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“Tiene que caer algo”, la esperanza del padre de un normalista desaparecido

Los padres salieron muy temprano de la iglesia de San Gerardo, donde durmieron anoche para iniciar la búsqueda al sur de la ciudad

Don Margarito Guerrero recorre otra vez Iguala para buscar a su hijo Jhosivani Guerrero de la Cruz, desaparecido el 26 de septiembre de 2014 justo en este lugar.

Los padres salieron muy temprano de la iglesia de San Gerardo, donde durmieron anoche para iniciar la búsqueda al sur de la ciudad. Esa iglesia resulta emblemática, es el lugar donde se concentran los familiares de los otros desaparecidos, organizados desde octubre del 2014 para buscarlos. Después de la desaparición de los 43 normalistas, Iguala se destapó como un cementerio clandestino.

Don Margarito finca esperanzas en el resto de la búsqueda: «a ver qué cae. Tiene que caer algo». Cuenta con esta ocasión unas ocho veces que buscan a sus hijos en Iguala, el mismo lugar de donde se los llevaron. Él ha recorrido los cerros en tres ocasiones, otras dos uno de sus hijos, y el resto, otros de sus familiares.

«Le digo que en el mero filo de ese cerro hay una bodega, donde los de la PGR no quisieron ir», dice el padre de Jhosivani señalando el cerro que invade la vista al norte de la ciudad, cuando la caravana paró a la altura del puente a desnivel de la carretera Iguala-Chilpancingo, en dirección al sur. 

El jueves por la tarde que llegaron a Iguala, don Margarito comparte que una de esas tres ocasiones que buscó en los cerros, y lo acompañó personal de la PGR, pararon cerca de la punta de un cerro de donde se asomaba una especie de bodega –una estructura de paredes de concreto y techo de lámina–. Asegura que le pidió a uno de los elementos de la Procuraduría que bajaran a buscar allí, pero le contestó que más tarde, que ya tenían hambre y debían comer. Hasta hoy no han vuelto a ese lugar, aclara don Margarito.

La compañía de la PGR en la búsqueda de los padres, es sinónimo a una brigada conjunta recorriendo en helicóptero algunas zonas detectadas con probabilidades de que los normalistas se encontraran allí. Bajaban y caminaban por alguna zonas, pero sólo donde indicaba el personal de la Procuraduría.

La primera búsqueda de don Margarito, es al día siguiente de los hechos en Iguala, el 28 de septiembre de 2014. Dos autobuses llenos de padres recién llegados de sus comunidades a Ayotzinapa viajaron a Iguala a buscar a sus hijos.

Don Margarito, su esposa Martina de la Cruz y su hija Anayeli, viajaban allí. A diferencia del resto de los padres, reconocer el cadáver de uno de los normalistas asesinados, porque entre los nombres que proporcionó la dirigencia estudiantil como una de las víctimas, estaba el de Jhosivani. 

Doña Martina entra ese día al Servicio Médico Forense (Semefo) de Iguala, toca las manos al cuerpo sin rostro y ojos, y supo que no era su hijo.

A más de 17 meses de que se llevan a su hijo, don Margarito se encuentra otra vez en una búsqueda. Recorriendo las calles entregando volantes informativos y pegando carteles, se queja de un dolor en el cuello que van hasta el brazo derecho que no lo deja dormirá desde las dos o tres de la mañana; se trata de un virus, dice, que contrajo en una caravana hacia Colima. Pero sigue caminando.

En total, 19 brigadas informativas dispersas en las colonias del sur de la ciudad, encabezadas por los padres. En las colonias Génesis, Getsemany y Acatempa, los padres reportan que familias les dijeron que ellos también saben lo que es tener familiares desaparecidos por la violencia en Iguala.

La evaluación de esta primera jornada de más de cinco horas la ofrece el abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, Vidulfo Rosales Sierra: «algunos elementos, datos mínimos, pero sin duda mejor experiencia y apertura de la gente».

La jornada de búsqueda y solicitud de información la diseñaron los padres para apelar a la conciencia de los habitantes de Iguala, de quienes pretende obtener datos que abonen a la investigación del paradero de sus hijos.

La búsqueda todavía continuará el sábado por la zona donde atacaron, asesinaron a tres normalistas y se llevaron a otros 43: Periférico Norte.

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