Tuvieron que pasar 11 años para que la afición mexicana disfrutara de un duelo de NFL y correspondió a las expectativas colmando el renovado Estadio Azteca que no le pide nada a los de primer mundo.
Las puertas se abrieron a las 16:30 mientras los seguidores de Raiders y Texanos esperaron ansiosos el momento de volver a vivir el sueño de la mejor liga de futbol americano, por ello las calles aledañas se pintaron de negro y plateado en su mayoría, aunque el azul y blanco de Houston no desentonó.
Con un dispositivo de máxima seguridad interpuesto por el Gobierno de la Ciudad de México buscaron darle mayor fluidez a la llegada de los más de 76 mil seguidores que colmaron el Coloso de Santa Ursula, aunque por algunos momentos se dieron confusiones, sobre todo para quienes llegaron en automóvil.
Adentro del Azteca hubo desde atractivos espectáculos musicales hasta regalos de los distintos patrocinadores para arengar a la compra de sus artículos.
En la reventa los precios llegaron hasta los 130 mil pesos en los lugares más exclusivos del inmueble dejando en claro que la NFL no es para todos los bolsillos.
Ya en las gradas el público se inclinó de un solo lado y es que los seguidores de los malosos cumplieron a cabalidad con el apoyo para Oakland que empezó titubeante el duelo pero al final se llevó el triunfo.
El medio tiempo tuvo la interpretación de una banda de niños poblana que realizó un maravilloso show, aunado al par de mosaicos que se dieron gracias a la colaboración de los fanáticos siempre participativos.
El corazón de los mexicanos se colmó por el espectáculo que ambos equipos demostraron. El regreso de la NFL fue un éxito y salvo un desadaptado que quiso amargar la fiesta con un láser sobre el rostro del mariscal de campo de Texanos, Brock Osweiler, los 11 años de espera bien valieron la pena para decirle a la NFL que México está listo para volvernos a recibir.
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