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Salí de nuevo a la vida para vivir sin miedo: Lucy

Lucía Zamora estuvo 34 horas atrapada en los escombros de Álvaro Obregón 286; al ser rescatada salió sonriendo y ese es ahora, afirma, su sello

Lucía Zamora, o Lucy, como también la llaman, es una de las 28 personas rescatadas con vida de los escombros del edificio que colapsó en Álvaro Obregón 286, en la colonia Condesa.

Antes del sismo magnitud 7.1 que cimbró a la Ciudad de México el 19 de septiembre, ella acudió a un banco cercano porque su tarjeta fue clonada, cuenta a casi tres semanas de la tragedia.

En la fila del banco, a las 11:00 horas, escuchó la alerta sísmica y bromeó con la persona de a lado: “¿es un simulacro verdad? Es que ya estamos ciscados”. Se refería al sismo del 7 de septiembre.

Dos horas y nueve minutos más tarde, desde su oficina en el tercer piso, a través de Facebook pidió recomendaciones sobre un sistema de pago para unos cursos, sin saber lo que vendría después.

Yo pensaba: si salgo es porque el universo algo quiere de mí, tengo que terminar algo, tengo que dar algo que quizá todavía no lo había hecho».

A las 13:14 horas la Ciudad de México se empezaba a sacudir y con ella el edificio de Álvaro Obregón 286, de seis niveles, en el que trabajaba Lucy.

Ella tomó su celular y corrió a la recepción del tercer piso; en el camino objetos iban cayendo al suelo y ella titubeaba.

Su compañero Isaac le indicó que corrieran a las escaleras de emergencia, en la parte trasera del edificio, pero no llegaron a la mitad del camino cuando el techo se desplomó y quedó atrapada.

En oscuridad total intentó llamar al dueño de la empresa, a su hermana y a su cuñado, pero no tuvo éxito. En medio de la confusión, cuenta, se puso a rezar con Isaac.

Ahí (atrapada) la adrenalina responde, lo primero que hice fue intentar tomar mi celular para hacer una llamada. Estaba como muy segura que esa sería la forma que alguien me sacaría de ahí».

Así pasaron 29 horas: en silencio, sin nada de luz -daba lo mismo tener los ojos abiertos o cerrados- sin agua ni alimento alguno, pero sí con la firmeza de que saldrían de aquel lugar.

Después empezaron a escuchar ruidos, voces, gente trabajando, por lo que gritaron desesperadamente en espera de que pudieran oírlos, y así fue.

Era ya la noche del 20 de septiembre, varios rescatistas trabajaron por seis horas hasta llegar a Lucy, Isaac y Paulina, una mujer que no trabajaba en su piso, pero que también había quedado atrapada.

Al encontrarlos, recuerda Lucy, los rescatistas empezaron a hacer bromas, a intentar de relajar el ambiente, y así fue, admite.

“Me dijeron que habían visto mi identificación, que tenía una sonrisa muy bonita, decían que les debíamos una cena para cuando saliéramos”.

Esa sonrisa que los rescatistas vieron en la credencial de Lucy fue la misma que se dibujó en su rostro al ver de nuevo el exterior, sentir el aire frío, la lluvia, ver algo de luz, nacer de nuevo, dice ella.

No teníamos agua, no habíamos comido, sólo lo del desayuno. No nos entraba luz. Era lo mismo tener los ojos abiertos o cerrados por la poca luz que había en ese espacio».

“Fue como salir a la vida de nuevo. Tuve que arrastrarme de donde yo estaba para tomar la mano del primer rescatista, luego había otro boquete por el que también me jalaron con un arnés.

“Al salir el viento estaba frío, estaba lloviendo un poco. Fue como una sensación total de vida, de decir realmente estoy naciendo de nuevo”, relata.

El momento de su rescate quedó registrado en una fotografía en la que Lucy mira hacia arriba mientras sonríe y sobre esa reacción explica: “es parte de la alegría de salir de ahí, de sentirme a un paso de reincorporarme a la vida”.

Ahora la vida no es lo misma para Lucy, salió nueva y salió feliz, asegura que valora más las pequeñas cosas que por estar tan concentrados en la rutina no se suelen apreciar.

“No se vale vivir con miedo por este terremoto. Se trata de no vivir con miedo porque así no se vive la vida”, reflexiona.

Y tras pensarlo un momento, remata: “siento que sonrío más, es mi sello hoy, es mi forma de regresar a la vida”.

Las sensaciones del cuerpo pasan relativamente a segundo término, yo creo que lo más difícil es controlar la parte emocional, no caer en la desesperación, mantenerte con calma, alerta».

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