Es un hecho básico de economía que no es lo mismo crecimiento económico a desarrollo económico, pues mientras el primero es cuantitativo, el segundo es mucho más profundo porque implica variables sociales; hace unos días, el Presidente de la República emitió un mensaje señalando que el país va “mejor de lo esperado” y afirmó que la Inversión Extranjera Directa se ubica como la más alta para un primer trimestre, desde que se lleva a cabo este registro hace veinte años lo que permitió un crecimiento del PIB de 2.8 por ciento, en el primer trimestre de 2017.
Sin embargo, este mensaje muestra una alegría desmedida y un tinte electorero, pues el bolsillo de los mexicanos reciente la más alta inflación desde mayo de 2009, 6.17 por ciento anual, según datos del INEGI. Cabe destacar que la inflación se ha mantenido alta desde enero de este año, gracias al gasolinazo que tuvo una repercusión en los precios de todos los productos.
Sin duda, el salario mínimo en México es de los más bajos no sólo del mundo, sino de la región; en Panamá está establecido en 744 dólares americanos mensuales, en Costa Rica en 512, en Argentina en 448, en Guatemala en 369 y Colombia en 245. Incluso países como Bolivia con 238 y Brasil con 212 tienen salarios mínimos superiores a México donde se ganan 120 dólares al mes. Si hacemos un análisis comparativo con las economías de la lista anterior nos daremos cuenta que en nuestro país se mantienen salarios bajos lo que incentiva la inequitativa distribución de la riqueza. Ni hablar de estos datos a nivel mundial, pues el salario mínimo en México es 11 veces más bajo que el promedio de los países de la OCDE.
Sin embargo, otro tema a considerar es la informalidad. Según el INEGI, la población ocupada es de 51 millones de personas, de las cuales sólo 36 están registrados en el IMSS, lo que significa que están integrados a la economía formal, por lo que un incremento por decreto del salario mínimo no los beneficiaría directamente.
Según datos del INEGI, 14.04% de la población económicamente activa del país gana un salario mínimo; el 27.5 por ciento, entre uno y dos salarios mínimos; el 21.6 por ciento, entre dos y tres salarios mínimos; el 12.7 por ciento, entre tres y cinco salarios mínimos; y sólo el 5.2 por ciento reporta ganar más de cinco salarios mínimos.
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Cabe señalar, que según datos del CONEVAL, la línea de bienestar mínimo es de 2 mil 823 pesos mensuales, 422 pesos más de los 2 mil 401 pesos que reporta el actual salario mínimo.
Es decir, sabemos que la situación de los salarios en México es precaria, sin embargo, las decisiones en la materia que se tomen deben ser sobre la base de un estudio técnico serio que muestre los pros y contras de un aumento al salario mínimo, no se deben hacer por cálculos políticos. Además, es tiempo de revisar la asfixiante Reforma Hacendaria llevada a cabo por el PRI y apoyada por el PRD, que destaca por ser la única de las reformas estructurales en ser aplicada a cabalidad y la que ha llenado las arcas gubernamentales a un costo social altísimo.
Es un buen momento para hacer este análisis de cara a otro gran suceso macroeconómico para México como lo es la actualización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pues es necesario que nuestro país deje de ser un destino de inversión por la mano de obra barata, para que ahora sea percibido a nivel internacional como un país con trabajadores calificados y competitivos, para lo que también es oportuno realmente echar a andar la Reforma Educativa y una apuesta histórica por la Productividad. Es tiempo de romper el círculo vicioso de pobreza y desigualdad para proyectar un país de emprendimiento y desarrollo económico palpable.
Mejorar la calidad de vida nunca será posible por decreto, la forma de que las familias mexicanas vivan mejor es permitiendo que quien quiera abrir un negocio pueda hacerlo porque tiene en el gobierno a un aliado y porque también la mano de obra es capaz de hacer más y en menor tiempo, para eso se requiere educar y capacitar.