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La semana “horribilis” de Donald Trump

El precandidato se quejó de que le trata “muy injustamente” el aparato de su partido, que detesta la demagogia, la xenofobia, el gusto por el insulto y el carácter imprevisible del multimillonario

Tras pavonearse durante meses como líder de la carrera republicana por la Casa Blanca, el magnate Donald Trump vivió la semana pasada un auténtico calvario con polémicas y meteduras de pata a las que sus rivales han sacado un gran partido.

La mala racha del populista empresario, un neófito de la política que nunca ha ocupado antes un cargo público, empezó el pasado martes, cuando su jefe de campaña, Corey Lewandowski, fue acusado formalmente por la Policía de agredir a una periodista.

Lewandowski enfrenta cargos que pueden costarle hasta dos años de cárcel por «agarrar a la fuerza» del brazo a la reportera Michelle Fields cuando esta pretendía hacerle una pregunta a Trump al final de una rueda de prensa el pasado marzo en Júpiter (Florida).

Ajeno a las numerosas críticas que desató el caso, el magnate inmobiliario negó la agresión, rechazó despedir a Lewandowski para evitar que le «destrocen la vida» y acusó a Fields no sólo de exagerar los hechos, si no de ser una amenaza para su seguridad.

En medio de esa polvareda, el empresario neoyorquino rompió ese mismo día, durante un foro de la cadena CNN, su promesa de apoyar al candidato del Partido Republicano a la Presidencia de Estados Unidos en caso de que él no sea elegido, un giro que brindó más munición a su creciente legión de detractores en la formación conservadora.

El precandidato se quejó de que le trata «muy injustamente» el aparato de su partido, que detesta la demagogia, la xenofobia, el gusto por el insulto y el carácter imprevisible del multimillonario.

Para más inri, Trump incurrió en el mismo foro en una absurda contradicción: por un lado, reprobó la proliferación nuclear («Odio las armas nucleares más que nadie»); y por otro, abogó en favor de que Japón y Corea del Sur desarrollen armamento atómico en defensa propia.

Esos comentarios dejaron atónitos a los expertos y hasta el presidente de EE.UU., el demócrata Barack Obama, que esta semana acogió en Washington la IV Cumbre de Seguridad Nuclear, declaró que el magnate «no sabe mucho ni de política exterior, ni de política nuclear, ni de la península coreana ni del mundo en general».

Ya el miércoles, el empresario volvió a meterse en otro lío al declararse partidario en una entrevista de imponer «algún tipo de castigo» a las mujeres que abortan.

La opinión de Trump, favorable a la ilegalización del aborto salvo en casos excepcionales, suscitó reacciones inmediatas, como la de la precandidata demócrata a la Casa Blanca Hillary Clinton, que tildó sus palabras de «horribles y reveladoras».

Sus adversarios en la batalla por la nominación presidencial republicana, el senador por Texas Ted Cruz y el gobernador de Ohio, John Kasich, también arremetieron contra el magnate, a quien sus críticos acusan de misoginia y sexismo.

Cruz aprovechó el desatino para ridiculizar a Trump, expresentador del programa televisivo «The Apprentice» («El Aprendiz»), al compararlo con la estrella de la telerrealidad Kim Kardashian, muy aficionada a la red social Twitter.

«No hay duda de que Donald Trump es el candidato presidencial tipo Kim Kardashian. Se sienta ante Twitter y hace mucho ruido, pero no tiene soluciones para arreglar los problemas», espetó el senador, en alusión a la hiperactividad del empresario en la red social.

El caso es que Trump armó tal revuelo, que se vio obligado a retractarse y a aclarar posteriormente en un comunicado que el médico que practica el aborto «debería ser responsable legalmente, no la mujer».

La polémica del aborto deteriora todavía más la imagen negativa que el magnate -según las encuestas de intención de voto- tiene entre las mujeres , un grupo del electorado clave para ganar las elecciones.

Para colmo de gafes, tres litigantes interpusieron el jueves una demanda contra Trump, a quien acusan de instigar la violencia en sus actos de campaña, tras asegurar que fueron objeto de ataques e insultos racistas en uno de sus mítines el pasado mes en Kentucky.

La semana «horribilis» del controvertido precandidato también se reflejó en la publicación de varias encuestas que dan a Cruz como claro favorito en las cruciales elecciones primarias del próximo martes en Wisconsin, estado donde él parecía imparable hace poco.

El magnate anunció ayer en un mitin que su tercera esposa, la exmodelo eslovena Melania Knauss, hará por primera vez campaña en Wisconsin este lunes, con la esperanza de que ayude a arañar votos de última hora para afianzar su liderazgo en la pugna republicana.

«Ella va a hacer campaña. Nunca lo ha hecho antes. Va a ser fascinante. Llega Melania…», adelantó Donald Trump, que espera comenzar con mejor pie la próxima semana.

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