En las instalaciones de un hospital privado en la Ciudad de México, una mujer de 48 años perdió la vida en 2014. Muerte encefálica, se le notificó a Lorena Trevilla, coordinadora hospitalaria de donación de órganos y tejidos del Hospital Médica Sur.
“Sólo teníamos cuatro horas para utilizar los órganos de la paciente. Me acerqué al esposo de la mujer para saber sobre la disponibilidad de la donación. Me dijo que lo hablaría con sus hijos.
Después de un par de horas me buscó y aseguró que ‘su religión se lo impedía’. Lo vi discutir con sus hijos porque ellos querían que los órganos de su madre aún fueran útiles. No hubo donación”.
Con el fallecimiento de aquella mujer de 48 años otras ocho personas perdieron la posibilidad de mejorar su calidad de vida, estima la especialista. Ella se refiere a la donación múltiple.
Cuando alguien pierde la vida puede donar desde una córnea hasta los huesos y así “dar vida a más personas”. “Lamentablemente en México hay una cultura de la donación muy precaria.
Las personas creen que si portan un documento que los avale como donadores, cuando tengan un accidente y lleguen a un hospital, los doctores no los atenderán debidamente porque preferirán sus órganos para hacer trasplantes; eso, la religión y la idea de ‘quiero que mi familiar muera íntegro’ provocan que haya un bajo registro de donadores en el país”, comentó Lorena Trevilla en entrevista con Publimetro.

Actualmente, cuando se usan los órganos de alguien que fallece para hacer donaciones sucede porque los familiares del difunto están de acuerdo. Aunque en la Ley General de Salud se especifica que una persona puede firmar una carta donde se indique qué partes de su cuerpo podrán ser utilizados para trasplantes después de su muerte, en instituciones públicas y privadas la decisión corre por parte de los familiares del fallecido.
Datos del Centro Nacional de Trasplantes indican que las causas por las que las donaciones no se concretan tras el fallecimiento es por la negativa de familiares, razón que representa el 76%, la segunda razón se debe a un proceso infeccioso (6.7%) y, la tercera, a un paro cardiorespiratorio (3.4%).
En febrero de este año el diputado priista Alfredo Bejos presentó una iniciativa para reformar la Ley General de Salud cuyo propósito es que cuando una persona fallezca, automáticamente sus órganos puedan ser donados y sólo si alguien, estando en vida, se opone a que sus órganos sean posteriormente utilizados tendrá que firmar una carta ante un notario público.
A decir del diputado de Morena e integrante de la Comisión de salud de la cámara baja, Roberto Guzmán, “parece absurdo que en vez de que se firme una carta para afirmar que quieres ser donante tenga que ser lo contrario”.
“La propuesta como está ahora contraviene los derechos humanos de las personas para decidir sobre su cuerpo. También debe existir la libertad de religión y de costumbres”, comentó el legislador.
El actual periodo ordinario de sesiones concluye en abril próximo, tiempo en el que podrían llevar a pleno la iniciativa de reforma; no obstante el morenista asegura que el dictamen no pasará puesto que es “una medida que aún se tiene que evaluar porque es muy delicada”.