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Mancera y Aureoles, detrás de negociaciones para presidir PRD

Perredistas reconocieron que detrás de la designación del nuevo dirigente nacional del PRD están los gobernadores que aspiran a la candidatura presidencial de 2018, por lo que los dos bloques de “tribus” que disputan el lugar de Agustín Basave tienen el objetivo de preparar el terreno a estos presidenciables.

Es decir, detrás de designación de Alejandra Barrales a la presidencia del PRD está el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, quien a través de la corriente Vanguardia Progresista, el secretario de Movilidad del gobierno capitalino, Héctor Serrano, busca el control del partido.

Del otro lado, donde se promueve la candidatura de Beatriz Mojica o de Ángel Ávila, está la mano del gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, quien tiene una cercanía política con los chuchos.

Los mismos perredistas explicaron que la manera en cómo se está negociando la nueva dirigencia del sol azteca es la “clave” para entender este entramado político del sol azteca.

Las corrientes Alternativa Democrática Nacional (ADN), Vanguardia Progresista (VP), Izquierda Democrática Nacional (IDN) y una parte de Foro Nuevo Sol (FNS) unieron fuerzas para impulsar a Barrales.

Sin embargo, en este bloque “antichucho” también participa Patria Digna, UDENA, Frente de Izquierda Progresista y la Coalición del Frente Amplio Progresista, sin embargo ellos apuestan por Pablo Gómez al frente del partido.

El otro bloque interno, donde lleva mano la corriente Nueva Izquierda (los chuchos), el otro sector de FNS –es decir, la parte que apoya a Silvano Aureoles– y Los Galileos están respaldando primordialmente a Beatriz Mojica para que concluya el mandato original de Agustín Basave.

En ambos casos, los bloques negociadores no cuentan con los votos necesarios para imponer a un candidato, por lo que están obligados a negociar y ceder posiciones.

Los senadores del PRD, Zoé Robledo y Armando Ríos Piter, consideraron que antes de privilegiar posiciones políticas personales, las tribus deben dar el debate sobre el tipo de partido que se busca para enfrentar las elecciones del próximo año y principalmente la de 2018.

La previctoria

El chiapaneco Zoé Robledo explicó que en la designación del nuevo presidente del PRD no sólo se delinea el futuro del PRD; se determina lo que ocurrirá en las elecciones de 2018.

“Lo que se debería de estas privilegiando, más que las corrientes, más que las personas, debería de ser futuro del partido. Si hace alianzas ¿cómo se hacen? ¿a costa de qué? ¿A cambio de qué? Una alianza ha demostrado que sirve para lograr la alternancia, pero no sirve para lograr gobierno de coalición que persigan y que impulsen agendas de gobierno”, dijo.

En entrevista con La Silla Rota, añadió que las aspiraciones del Jefe de Gobierno y de los gobernadores perredistas son válidas y deseables, pero criticó que esta designación al frente del sol azteca se vea y se negocie como una previctoria rumbo al 2018.

“Las aspiraciones de los tres: del Jefe de Gobierno y los dos gobernadores (Michoacán y Morelos) son totalmente válidas y deseables. En un partido la competencia siempre procurará una mayor participación, un mayor debate, deliberaciones, contraste de proyectos y de personas, a lo cual nunca hay que rehuir”.

“Justamente se ha planteado que los liderazgos verticales, únicos, absolutos, son poco democráticos, entonces demostremos que aquí hay una definición que si es democrática, inclusiva, abierta y que no se determina a partir de lealtades a grupos, a proyectos o a corrientes, sino que es a partir de que es una idea de izquierda diferente a las otras.

Explicó que más allá de hacer “bandas” que apoyen a uno u otro candidato presidencial, se debe poner sobre la mesa la estrategia clave para que el próximo país sea perredista.

Esta misma idea la comparte, el guerrerense Armando Ríos Piter, quien sostiene que lo más importante, más allá de colocar aspirantes hacía 2018, es discutir el papel que jugará el PRD en 2018, con el propósito de quitar del imaginario colectivo la idea de que “el partido que va de salida”.

Aseguró que en esto momento el PRD está desdibujado, por lo que requiere de un perfil que sea identificado con el perredismo histórico que le regrese presencia, por lo que aseguró que Pablo Gómez cumple con ese requisito.

“(Esta percepción de medir fuerza) es una miopía que impera en un instituto político donde las corrientes y los grupos internos, como actores de decisión, viven más en la lógica de sus pesos y contrapesos, éxitos y fracasos, como entidades individuales y no como un proyecto partidista.

“El PRD ha dejado de ser un partido político y se ha convertido en una serie de islas que solamente generan puentes de entendimientos y acuerdos a partir de sus propios intereses y dinámicas de sobrevivencia”, reiteró.

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