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Dos muertos y dos heridos dejó ataque policial contra iglesia de Nicaragua

Lejos de disminuir, las tensiones se incrementan en Nicaragua en donde dos jóvenes murieron este sábado, conflicto que suma más de 300 asesinados

(Alfredo Zuniga/AP)

La Catedral de Managua fue hoy testigo de uno de los momentos clave desde que comenzó la crisis sociopolítica que se vive en Nicaragua. Estudiantes que pasaron la noche asediados por paramilitares se reencontraron entre lágrimas y puños cerrados con sus familiares que los esperaban desde la madrugada.

El grupo se había refugiado en la parroquia de la Divina Misericordia, que se ubica junto a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), en la que los alumnos se habían atrincherado desde comienzos de mayo.

La universidad se ha convertido en uno de los centros neurálgicos de la revuelta popular contra el presidente Daniel Ortega y, por eso, fue ayer el objetivo de grupos paramilitares y parapoliciales que la asaltaron a sangre y fuego en un combate desigual, en el que al menos dos alumnos murieron.

«La noche de hoy fue horrible, como una película de terror«, explica una estudiante que se identifica como Valeria y que ayer se convirtió en la voz de la tragedia estudiantil.

Parapetada tras una barricada, envió por redes sociales un mensaje desesperado de socorro y se despidió de su madre convencida de que iba a morir asesinada por los paramilitares.

Policía Nacional de Nicaragua impidió el paso a la zona

Esos grupos, siempre encapuchados, sitiaban por la mañana la parroquia agujereada por los disparos a la espera de que llegara una comitiva de la Iglesia, encabezada por el cardenal Leopoldo Brenes, para sacar a los estudiantes asediados.

En un segundo círculo y en total coordinación con ellos, efectivos de la Policía Nacional de Nicaragua custodiaban los accesos al templo fuertemente armados y evitaban que ningún vehículo o peatón se acercara a la zona, según pudo constatar Efe.

Valeria relata todavía entre lágrimas: «Sólo mirábamos cómo venían las (bombas) ‘trazadoras’, los (fusiles de precisión) ‘dragunov’ y las AK-47».

«Nosotros miramos a los paramilitares y los tuvimos a unos 20 pasos, no eran nicaragüenses, ellos eran cubanos, nosotros los vimos y los escuchamos hablar», asegura.

 

Desde los autobuses y todavía con el miedo a ser identificados por algún posible infiltrado, los estudiantes saludaban con la mano y lanzaban besos a sus familiares que, desesperados, buscaban fundirse en un abrazo con ellos.

Sin embargo, y por seguridad, ese reencuentro final se prolongó durante unos minutos más, ya que los familiares debieron esperar para poder pasar uno a uno a ver a sus seres queridos.

Fue ahí, cuando la emoción se desbordó y muchos no pudieron contener las lágrimas del abrazo.

«Todavía no he podido reunirme con mi madre porque no está aquí (…) pero me vi con mi abuela», explica Valeria, la única estudiante que atendió a los medios todavía algo abrumada por el efecto de su video viral.

Poco antes, el cardenal Brenes había dado algunos detalles de la operación de rescate, el más doloroso para él, porque dos estudiantes murieron en la iglesia mientras esperaban asistencia.

 

El cardenal Brenes asegura que no cree que puedan garantizar seguridad a todos y cree que cualquier persona involucrada en la crisis corre peligro, «incluidos los periodistas».

«Nuestras vidas están todas en manos del Señor», concluye.

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