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Si decides cambiar cosas, es absurdo perder el tiempo en la oficina: Arne aus den Ruthen

 Arne aus den Ruthen, administrador de la demarcación capitalina de Miguel Hidalgo, donde ha echado mano de la red social Periscope para evidenciar faltas cívicas, denunció la existencia de una «hipocresía social donde todo el mundo sabe dónde están los problemas pero no pasa nada».

Declarado «enemigo absoluto de la corrección política», el director general de la administración se ha vuelto famoso por sus frecuentes retransmisiones en la red social, dentro de una iniciativa de la delegación para desenmascarar a los «vecinos gandallas».

«Nos gustaba vivir en la hipocresía, seguir pensando que era algún ente maligno el que nos generaba todos los males, y de repente descubrimos que somos nosotros mismos los que generamos con nuestras conductas anticívicas los males en nuestras calles», declaró en entrevista con Efe.

En sus retransmisiones ha destapado vecinos tirando basura a la calle o funcionarios que estacionan sus vehículos de manera ilegal, muchas veces irritando a «grupos de presión que pretenden seguir ejerciendo privilegios».

La Miguel Hidalgo es una zona céntrica que alberga embajadas, sedes de multinacionales y la casa presidencial de Los Pinos, tiene el PIB per cápita más alto de Ciudad de México , 330.000 habitantes y una población flotante de trabajadores que acuden a diario a trabajar allí.

El último de los revuelos vino esta semana, cuando la embajada de Belice se quejó de que el «city manager» retiró unos tambos encadenados a árboles que la institución empleaba para guardar espacio para sus vehículos, lo cual está prohibido.

Dice que no le importan los llamativos titulares que los medios que hacen a su costa -«a final de cuentas, si haces lo correcto, lo bien hecho va a acabar saliendo a la luz»- y se entretiene mirando los comentarios que escriben los lectores de los diarios digitales, entre los cuales despierta tanto amores como odios.

Guarda un as en la manga que condiciona, en gran parte, su actitud en el servicio público: no pretende seguir en política más allá de esta legislatura.

Arne aus den Ruthen, quien fue jefe de la delegación en el periodo 2000-2003, compitió sin éxito en las elecciones de 2015 para repetir en el cargo, pero la ganadora de la contienda, la exministra Xóchitl Gálvez, lo incluyó dentro de su equipo.

«Para hacer carrera política el chiste es no equivocarse», lo que implica «no hacer» ni decir nada, razona.

Sin embargo, «yo vivo de mi profesión, no de la política, no puedo dedicarme a esto de por vida», remarca el empresario, recordando que cuando se presentó a las elecciones se comprometió a donar su casa a una institución benéfica si incumple su palabra de no volver a postularse para un cargo público.

Nadie le ha llamado la atención para que frene su actividad en Periscope, aunque Gálvez le pidió que con las embajadas «fuera a un ritmo más moderado» por un mero «asunto de agencia», porque tras sus retransmisiones los diplomáticos piden una gran cantidad de audiencias para exponer sus quejas, comenta entre risas.

Gálvez y su equipo fueron cuestionados por la Comisión de Derechos Humanos capitalina, a quienes acudieron algunos de los «vecinos gandallas» alegando que las retransmisiones violaron sus derechos.

«Usamos Periscope para que los ciudadanos puedan ver lo que hace el gobernante, no es hacer escarnio de nadie», insiste, aunque reconoce que las personas que se encaran con él a veces acaban alcanzando la fama en las redes sociales y siendo bautizados con motes por parte de los usuarios.

Las redes sociales, comenta, «de entrada, no se pueden censurar», lo que sería «francamente una estupidez».

Como un protocolo de actuación «no puede venir de una autoridad que censure a otra», desde la delegación se han «autoimpuesto» unas normas de actuación.

Por eso, Arne aus den Ruthen va cargado en sus jornadas laborales -en las que cada día recorre una zona de la delegación- con tarjetas de diferentes colores que enseña a los infractores y que les informa sobre la normativa y la sanción por no seguirla.

«Puedes quejarte siempre que hagas algo para resolver el problema», reza su biografía en Twitter, por lo que anima a los ciudadanos a tomar la iniciativa porque «en tres años, nos vamos a ir nosotros del Gobierno, como máximo, pero los que se van a quedar viviendo son los vecinos».

«Que dejen esta actitud pasiva de ver el desorden y empiecen a participar en poner orden en su calle», alienta, aplaudiendo la «exigencia» que ya se empieza a formar en torno a ellos para que cumplan con su cometido.

Cualquier cambio, dice, «genera fricción», pero no hay que tener miedo a las «aguas turbulentas», sino mantener el rumbo, que para él es «el orden y la legalidad».

Hasta que estas aguas se estabilicen, él dejará de retransmitir solo «cuando se acabe la batería» porque, desde su punto de vista, «si decides durante tres años dedicarte a cambiar cosas, es absurdo perder el tiempo en la oficina». 

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