mi hermano, o el vecino, o mi mejor amigo). El mundo rebosa de diversidad: por el color de piel, por las capacidades físicas diferentes, por la edad, por la fe que profesamos, por las preferencias sexuales, por la lengua y la cultura.

Hay científicos que comparan la riqueza biológica con la riqueza cultural y la lingüística. Todas son necesarias para el sano desarrollo del ser humano y se complementan con la preservación del medio ambiente; por ejemplo, a través de las técnicas tradicionales de cultivo y conservación (no extensivas, sin herbicidas ni abonos peligrosos para la salud) y el conocido respeto de los indígenas hacia la naturaleza.

Lo importante es que las diferencias entre las personas pasen de ser una mera realidad social, cultural o biológica, a ser conocidas, valoradas y respetadas por todos.

Lo importante es que las diferencias entre las personas pasen de ser una mera realidad social, cultural o biológica, a ser conocidas, valoradas y respetadas por todos. En ese sentido, los expertos coinciden en que se ha avanzado mucho en las leyes.

No obstante, la igualdad de jure (legal) no implica que las mujeres o los indígenas accedan a todos los derechos, por ello se deben emprender más y mejores acciones en el sistema educativo, en el de salud, en el de justicia, en los medios de comunicación, para promover la eliminación de la violencia hacia todos los grupos considerados diferentes y discriminados por eso.

“¿He discriminado hoy a alguien? Por lo regular nos respondemos que no, pero sucede que muchas veces no nos damos cuenta.

Y se deben emprender más acciones, principalmente, para que nosotros mismos, los ciudadanos, entendamos, respetemos y ayudemos a difundir los valores de la diversidad. “¿He discriminado hoy a alguien? Por lo regular nos respondemos que no, pero sucede que muchas veces no nos damos cuenta porque llevamos dentro prejuicios e ideas tan arraigadas (“los güero son más inteligentes”; “los negros son abusivos”) que no sabemos que con ellos causamos discriminación o menoscabamos los derechos del otro.

En el pasado (y todavía hoy por desgracia) las diferencias como el color de piel, el credo religioso o la lengua, fueron usadas para menospreciar, inferiorizar y justificar situaciones de dominación, marginación, exclusión o discriminación, cuando no de franca explotación. Afortunadamente, en muchos países, como es el caso de México, las leyes han cambiado para bien.

El derecho a ser diverso y el respeto a la diversidad se han elevado a rango jurídico-político; es decir, aparecen en el marco normativo de los mexicanos. Por ejemplo, en nuestra máxima ley, la Constitución, están contemplados en los artículos 1° y 2°, que hablan, respectivamente, de los derechos humanos y que México tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas.

Asimismo, la Ley General de Derechos Lingüístico de los Pueblos Indígenas mandata la creación del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), institución encargada de apoyar a los hablantes y a las instituciones en la revitalización, preservación, difusión y desarrollo de las lenguas indígenas nacionales; y reconoce las lenguas indígenas y el español como lenguas nacionales, otorgándoles la misma validez para cualquier asunto o trámite de carácter público, así como para acceder plenamente a la gestión, servicios e información pública. Establece también el derecho de todo mexicano a comunicarse en la lengua de la que sea hablante, sin restricciones en el ámbito público o privado, en todas sus actividades sociales, económicas, políticas, culturales, religiosas o cualesquiera otras.

Eso está muy bien, porque la diversidad cultural es vital para el desarrollo social y humano de cualquier comunidad, pues es fuente de creatividad, innovación, originalidad, intercambio y enriquecimiento. Entonces, todos los habitantes (niños, mujeres, hombres de cualquier profesión o condición socioeconómica) y todos los servidores públicos tenemos que actuar para garantizar y promover los derechos humanos, entre ellos la equidad (oportunidad en las acciones) y la igualdad (goce de todos los derechos ante la ley) del otro, el discriminado o el excluido.

Si reconocemos, valoramos y respetamos nuestra diversidad, seremos capaces de reconocer las identidades de los mexicanos; fortalecer las diversas expresiones culturales de nuestro país; promover la salud, educación, justicia y desarrollo cultural; asumir que la diversidad cultural es parte del patrimonio cultural de la humanidad, y prevenir la discriminación y exclusión.

La situación y el contexto social del siglo XXI nos hacen cada vez más multiculturales y multilingües, los contactos culturales y lingüísticos son cada vez más notorios y complejos, por lo que el diálogo intercultural, el respeto entre diferentes y la igualdad en las oportunidades entre todos los mexicanos, son base para hacer de nuestro país un lugar democrático, plural e incluyente. Entre todos podemos lograrlos.

Ello emprendiendo y apoyando acciones orientadas a crear conciencia, difundir y ampliar el conocimiento; promover y fortalecer la diversidad de expresiones culturales y contribuir en la construcción de una cultura nacional que valore y respete la diversidad cultural y de todo tipo como patrimonio de las generaciones presentes y futuras.

 

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