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La columna de Ríos Piter: dignidad sin muros

 Donald Trump, candidato a presidente de los Estados Unidos por el Partido Republicano, se ha caracterizado por sus discursos llenos de odio e ignorancia en contra de los mexicanos. Ha dicho que desde México, llegan a su país “violadores y criminales”. Acusa a nuestros paisanos de quedarse con sus empleos. Llegó al límite de amenazar con una guerra, si el país no pagara la construcción de un muro que los “proteja” de la inmigración ilegal. 

También, ha propuesto incautar las remesas que son enviadas de Estados Unidos a México y que sirven de sustento a miles de familias y de comunidades en todo nuestro país. Ha propuesto anular de manera unilateral, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en caso de no conseguir un mejor acuerdo para su país. Donald Trump asegura que la escasez de empleos se debe al injusto comercio global, y que de ser electo reclamará los millones de puestos laborales estadounidenses y revivirá la industria, al poner fin a los subsidios con terceros países.

Hace un año, este discurso no era tomado en serio. Los dichos de Trump se consideraban propios de un extravagante y xenofóbico millonario, con pretensiones de incursionar en la política. Atraía miradas por su discurso de ataque, no por sus posibilidades reales de dirigir a los Estados Unidos. Hoy, es el candidato republicano y existen encuestas que lo ubican a corto margen de su contrincante demócrata, Hillary Clinton.

¿Cuál debería ser nuestra reacción como país? ¿Cómo proteger el patrimonio de los mexicanos radicados allá y a sus familias que dependen de ellos? ¿Cómo recuperamos liderazgo y reafirmamos ante el mundo, que México tiene dignidad y es capaz de tomar decisiones soberanas?

Es tiempo de retomar el camino. Fue un error histórico invitar a nuestra casa a Donald Trump, un huésped incómodo y deshonesto; pero mayor pifia sería no actuar en consecuencia para defender a nuestros connacionales y al país.

Ante esta amenaza inminente, el pasado martes presenté una iniciativa para defender los intereses del Estado mexicano contra acciones de gobiernos extranjeros. Es un buen momento para que el Congreso asuma su papel en materia de relaciones exteriores, y garanticemos que el vínculo entre ambos países se dé en un marco de amistad, pero también de mutuo respeto, justicia y reconocimiento de la valía de ambas partes.

Esta iniciativa prohíbe el financiamiento del muro fronterizo por parte del gobierno mexicano. De igual forma, en caso de expropiación de las remesas o aplicación de impuestos para su financiamiento, nuestro gobierno tendría la facultad de implementar medidas, frente a los nacionales de ese país en territorio mexicano, con el fin de compensar el daño causado, en la misma proporción que el gobierno extranjero.

Además, ante la terminación unilateral del TLC por parte de EE UU, facultaría al Senado de la República o al Ejecutivo Federal para poner a revisión todos los tratados de cooperación que tenemos con aquel país. El trabajo ahora será conseguir el respaldo y votos de los partidos representados en el Congreso para aprobarla.

La relación entre ambos países tiene raíces profundas: 12.2 millones de mexicanos, el 10 % de la población, vive en los Estados Unidos. Durante el año 2015, el comercio entre ambos países ascendió a casi los 540 mil millones de dólares. 14 millones de empleos estadounidenses dependen directamente del TLCAN. 

Existen muchas razones para proteger el papel que México debe jugar frente al mundo. Ante todo, estoy convencido de los beneficios de la relación bilateral que en 20 años del TLCAN, ambos países hemos construido.

Al mismo tiempo, frente al discurso de odio, México debe actuar con dignidad, y exigir respeto. Esa seguirá siendo la base de una relación fructífera entre países amigos y aliados. 

 

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