¿Cómo blindar el tema de los migrantes con la llegada de Trump a la presidencia?
– El asunto es complejo y se va a complicar más porque vamos a tener la presión de la frontera. De todas maneras todavía no sabemos si va a hacer lo que dijo y si efectivamente lo hará de manera mecánica, es decir, con la construcción del muro, deportaciones o si lo hará a través del control de las remesas, que es una posibilidad.
En todo caso México debe estar listo para recibir a la gente que por decisión propia o por decisión del nuevo Gobierno de EU va a regresar a México y que se va a añadir a la importante cantidad de personas Centroamericanas que cada año, cada día, buscan pasar a los Estados Unidos.
En los años ochenta, nuestro país y su diplomacia tuvieron aciertos muy importantes en materia de plantear el tema de la corresponsabilidad en la materia de drogas, el discurso de EU era bilateral y condenaba a los países productores y distribuidores, pero no se hacia cargo del tema de consumo en su propio territorio y de dos factores importantes: los precursores, las sustancias que permiten que se factura de las drogas y el tema de las armas, que también vienen de allá.
Ese discurso de corresponsabilidad si bien no resolvió el problema, al menos ayudó a que se viera como un problema compartido y no nada más de Latinoamérica o de los países países que trafican droga, en el caso de los migrantes creo que el tema es muy similar, porque los migrantes se producen en gran medida por las condiciones de pobreza que existen en nuestro país y que son motivadas también por la política extractivista de los países centrales y se vuelve un circulo vicioso, porque estos desplazamientos que se dan en lugar de fomentar fuentes de riqueza o de convertirse en espacios que puedan generarla a los países, se convierten en ejercicios de extracción que se llevan de los países pobres las materias primas y capitalizan las riquezas en otros países.
Esas personas que viven en estos lugares son las que tienen que ir a buscar un entorno económico más favorable, entonces resulta cuestionable que un país como EU se niegue a abrirles las puestas a ofrecerles una mejor calidad de vida. La solución debe ser global, como en el caso de las drogas porque estos fenómenos se hacen imposibles de resolver si no se asume un criterio de corresponsabilidad.
¿Cuál es el panorama de México en materia de derechos humanos?
– Como hace muchísimo tiempo no pasaba, tenemos una crisis que se ve en varios flancos y que no tiene precedente. Por una parte, está el contexto de violencia que se empezó a generar a principios de este siglo. Este sexenio pensábamos que sería el más violento, pero no contábamos con que en lo que va de la actual administración el número de muertos se duplicaría y el problema de las desapariciones estaría sin resolverse todavía.
Ahora añadimos al problema original de las desapariciones como fenómeno de victimización, procesos de revictimización institucional.
Aunado a esto, poca capacidad de respuesta de las instituciones frente a la situación de los desaparecidos, un problema gravisímo de desplazamiento que no está medido pero que implica que millones de personas hayan tenido que dejar sus lugares en los que habitaban para buscar una situación más pacífica en otros estados de la República o definitivamente fuera. Entonces, por una parte tenemos este contexto de violencia debido a la violencia y criminalidad organizada como a la inacción o la acción equivocada de las autoridades que se supone que deberían de resolverlas.
¿Qué hay de los nuevos conflictos?
– Estos están asociados con los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Son un poco menos visibles, pero tienen que ver con la apropiación de tierras, el despojo que sufren comunidades indígenas a lo largo del país a partir de los megaproyectos que incluyen la minería a cielo abierto, los parques eólicos, las presas, etc, que ha generado una importante cantidad de conflictos que se dan con las comunidades originarias.
Estas problemáticas son interesantes porque no estamos hablando de violación de hechos clásicos, son hechos que se cometen, generalmente, por empresas pero con la anuencia del estado y que generan desplazamiento y conflictos que se convierten en fuente de detenciones, como un círculo vicioso de criminalización de los grupos que protestan.
Asociado a esto, los desarrollos que se dan en el desarrollo de la industria turística o la infraestructura urbana que producen efectos importante en temas como el agua, la gentrificación, es decir, la conversión de zonas tradicionales en barrios de mayor estatus que dan paso a los comercios y condominios caros, que se vuelven especie de cotos, lugares que cuentan con múltiples servicios, aveces hasta escuela y parques dentro de estos lugares. lo que crea entornos completamente aislados de la zona depresión económica de donde generalmente se encuentran.
Para cerrar el círculo, llama la atención la manera en la que el Estado se ha negado, sistemáticamente, a recibir las recomendaciones de los organismos de Naciones Unidas, a descalificar a los propios grupos que ha invitado a tratar de resolver problemas como es el caso del GIEI o del grupo argentinos de forenses o de los relatores de la ONU.
Francamente el panorama no se ve nada bien y además hay sectores importantes que están resintiendo en buena medida la crisis: los migrantes que están expuestos a abusos por parte de los agentes de inmigración como de grupos de criminalidad organizada que están secuestrando y matando.
El otro grupo que está en situación compleja es el grupo de quienes se dedican a la libertad de expresión, reporteros y reporteras que están expuestos en los Estados de manera muy notoria como es el caso de Veracruz, Guerrero y la exposición frente a grupo de cuerpos de policía que están coludidos con la delincuencia organizada que prácticamente convierte en un riesgo permanente el transito por las carreteras del país.
¿Cómo salir de la crisis?
–El tema es complejo, pero primero hay que reconocer la magnitud del problema. Es sorprendente cómo el Estado mexicano se ha negado a ver los datos, por lo menos a aceptar los niveles que ha alcanzado la violación de derechos humanos y mientas no se reconozca la existencia del problema, será muy complicado.
¿Tenemos atrasos?
– Tenemos más de 20 años, por lo menos, tratando de capacitar a las policías y hoy todavía no podemos decir que tenemos una policía confiable a nivel federal y mucho menos a nivel estatal o municipal, tenemos 20 años, quizá un poco más, tratando de reformar el tema judicial. Se emprendió una gran reforma en 2008 que debió haberse culminado este año al entrar el nuevo sistema de justicia y lo que podemos ver es que los servidores públicos no están capacitados y que el sistema está generando muchas criticas porque se piensa que es un generador de impunidad.
¿Cómo ve la creación del Sistema Nacional Anticorrupción?
– Tenemos mucho tiempo hablando sobre leyes y sistemas anticorrupción y tenemos casos en los que los gobernadores, como nunca, francamente no recuerdo otro momento en el que hayamos perseguido a tantos gobernadores y exgobernadores por hechos de corrupción en sus estados, mientas esto no se reconozca difícilmente vamos a tener mecanismos de solución.
Un factor fundamental es la capacidad que las organizaciones civiles tengan, no solamente para colocar los problemas sino para ir construyendo soluciones, un buen ejemplo se está dando en el Sistema Nacional Anticorrupción, que convocó a ciudadanos que tendrán como tarea elegir a otros ciudadanos para que conformen el consejo que será el visor de las acciones del propio sistema, avanzamos porque se ciudadaniza, habrá que ver en qué medida el Estado responde nombrando gente que tenga perfil autónomo y con compromiso real de acabar con la corrupción.
Esto va a significar que caigan algunos que sean procesados, llevados ante la justicia, porque el mensaje que queda es de impunidad, en todos los niveles se lee como: ¡aquí no pasa nada, pueden desaparecer 43 estudiantes, saquear las arcas de un estado y sigue sin pasar nada!.
¿Qué tan complejo es?
– El problema se dejó crecer demasiado. No hay soluciones fáciles y lo que hacen las instituciones es resolver a muchos particulares, pero tenemos que pasar de un modelo de solución caso por caso a un modelo de soluciones estructurales, un modelo que estudia la realidad, que mira los problemas y que plantea soluciones de carácter estructural. Hay que empezar en algún momento porque hemos perdido décadas que debimos aprovechar para tener instituciones mucho más solidas hoy. Es increíble que después de todo lo que hemos pasado todavía no tengamos instituciones confiables y que nuestro procurador de justicia llegue en condiciones de cuestionamientos, una serie de situaciones que como país debimos superar hace tiempo.