Luego de un mes de que ganara el “No” en Colombia, Matías Aldecoa, integrante del Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), expuso en entrevista para Publimetro que no se rendirán hasta lograr el camino a la paz.
¿Cómo vive un guerrillero de las FARC? ¿Y cómo se imagina su vida después del conflicto?
– Los guerrilleros y guerrilleras vivimos de manera austera, la organización nos garantiza la comida, el vestuario, la salud y demás elementos básicos para adelantar la lucha. Somos profesionales de la revolución y las finanzas que ha conseguido la organización no se distribuyen entre los individuos sino que se destinan al financiamiento de los planes militares y políticos.
Esta condición no cambiará sustancialmente cuando estemos adelantando nuestra actividad política por la vía no armada. En el nuevo contexto de fin de la confrontación armada, el énfasis de mi actividad puede ser político y organizativo en dirección a fortalecer el nuevo proyecto que se fundará a partir de la dejación de las armas.
¿Por qué es importante que se logre el acuerdo de paz?
– La paz es un derecho sin el cual los demás quedan vulnerados o amenazados. Toda sociedad necesita la paz para edificarse y mejorar la calidad de vida de sus pobladores, avanzar en la educación, la cultura, la investigación científica, el deporte.
Pero en Colombia la paz tiene una significación especial: superar la concepción del ejercicio del poder de la clase dominante sustentada en el crimen, el atentado personal y el genocidio contra los opositores.
En la era republicana sucedió desde el atentado contra el Libertador Simón Bolívar en 1828 y el asesinato al mariscal Antonio José de Sucre en 1830. Durante los siglos XIX y XX y lo que va corrido del actual, ha predominado esa forma de ejercer el poder. Si lo contenido en los puntos 2, 3 y 5 del Acuerdo respecto de superar esta estrategia de poder se aplica, habremos dado un salto en el camino de la civilidad y la justicia.
¿Cuál es su opinión respecto a la victoria del «No» en el plebiscito por la paz?
– Hay varios factores que explican ese resultado, los cuales se han podido identificar después de conocer, por un lado, la forma en que adelantaron la campaña los promotores del No, y por el otro, la reacción del pueblo colombiano volcándose de manera espontánea a las calles exigiendo que no se vuelva a la guerra y que se implemente lo acordado en La Habana entre el Gobierno del presidente Santos y las FARC-EP.
Hubo manipulación de los electores con engaño, provocándoles temores infundados, acudiendo a despertar en ellos emociones primarias más que entendimiento racional de los acuerdos. Además, por parte del Gobierno la campaña por el Sí fue tardía, limitada y errada. En nuestro caso, tuvimos escasos medios y tiempo para realizarla. Y por supuesto que a un sector representativo de los promotores del No les afecta el contenido de los acuerdos, allí está el origen de la estrategia de la campaña contra la posibilidad de poner fin al conflicto armado.
¿Los resultados reflejan el rechazo de una parte de la sociedad colombiana a las FARC-EP?
– Efectivamente, es inevitable que un sector de la clase que ha usufructuado el poder y que se ha valido de la guerra para acumular más riquezas, rechace las propuestas de democratización política y económica que contienen los acuerdos y que encarnan parte de las aspiraciones de las FARC-EP.
Ese sector que ha instrumentalizado la guerra y que organizó los escuadrones de la muerte tiene mucho miedo de comparecer ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para asumir sus responsabilidades en el conflicto y a responder por los crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad de su autoría.
¿Los guerrilleros que hayan cometido crímenes de guerra deben ser amnistiados o castigados por la justicia?
– La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) es precisamente para identificar cuáles casos constituyen delito de lesa humanidad o grave crimen de guerra y adelantar juicios respecto de estos delitos que no son amnistiables. Quienes los hayan cometido, sean guerrilleros, integrantes de la Fuerza Pública o civiles vinculados al paramilitarismo, si aportan la verdad sobre los hechos, pueden recibir una sanción restaurativa y reparadora de entre 5 y 8 años. En los casos que no exista reconocimiento de verdad y responsabilidad y se demuestre culpabilidad, el acusado puede ser privado de la libertad hasta por 20 años.
¿Alcanzar la paz significa la renuncia de los objetivos políticos y económicos por los cuales surgió las FARC-EP?
– Todo lo contrario, alcanzar la paz para Colombia ha sido una de nuestras metas; ella representa un paso importante en la superación de las causas que originaron nuestro alzamiento armado: abre las puertas a la participación popular y restablece el derecho a hacer oposición política sin ser perseguido ni asesinado. Contempla una reforma rural integral que hace justicia con las poblaciones del campo despojadas de la tierra y sumidos en la pobreza. La paz ofrece un contexto más favorable para avanzar hacia la construcción de una sociedad con justicia social y democracia.
En diversos comentarios en redes sociales y de la clase política colombiana se critica el hecho de que el acuerdo otorgaría curules al partido político que surja de la guerrilla. ¿Por qué se debe garantizar la participación política de las FARC-EP? ¿Y qué piensas de dichas críticas?
La esencia de las FARC-EP es política, mediante las armas combatimos por unos objetivos y seguiremos luchando por ellos sin las armas. No fuimos vencidos en el campo de batalla y un sector importante de la población colombiana se identifica con la plataforma política que hemos enarbolado y está dispuesto a seguir acompañando nuestras batallas. Quienes se oponen a que tengamos representación parlamentaria encarnan una concepción conservadora, anacrónica, que se niega a hacer de Colombia un país incluyente, garantista de los derechos y libertades de toda la ciudadanía.
¿Cuál es su sentir respecto de la manifestación que realizaron, en diferentes ciudades de Colombia, universitarios y organizaciones sociales en apoyo al «Sí»?
– Con esas manifestaciones masivas y espontáneas el pueblo está notificando al Gobierno y a la nación entera que la paz no sólo es su anhelo sino que no la dejará escapar. Son todos los sectores sociales quienes están defendiendo los acuerdos firmados el 27 de septiembre y exigen implementación ya. Con esta movilización masiva y permanente se ha infringido una derrota a quienes quieren seguir bañando con sangre humilde el suelo patrio.
Más allá del acuerdo, ¿con qué tipo de acciones las FARC-EP buscarán reparar integralmente a las múltiples víctimas que ha dejado el conflicto?
No hay que perder de vista las conclusiones de la Comisión Histórica que encontró en el orden social vigente las causas más profundas del conflicto. Lo que responsabiliza en primer plano al Estado, quien además ha provocado directamente el 85% de las víctimas. Nuestras acciones apuntan a la reparación moral a través de la verdad y peticiones de perdón; y material, mediante acciones restauradoras –en el marco de la JEP- en las comunidades que sufrieron con más intensidad las consecuencias de la confrontación.
¿Cuál cree que es la imagen que se tiene de las FARC-EP en otros países latinoamericanos?
– La intervención de los Estados Unidos en la guerra contrainsurgente de Colombia ha tenido la máscara de guerra contra el narcotráfico, primero, y después, a partir de las Torres Gemelas, contra el terrorismo. Se aprovechó al máximo los desarrollos tecnológicos y el poder de los medios de comunicación -tan sofisticados en nuestro tiempo- para desprestigiar a las FARC asociándonos con el terrorismo y el narcotráfico y negándonos la condición de organización política, desconociendo también la existencia del conflicto armado en Colombia.
A partir del inicio de las conversaciones de La Habana el Gobierno de Juan Manuel Santos tuvo que reconocer la existencia del conflicto y nuestra condición política. En estos últimos cuatro años de negociaciones el mundo ha podido escucharnos y conocer nuestras propuestas y planteamientos recogidos en los Acuerdos, y hoy nadie puede negar que somos una organización revolucionaria que ha luchado con las armas por construir una sociedad más equitativa y que seguiremos trabajando por esos propósitos mediante la lucha democrática legal.
¿Qué mensaje le daría al pueblo mexicano sobre este proceso que se vive en Colombia?
– En primer lugar, un mensaje de solidaridad porque el hermano pueblo de México atraviesa una etapa dolorosa que la sufrimos también en Colombia. La altísima corrupción, el narcotráfico y el vínculo de éste y su violencia consustancial con las instituciones del Estado y dirigentes de las élites gobernantes, están desangrando al pueblo y golpeando las organizaciones populares. Pero también le envío un mensaje de optimismo.
En nuestro país el pueblo derrotó militar y políticamente la estrategia paramilitar y está imponiendo la paz a las clases que han implementado la guerra para causar despojo y acumular riqueza. Los pueblos de Nuestra América tienen una misma historia y les asiste un destino común, que no puede ser otro que el de la hermandad para erigirnos como región independiente, bajo los principios de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. Fueron los sueños que empezaron a labrar nuestros próceres como Bolívar, San Martín, Artigas, Morelos, Martí y tantos otros que en su momento nos señalaron la ruta de justicia y dignidad que otros extraviaron. Debemos reencontrarla.
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