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Hoteles de prostitutas, nichos de lujuria

Desde Paseo de la Reforma hasta Insurgentes y más allá, la oferta es grande, en parte gracias a la enorme cantidad de prostitutas que deambulan en sus calles. Algunos de los más concurridos por trabajadoras de Revolución y Sullivan, es el Hotel Ibiza.

Los muros estilo neocolonial han perdido la vida a pesar de que siguen pintados de naranja chillón. La banqueta que da a la entrada luce abandonada detrás de una jardinera descuidada, si acaso la acompañan pequeños cúmulos de polvo derivados de la contaminación y algunas hojas secas que el invierno chilango se ha encargado de tirar a destiempo.

Gracias a la lona verde con rojo que adorna la puerta de acceso, los transeúntes todavía ubican el hotel Colonia Roma, a pesar de que tras el incidente protagonizado por el conductor Fabián Lavalle, “Fabiruchis”, este recinto de pasión perdió todo el glamour que tuvo en la década de los noventas, cuando se volvió un punto de encuentro para prostitutas de la zona Roma-Condesa-Tacubaya, así como para amantes en busca de un sitio agradable y económico para liberar el deseo sexual sin miramientos.

Actualmente se encuentra fuera de servicio, parece que nadie extraña este inmueble de “amor”. Si bien en su momento el Colonia Roma fue un lugar de referencia para la vida nocturna en la capital, gracias en parte a su precio (se podía conseguir un cuarto en 150 pesos), ahora hay una sobreoferta de hoteles de paso y moteles por toda la ciudad, para cubrir la demanda que exigen los numerosos clientes de la prostitución.

Al igual que el fenómeno del sexoservicio, la oferta de “love hotels” -como se les conoce a los hoteles diseñados exclusivamente para un encuentro carnal- es basta y variada, ideal para cualquier gusto y presupuesto: desde tiempo libre hasta media hora, o desde 800 hasta 100 pesos, aunque ello implique obviar la higiene de las habitaciones.

Como Letra Roja informó en entregas pasadas, la elección del hotel donde se desarrollará el servicio de una prostituta, no siempre es elección del cliente. Es decir, contrario a la máxima no escrita del comercio, aquí no siempre manda el que paga, en especial si se trata de zonas como Sullivan, donde el hotel o motel está predeterminado.

Barrio hotelero

Contrario a lo que se pudiera pensar, las chicas que ofrecen sexo desde la avenida James Sullivan, en realidad “trabajan” en otra colonia no muy lejos de ahí: la icónica Tabacalera. Famosa por su gran variedad de cantinas baratas, estas calles que igual alberga el Monumento a la Revolución, es también un espacio  territorial que de noche ve cómo van y vienen prostitutas.

Desde Paseo de la Reforma hasta Insurgentes y más allá, la oferta es grande, en parte gracias a la enorme cantidad de prostitutas que deambulan en sus calles. Algunos de los más concurridos por trabajadoras de Revolución y Sullivan, es el Hotel Ibiza. Con una diminuta alfombra roja en la puerta principal, un par de elementos de seguridad privada -que custodian- ven entrar y salir chicas de muchas zonas con un sinfín de clientes.

El tráfico de sexoservidoras por la calle Ponciano Arriaga, no se podría entender sin un acuerdo previo entre ambas partes. Dentro de un negocio como la prostitución, donde cada elemento debe estar colocado con precisión para acelerar la logística, no se puede perder tiempo en nimiedades como la habitación, en el entendido de que lo importante es la relación sexual.

De acuerdo con Jessica, una prostituta en la zona de Puente de Alvarado que conversó con Letra Roja, los hoteles crean acuerdos con ellas (o con padrotes y madrotas, según sea el caso) para hacerles un descuento por habitación, en ocasiones mayor al 50 por ciento, siempre y cuando las visitas sean constantes.

Este acuerdo toma relevancia si se considera que una habitación en el Ibiza se puede conseguir en 400 pesos durante un día normal. Es decir, si una sexoservidora en Sullivan cobra en promedio 650 pesos con habitación incluida, y costea de forma íntegra un cuarto en el Ibiza, le quedaría una ganancia de 250 pesos y por ende no representaría un buen negocio. Todo cambia si como dice Jessica, se paga la mitad del costo, ahí sí representa un ingreso considerable.

Otro inmueble frecuentado por mujeres de Sullivan es el histórico hotel Rosas Moreno en la colonia San Rafael. Lo que antes eran un complejo familiar con baños de vapor, ahora es uno de los lugares preferidos para el sexoservicio con un costo promedio de 160 pesos por habitación sencilla, casi cinco horas de uso, y una televisión con canales pornográficos, servicios comunes que todo cliente con experiencia en el ámbito espera.

Con un universo amplio de clientes y servicios, como WiFi o descuentos de cliente frecuente, en la Tabacalera y colonias cercanas como la San Rafael y Buenavista hay cuartos para todos. Está el Dorado en Orozco y Berra con una fachada más de casona vieja, por 100 pesos. El Pensilvania con su llamativa fachada y más de 40 habitaciones. El discreto Edison en la calle del mismo nombre. El lujoso New York que a pesar de cobrar 670 hace descuentos a clientes con prostitutas, o el triste célebre Hotel Royalty, donde en octubre pasado encontraron el cadáver de una mujer dentro de una habitación. Aquí puedes seguir leyendo.

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