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El Carnaval de Río cede el sambódromo a los “sintecho” por el coronavirus

Este conjunto arquitectónico, con capacidad para recibir a más de 72 mil 500 espectadores, está compuesto por una pasarela que se extiende a lo largo de 700 metros y que termina con un área conocida como la Plaza del Apoteósis

El sambódromo de Río de Janeiro, el icónico escenario que cada año se viste de música y color con los desfiles del carnaval, deja atrás la fantasía y abandona la majestuosidad para acoger a los habitantes de calle que no tienen cómo resguardarse de la pandemia del coronavirus.

A partir de este lunes, la monumental estructura de cemento brindará resguardo y atención para unos 400 «sin techo», que por vivir en las calles, sin higiene y con mala alimentación, son una población considerada de alto riesgo para el contagio de la COVID-19.

La «Pasarela Profesor Darcy Ribeiro» fue construida por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer en 1984, en un tiempo récord de 120 días, y desde entonces el sambódromo es el primer espacio diseñado exclusivamente para los desfiles del carnaval más famoso del mundo, aunque también se usa para conciertos de estrellas tan reconocidas como The Rolling Stones o Black Sabath.

Este conjunto arquitectónico, con capacidad para recibir a más de 72 mil 500 espectadores, está compuesto por una pasarela que se extiende a lo largo de 700 metros y que termina con un área conocida como la Plaza del Apoteósis.

Sin embargo, bajo las graderías de esa mole de cemento, que solo se viste de color con las luces y el colorido que llevan las escuelas de samba durante el carnaval, funcionan durante el resto del año escuelas municipales que ahora cambiaron los pupitres de sus salones por camas, para brindar un techo digno a quienes no lo tienen.

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