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Los drones matan, sí, pero también rescatan, hacen investigación y entretienen

Un día de 1945, la tripulación del portaaviones Intrepid se reunió en la cubierta para una fotografía grupal con lo que parece ser un avión de modelismo, no mucho más grande que los aviones de radiocontrol que los aficionados habían estado volando desde los años 30. Era un drone (zángano en español)

Llamado así por el zumbido que hacía al volar, y fabricado por miles durante la Segunda Guerra Mundial, servía como blanco a control remoto para los artilleros.

El dron parecido a un juguete tenía una función estupenda. Si los artilleros no lograban derribarlo, un operador en cubierta podía enviar una señal de radio que liberaba un pequeño paracaídas, permitiendo que el dron descendiera flotando y pudiera ser recogido y reutilizado.

El real, prestado por el Museo Nacional de la Aviación de Modelismo en Muncie, Indiana, cuelga por encima, un ideal punto de partida para “Drones: ¿El cielo es el límite?”, una amplia y fascinante exhibición a bordo del ex portaaviones, ahora convertido en el Museo Intrepid del Mar, el Aire y el Espacio que estará abierta hasta el 3 de diciembre.

La exposición es oportuna. Parece como si las noticias de cada día incluyeran reportes de un ataque con drones militares, o avances en el plan de Amazon para establecer un sistema de entregas con drones de paquetes pequeños. El futuro está aquí, en lo que se refiere a los drones.

La exposición “Drones” pone la tecnología en contexto, proveyéndola de historia y analizando sus proliferantes usos, tanto benignos como malignos. En todas sus formas y tamaños, los drones pueden medir la intensidad de los huracanes, contar pingüinos, buscar fallas estructurales en las plataformas petroleras y entregar medicinas salvadoras en aldeas selváticas remotas. Han invadido las artes. Ocho pantallas de lámparas circulares, cada una en torno a un dron, ejecutaron una compleja coreografía aérea en “Paramour”, el espectáculo de Broadway del Cirque du Soleil que concluyó en abril.

La exhibición incluye una de las pantallas, para una inspección más de cerca, pero el plato fuerte en su cobertura de las artes es Volantis, el “vestido volador” diseñado por Lady Gaga y dado a conocer en ArtRave, un evento de 2013 en un almacén de Brooklyn. En un video del viaje inicial, proyectado en una pared cercana, Lady Gaga, usando botas de vinil blancas y un casco blanco, entra en un torso voluptuosamente delineado de fibra de vidrio blanca modelada unido a una pequeña plataforma. Con la participación de seis drones en los brazos extendidos, asciende a una altitud de  crucero de alrededor de un metro, con Lady Gaga pareciéndose mucho al mascarón en la proa de una nave espacial. Es, innegablemente, un gran momento.

La exhibición fue organizada por Eric Boehm, el curador de aviación del museo, quien colaboró con Mary L. Cummings y Alexander J. Stimpson. Cummings, conocida como Missy, es una ex piloto de combate de la Armada que ahora dirige Duke Robotics y el Laboratorio de Humanos y Autonomía en la Universidad de Duke. Stimpson es un científico investigador en el departamento de ingeniería mecánica y ciencias de los materiales en Duke y socio, con Cummings, en Autonometrics, una compañía que asesora a clientes sobre sistemas autónomos.

“Drones”, como los dispositivos alucinantes que presenta, cubre mucho terreno, con justa la necesaria desviación hacia la cultura popular, el futurismo estilo “Los Supersónicos” y la interacción práctica para impedir que la exhibición se convierta en un catálogo de drones.

Para los interesados en el tema de la mecánica, sin embargo, hay muchos equipos. Es imposible evitar el Gyrodyne QH-50, un helicóptero antisubmarinos drone (o DASH, por su sigla en inglés), el cual vio décadas de servicio durante la Guerra Fría, a partir de fines de los años 50. Achaparrado y amenazador, pese a sus colores brillantes, cabe en embarcaciones más pequeñas que no pueden transportar aviones piloteados. Dos bombas de profundidad nucleares en el tren de aterrizaje podían cumplir con su cometido, si se le instruyera.

A una escala más pequeña, el ingenio de los drones ha asumido una veintena de disfraces. El AeroVironment RQ-14 Dragon Eye, un dron de reconocimiento de 2.7 kilos desarrollado hace unos 15 años, cabe en una mochila y puede ser lanzado a mano o con un cordón elástico. Una vez en el aire, vuela a velocidades de hasta 65 kph y transmite imágenes en vivo a las gafas del operador.

Los drones pacíficos incluyen bonitos dispositivos de competencia, lo suficientemente pequeños para caber dentro de una bota navideña, que los operadores equipados con gafas guían a través de campos de obstáculos en estadios, centros comerciales abandonados o fábricas vacías a velocidades de casi 130 kph. El deporte está despegando, por así decirlo. ESPN adquirió recientemente los derechos para transmitir carreras sancionadas por la Liga de Competencia de Drones. Los visitantes a la exhibición pueden tener una probadita de la acción tomando un control remoto del tipo de los que se utilizan en los videojuegos y guiando un pequeño dron a través de círculos y triángulos suspendidos en una jaula de red.

Los drones alentadores opuestos a los aniquiladores tipo Top Gun también vienen en una variedad de formas y tamaños. El premio humanitario corresponde, sin lugar a dudas, al Zipline, un pequeño dron usado en Ruanda para transportar sangre y medicinas a través de la selva durante la temporada de lluvias. Una travesía de cuatro horas en camión por caminos lodosos toma a un dron sólo unos 15 minutos. Tras dejar caer su preciosa carga, el salvavidas regresa volando a la base, listo para la siguiente misión.

El dron que aparece en la fotografía de 1945 a bordo del Intrepid era un TDD, que es la sigla de Target Drone Denny, y tenía una conexión con Hollywood. Denny correspondía a Reginald Denny, un cortés protagonista inglés durante la era del cine mudo y, posteriormente, un confiable tío de cabello plateado en las películas sonoras. Como muchos otros inspirados por las hazañas de Lindbergh y Earthart, se había convertido en un aficionado al aeromodelismo. Abrió una tienda dedicada al pasatiempo y creó Radioplane Co. para fabricar aviones y motores de modelismo.

En 1940, Denny obtuvo un contrato para producir aviones de radiocontrol como drones blanco para uso militar, y en este punto entra en escena Ronald Reagan. Como capitán a la cabeza de una unidad cinematográfica conocida popularmente como los Comandos del Celuloide, y amigo de Denny, envió al soldado raso David Conovere a tomar algunas fotografías de rutina de civiles haciendo trabajo de guerra en la planta de Radioplane en Culver City, California.

Conover enfocó su lente en una ensambladora de 19 años de edad, Norma Jeane Dougherty, quien posó, sosteniendo una hélice y mostrando una gran sonrisa. Él le dijo que era fotogénica y debería considerar una carrera modelando. Todos conocemos el resto de la historia, pero la exhibición le da un giro ligeramente diferente: sin drones, no habría Marilyn Monroe.

La línea entre el presente y el futuro es delgada en el mundo de los drones. Los curadores han establecido un quiosco que transmite los acontecimientos más recientes desde el Centro para el Estudio de los Drones en el Bard College. Fotografías estilo postal en una pantalla de video muestran los acontecimientos más recientes en la tecnología, las regulaciones gubernamentales y las incursiones de los drones en las artes y las humanidades. Un toque a la tarjeta del estegosaurio, por ejemplo, abre un reporte sobre los drones que se están usando para trazar un mapa de las huellas de los dinosaurios en ubicaciones demasiado remotas para que puedan llegar los científicos.

El futuro, en otras palabras, podría estar mucho más cerca de lo que piense cualquiera. El dron de Amazon Prime Air, motivo de burlas cuando se anunció, está haciendo pruebas en Gran Bretaña. Qué lástima, el prototipo, el cual los curadores de la exhibición no pudieron conseguir, se estrelló, pero otros dones han ocupado su lugar. La exposición hace espacio para un auto de concepto de tamaño real, el vehículo eléctrico de autoconducción de Kairos Air, y muestra la torre de departamentos del futuro, cada uno con una terraza equipada con su propia plataforma para drones. Uber, esto lleva dedicatoria especial para ti.

“En todas sus formas y tamaños, los drones pueden medir la intensidad de los huracanes, contar pingüinos, buscar fallas estructurales…”

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