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Conforme las Maldivas ganan turistas, están perdiendo sus playas

Desde el recibidor de su pequeña casa de huéspedes a unos 30 metros de la playa, Mohamed Nizar, de 52 años de edad, se preguntaba cuánto tiempo podía seguir siendo viable su negocio

El año pasado, durante una tormenta inusualmente desagradable, el agua serpenteó por las estrechas calles de Guraidhoo, una pequeña isla en las Maldivas, estancándose en el piso de la casa de Mohaned Nizar, la cual cuenta con tres recámaras, lo que ahuyentó a los huéspedes.

A lo largo de la playa, el panorama era aún peor. La erosión de la costa se ha vuelto tan grave, dijo, que el dueño de una casa de huéspedes vecina entierra bidones de plástico en la arena para frenar la inundación durante las crecidas del mar.

“Lo que es la laguna ahora era el campo de fútbol de esta isla”, dijo Nizar en una tarde reciente. “Tendré que dejar esta casa de huéspedes si sigue erosionándose. Estoy seguro de ello”.

Las casas de huéspedes han proliferado en todo este archipiélago en el océano Índico, conforme las Maldivas cambian de atender a los súper ricos y dan la bienvenida a los viajeros conscientes de su presupuesto.

Pero a diferencia de las islas con centros turísticos, que gastan millones de dólares en construir rompeolas, dragar arena y contratar biólogos marinos, las islas con casas de huéspedes a pequeña escala dependen en su mayor pate del gobierno para su protección de la erosión de las playas y el ascenso de los mares, fenómenos que muchos en Guraidhoo atribuyen al cambio climático.

Los residentes dicen que hay disponibles fondos para proyectos de conservación en forma de impuestos turísticos, pagados a través de los dueños de negocios al gobierno. El problema, dicen, es que es poco claro a dónde va el dinero; o si finalmente puede salvar al país más bajo del mundo.

“Si las Maldivas no existieran, no estaríamos perdiendo solo a 400 mil personas”, dijo Maeed Mohamed Zahir, director de activismo en Ecocare, una organización ambiental con sede en Malé, la capital.

“Estaríamos perdiendo una nacionalidad, una identidad, una historia cultural, un idioma, una escritura”, añadió. “Estaríamos perdiendo las playas. Estaríamos perdiendo las palmeras de cocos. Estaríamos perdiendo todo”.

Durante la mayor parte de la historia de las Maldivas como destino turístico, su gobierno prohibió a los visitantes hospedarse en las 200 islas habitadas por los residentes locales. En vez de ello, los extranjeros eran transportados en ferris a islas turísticas de propiedad privada donde las villas que sobresalen del océano son la norma.

Pero después de la elección en 2008 de Mohamed Nasheed como presidente, ⎯ el primer líder democráticamente elegido después de 30 años bajo una autocracia ⎯, se aprobó una ley que permitía a los residentes abrir casas de huéspedes.

Aunque la industria turística sigue dominada por las villas rentadas por miles de dólares por noche, los extranjeros pueden reservar alojamientos más modestos por apenas 30 dólares. Unas 400 casas de huéspedes están registradas en las Maldivas.

Como las casas de huéspedes inyectan efectivo en las economías locales y ofrecen mayores oportunidades de empleo fuera de la industria de los centros vacacionales, muchos esperan que este nuevo generador de ingresos haya llegado para quedarse. Esto es, por supuesto, si las islas permanecen por encima del agua.

En 2015, para ayudar a financiar los proyectos de conservación y manejo de desechos en las Maldivas, el gobierno aprobó un proyecto de ley que cobra un “impuesto verde” a los turistas que visitan los centros vacacionales. Por cada noche reservada, los turistas pagan 6 dólares. El año pasado, las casas de huéspedes, que inicialmente estaban exentas de la política, fueron agregadas a la lista de las empresas que pagan el impuesto verde a una tarifa con descuento de 3 dólares por noche.

Guraidhoo tiene una población permanente de alrededor de mil 900 personas, pero cuenta con 12 casas de huéspedes y otros mil visitantes diarios. Pero los residentes dicen que el gobierno no ha iniciado trabajos en su isla.

“Es muy sencillo”, dijo Mohamed Solih, de 50 años de edad y dueño del Ithaa Beach Inn. “La gallina que pone más huevos de oro tiene que ser alimentada más. Así que las islas que pagan impuestos turísticos deberían ser una prioridad en las iniciativas de protección de la costa del gobierno”.

Al preguntarle cómo se gastan los impuestos verdes, el Ministerio de Medio Ambiente dirigió las preguntas a la Agencia de Protección Ambiental del país, la cual las dirigió al Ministerio de Finanzas, dependencia que  declinó hacer comentarios pese a repetidos pedidos. Una revisión de la propuesta de presupuesto de 2017 del país no produjo información sobre a qué se asignan los ingresos del impuesto verde.

Entre las preocupaciones expresadas por los residentes de Guraidhoo están una temporada de monzones­—cambio en la dirección de los vientos— que se ha vuelto más errática e intensa, y la degradación del sistema de arrecifes, el cual actúa como una protección natural contra el ascenso de los mares. También hay problemas con la erosión, la cual los residentes atribuyen a la intensificación de las tormentas, las modificaciones de los puertos e incluso a las prácticas de protección de la costa en otras islas.

Mirando hacia la isla de Kandooma, que está separada de Guraidhoo por un delgado canal, Solih dijo que creía que parte del problema de la erosión podía atribuirse a la arena que se está dragando al cercano Holiday Inn Resort.

“La erosión en esta isla está muy conectada al trabajo de desarrollo hecho en ese centro vacacional”, comentó. “Kandooma es una isla de piedra de coral, no una isla de arena como ve ahora. Dragaron arena y bombearon arena y recuperaron las playas. Después de eso, la erosión se convirtió en un gran problema aquí”.

En el centro vacacional, Mohamed Shahid, un biólogo marino que supervisa los proyectos de protección de la costa, dijo que el dragado de arena no estaba erosionando la costa de Guraidhoo, pero reconoció que la relación entre las islas había sido ocasionalmente fría.

“Hemos tenido muchas discusiones con las autoridades locales en ese lado”, dijo, y añadió que Guraidhoo dispone inadecuadamente de la basura, lo cual afecta al centro vacacional. “Tratamos de ser diplomáticos. Algo así como que les ayudamos y ellos nos ayudan”.

En un reciente recorrido por el Holiday Inn, Shahid se mostró entusiasmado por la tecnología usada para proteger Kandooma. Aparte de usar una máquina de dragado, que estimó costó varios cientos de miles de dólares, se han erigido rompeolas de concreto en ciertos puntos cerca de la playa.

En total, Shahid dijo que el presupuesto operativo para erigir la protección de la costa en el centro vacacional superaba muy probablemente el millón de dólares.

En una tarde reciente, un grupo de hombres con piel curtida por el clima y pertenecientes al concejo de Guraidhoo estaban tendidos en la playa, mascando nueces de areca y discutiendo la agenda de la semana siguiente.

Hussain Yameen, de 26 años de edad, el enjuto presidente del concejo, dijo que había sido difícil llegar a un acuerdo con el centro vacacional porque, en parte, cree que sus obras tienen la autorización de la Agencia de Protección Ambiental. Pero su rostro se iluminó cuando se le preguntó por los proyectos futuros en la isla, diciendo que esperaba que Guraidhoo tuviera protección de la costa para fines de este año.

“En este momento, estamos tratando de obtener la aprobación del gobierno”, dijo. “Tenemos un plan para el desarrollo de esta isla. Toda la isla estará protegida”.

Cerca del agua, Mohamed Shareef, de 37 años de edad, quien vive en una casa en la playa con seis miembros de su familia y 18 inquilinos, fue menos optimista sobre su probabilidad de permanecer ahí.

Conforme el agua se acerca a su casa, ocasionalmente lamiendo los escalones que conducen al pórtico, los isleños han empezado a apilar trozos de concreto de edificios demolidos y piezas de mosaicos rotos a lo largo de la costa para crear un rompeolas improvisado.

Shareef expuso que las discusiones sobre la conservación de Guraidhoo no debería limitarse a las casas de huéspedes, que típicamente están construidas más cerca de la costa.

“Si se erosiona otro metro y medio de playa, las olas entrarán en mi casa”, dijo, señalando hacia el lugar, sobre un extensión de agua color turquesa, donde estaba antes un helipuerto. “Si el gobierno quiere hacer algo, no debería ser porque ahora los turistas vienen a esta isla”.

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personas habitan permanente Guraidhoo, pero cuenta con 12 casas de huéspedes y otros mil visitantes diarios.

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