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El desgaste y la fuerza de los niños migrantes que buscan una segunda oportunidad

Viajar bajo condiciones precarias y por varias horas ha provocado efectos adversos en la salud física y mental de los mil 700 niños que viajan junto al éxodo migrante, alertó la Unicef. Aunque ellos mantienen su ánimo en la caravana que se dirige a EU

A pesar de su corta edad huyeron de sus hogares y, sin comprender del todo la situación, decidieron dejar atrás a sus amigos, el lugar donde nacieron e incluso a sus familiares.

Son casi dos mil infantes que emprendieron el viaje junto a la caravana migrante de centroamericanos, quienes cruzan actualmente territorio mexicano y buscan llegar a la frontera con Estados Unidos en los próximos días.

Con estrés psicosocial

A tres semanas de que ingresaran a México, la Unicef alertó que detectaron a decenas de niños con estrés psicosocial, signos de angustia y aflicción luego de participar con ellos en diferentes actividades recreativas.

“En algunos casos, los niños expresan su temor a la violencia o a ser separados de sus familias, y para otros es difícil participar en juegos o actividades recreativas organizadas”, dijo Stéphane Dujarric, vocero del secretario general de la ONU.

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A esto se le suman las horas de viaje que acumulan los infantes, el agotamiento físico, la deshidratación y la serie de enfermedades a las que están expuestos durante este éxodo.

“Pueden estar propensos a eventos traumáticos en sus países de origen como violencia criminal o de género o separación de sus familiares. Cualquiera de estos factores puede afectar negativamente el bienestar físico y psicológico de los niños y causar un estrés tóxico”, sostuvo.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) dijo que la caravana de migrantes que viaja de Honduras y Guatemala a Estados Unidos se encuentra actualmente integrada por cerca de cuatro mil 700 personas.

Entre la ayuda que han recibido en su paso por Ciudad de México, además del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) llegó la Fundación Fútbol Más que se dispuso a trabajar con los niños de la caravana en el albergue habilitado en el estadio Jesús Martínez «Palillo», y quienes hasta el viernes aún se encontraban en el recinto deportivo a la espera de transporte para trasladarse a la frontera.

Lucas Siqués, psicólogo de la fundación, habló con Publimetro sobre las carencias de los pequeños migrantes, que a pesar de todo mantienen intacta su energía para jugar.

“Los niños finalmente están siendo parte de esta masa que se está movilizando y donde son los adultos los que están dispuestos a vivir este tipo de riesgos”, Lucas Siqués, psicólogo y director ejecutivo de la fundación Fútbol Más.

 

Los niños reciben regalos de instituciones y también personas.

4 caravanas en busca del “sueño americano”

  1. Hasta el momento son cuatro caravanas que cruzan el país, con la idea central de llegar a la frontera con Estados Unidos.

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En el limbo

El gobierno federal de México ha recibido tres mil 230 solicitudes de asilo de la población centroamericana que, desde octubre, ingresó al país.   Sin embargo, la Secretaría de Gobernación y de Relaciones Exteriores afirmaron que 927 personas desistieron de continuar con el trámite, para regresar voluntariamente a sus países.

  1. Mil 726 infantes integran la caravana migrante, según cifras de la Unicef.  31 ,726 infantes integran la caravana migrante, según cifras de la Unicef.  31 Lucas Siqués psicólogo y director ejecutivo de la Fundación Fútbol Más

 

 

Éxodo fallido

Lucas Siqués psicólogo y director ejecutivo de la Fundación Fútbol Más

¿Cuáles son los sueños de estos niños en la caravana?

— Hicimos una actividad donde le preguntamos por sus sueños. Querían ser médicos, cocineros… todos quieren ser profesionales, estudiar. Muchos quieren ser futbolistas, aprender a usar computadores, etc.

Me llamó mucho la atención que todos querían ser alguien, un sueño de algo en concreto: “aviador para aprender a volar”, “profesor porque quiero enseñar”, todos con algo concreto.

¿Cómo se manifiestan o perciben ustedes sus carencias?

— Su contexto actual es de demasiadas carencias, tanto afectivas como emocionales. Se ve que son niños que están muy irascibles, a la primera reaccionan a golpes. Muy conflictivos, muy violentos, que no controlan sus emociones.

Los más chicos, bebés de cero a 3 años llorando muchísimo, muy hiperactivos. Y lo que estamos logrando nosotros es generar esta rutina durante las tardes donde a través del deporte ellos puedan controlar estas emociones y canalizarlas hacia algo positivo.

¿Cuáles son los principales peligros que enfrentan?

— Los principales peligros son el contexto de riesgo y vulnerabilidad en el que están.

En el albergue en que estamos nosotros la realidad está muy fuerte. Hay miles y miles de migrantes, serán dos mil a tres mil migrantes los que están y hasta la fecha se habían contado más de mil niños entre cero y 17 años.

Hay mucha vulnerabilidad porque también entre los mismos migrantes hay muchos que están solos. Los niveles de violencia en México son muy altos y eso hace que su estadía sea muy difícil. Dentro del albergue al menos están las instituciones internacionales, nacionales y de gobierno que pueden dar algo de respaldo.

Lo que nosotros creemos es que hay muchas intervenciones, pero que finalmente no logran tanto el objetivo porque todo es regalado. Por ejemplo, nosotros estamos en una clase con los niños y llega una persona particular a regalar dulces y todos los niños se van por los dulces. Eso pasó al principio, pero ya al cuarto día logramos controlar eso y que el espacio de la cancha donde trabajamos sea un espacio protegido donde respetan y tienen ciertas normas y reglas.

Como experto, dentro de este escenario, ¿qué tan bueno o malo es para ellos seguir?

— Se ven familias muy desgastadas, muy cansadas, pero a la vez con esta energía de lo que están buscando, que es llegar a Estados Unidos. Lo fuerte de esto es que cuando uno está hablando con ellos te dicen: “Profe, quizás mañana no voy a verlo porque tal vez nos vamos”. Entonces todos los lugares a los que ellos llegan son de paso, no se instalan en ningún lugar. Se ve mucho desgaste, en los niños se ve ese nivel de desgaste emocional.

Pero cuando se les invita a jugar, esa energía está intacta, siguen con todo ese espíritu y esa vitalidad de los niños, esa pureza. Ellos están siendo movilizados por esta masa, pero no sé si ellos comprenden 100% el fondo de lo que están haciendo o para dónde van.

 

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