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Los jóvenes que nacieron en el sismo de 1985

Entre la múltiples pérdidas humanas que se dieron ese día también hubo varios bebés que nacieron incluso en los escombros

Cada 19 de septiembre en México nos cuentan lo mismo: la cantidad de muertos, los daños, el caos y la tragedia del terremoto.

Muy pocos piensan que ese día también hubo alegrías. Mientras la ciudad estaba sumida en la confusión y la desinformación, nacieron personas que llenaron de júbilo y felicidad a sus familiares.

Durante esa mañana la naturaleza fue implacable. Eran las 7:17 horas cuando un temblor de 8.1 grados en la escala de Richter sacudió los cimientos de la metrópolis que para esa época tenía diez millones de habitantes. Muchos aún despertaban en sus camas, otros iban a sus trabajos y los niños se preparaban para ir a la escuela, la ciudad despertaba y el terremoto los pillaba desprevenidos.

La Ciudad de México estuvo aislada del exterior durante cuatro días por una orden presidencial que impidió la entrada de cualquier ayuda internacional por temor a que se supiera la magnitud de la catástrofe.

El miedo más atroz que el gobierno tenía era que la FIFA cancelara el mundial de fútbol que se celebraría al año siguiente. Fue un error. Mucha gente quedó atrapada y sin posibilidad de ser rescatada ya que los equipos de salvamento locales no se daban abasto. No existía para el momento un escuadrón con personal suficiente para soportar semejante magnitud de tragedia.

Entonces, los chilangos, organizados como un potente batallón de rescate hicieron todo lo que estuvo a su alcance para ayudar y salvar a personas que pedían auxilio desde las profundidades de los escombros.

La solidaridad de la sociedad civil fue más valerosa que cualquier ente gubernamental. Aún así, para cuando llegaron los equipos de rescate del exterior, muchos ya estaban muertos.

El mundial no se canceló.

Han pasado 30 años desde la tragedia y estas personas cumplirán años este 19 de septiembre. Les cantarán «Las mañanitas» y soplarán las velas de un pastel. Todo estará bien. La muerte y la vida están siempre en el mismo escalón de relevancia, cuando naces, lo único garantizado con seguridad es tu muerte.

Daniela y Jimena Garfias

Fotografiadas en la esquina de Yucatán e Insurgentes, donde estaba un edificio que fue destruido por el terremoto.

«No estábamos planeadas para nacer ese día, pero nos adelantamos», cuentan las gemelas Jimena y Daniela Garfias.

Sólo un minuto de diferencia separa su salida al mundo: Daniela nació a las 6:28 y Jimena a las 6:29 de la tarde.

Alicia, su madre, me cuenta: «Su nacimiento no debía ser hasta la primera semana de octubre, pero el temblor lo cambió todo.

Esa mañana estaba sola en nuestro departamento en un séptimo piso en la Colonia Polanco. Ahí se sintió pero no tanto como en otros barrios. De hecho, yo no pensé que había sido tan grave. Después de eso no pude localizar a nadie de mi familia.

No había radio ni televisión y mi esposo había llevado a mi otro hijo al colegio. Después de algunas horas la angustia me provocó contracciones y rompí fuentes. Sola, bajé como pude las escaleras a buscar a alguien que me ayudara a llegar al hospital Santa Mónica, muy cerca de mi casa. Mi marido llegó en ese momento y conseguimos un auto que nos trasladó. Tardamos dos horas en llegar, más o menos, y eso que quedaba al lado. En el trayecto pude ver que todo era un desastre. La gente gritaba y caminaba como perdida. Una vez en el hospital, no había mucho personal porque muchos no pudieron llegar y otros buscaban a sus familiares.

La enfermera que me atendió lloraba porque no sabía nada de sus padres que vivían en el centro, pero su vocación la hizo estar a mi lado. Nunca supe si sus padres fallecieron. No había luz en el lugar. Después de mucho rato llegó mi doctor y me metieron al quirófano.

Me durmieron de la cintura para abajo. La luz se iba y volvía, era como un sueño no deseado. Daniela nació bien pero Jimena estuvo muy delicada. Esa noche estuvo muy grave pero se recuperó. Fue un momento muy triste, me llevó cerca de cinco años superarlo hasta que empecé a festejarles sus cumpleaños. Vi a muchas madres perder a sus hijos y eso me hizo sentir especial y bendecida.

Siempre les he dicho a las muchachas que den el 100 por ciento, porque por alguna razón poderosa ellas vivieron».

LA NOTA COMPLETA LA PUEDES ENCONTRAR AQUÍ

Este texto se publicó en septiembre de 2015

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