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El pasaje de la literatura que cuestiona la presunta homosexualidad de Zapata

El héroe revolucionario se esforzó en ocultar su gusto por los hombres buscando la compañía de mujeres, reveló Palafox, su mano derecha.

El representativo bigote de Zapata refuerza la obsesión del revolucionario con la masculinidad; se dice que buscaba exhibirla en cada instante, «por ello el bigote espeso y largo que portaba, además de la pose de tipo rudo que siempre lo caracterizó», publica Diana Garrido en Cultura Colectiva.

No es que se sea un rumor, el escritor Pedro Ángel Palou (2006) lo narró en su novela Zapata, donde confirmó que el héroe revolucionario, salía con Ignacio de la Torre, yerno de Porfirio Díaz. En uno de los pasajes escribe:

Don Ignacio lo sigue [a Zapata]. Pasa el cerrojo […] Entonces el hombre lo abraza por detrás. [Zapata] siente la carne de don Ignacio sobre su espalda, el calor de su miembro detrás de su cuerpo, la fuerza de los brazos que lo maniatan. El aliento del hombre, su beso en el cuello. Ignacio de la Torre le tira el sombrero de un manotazo y acaricia su cabello.

Emiliano logra zafarse del abrazo, lo voltea, le afloja el cinto y le baja los pantalones con rabia, enfurecido. Hunde su miembro entre las nalgas del hombre. Estrella todo su cuerpo contra la carne blanca y peluda del hacendado. Arroja y arremete: su furia y su fuerza y toda la rabia en cada empellón hasta que se deja ir en un río que es también angustia y desesperación. Río de polvo y sangre, río de contrarios en unión. Quiere golpearlo, pero no puede, la rabia se convierte en ternura o en algo parecido.

Es un sentimiento que no alcanza palabra para expresarse. El hombre lo besa. Emiliano confundido, alcanza a abofetearlo, una, dos veces. De los labios del hombre escurre un líquido, brota un hilillo de sangre. Grandísimo cabrón, le grita Emiliano

Sobre este pasaje, Luis Barrón dice en su ensayo Fantasía y realidad: Villa y Zapata, historia y narrativa, que es producto de la imaginación, cuya intención es humanizar el personaje. Lo que no quita la legitimidad de la relación, la cual está testificada en el diario de la esposa del terrateniente. Amada Díaz, hija de Porfirio Díaz escribía en su diario los malos tratos y desprecios que recibía de su esposo, entre sus escritos también narró cómo descubrió a su esposo y a Zapata en el establo.

Consulta historia completa en La Silla Rota

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