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Un exmillonario vive como náufrago en una isla desierta y así supera el aislamiento

En tiempos de cuarentena, este otrora magnate australiano ofrece consejos para vivir el aislamiento social impuesto por el coronavirus

El aislamiento social se ha vuelto necesario en tiempos de pandemia. Un exmillonario australiano ofrece consejos para superar con éxito la cuarentena, y tiene toda la experiencia del mundo. Vive solo, en una isla desierta. O, casi desierta.

David Glashen perdió toda su fortuna y se fue a vivir a una isla en la cual es el único habitante. Vive allí desde hace 23 años, reseña el diario argentino La Nación. Ha ofrecido consejos, en medio del aislamiento social. 

«Cuando me mudé aquí solo tenía tres camisas, dos pantalones cortos, dos libros y una linterna. También traje un poco de pasta de dientes, un cepillo de dientes y un frasco de chile en polvo«, contó.

LA LECTURA: CONSEJO EN TIEMPOS DE AISLAMIENTO SOCIAL

En tiempos en los que las tecnologías han tomado posesión del mundo, David aconseja volver a los orígenes. «Perder la capacidad de leer sería bastante miserable», dice el exmillonario que atesora un par de gafas, necesarias a sus 76 años. También tiene internet, con paneles solares. 

Cuando puso rumbo a la pequeña isla de Restauración, en la costa norte de Australia, David quería escapar de la vida moderna. «Hice una lista con las cosas necesarias para vivir aislado», explicó y cuenta el diario Clarín. 

También se llevó dos maniquíes, Miranda y Phillys, que le ayudan a sobrellevar la soledad «mientras consigo una buena mujer», aspira. Recibe visitas en la isla y comparte con ellos, así como con su perro, Zeddi.

UNA VEZ AL AÑO POR PROVISIONES

David viaja una vez al año, en lo que llama la «aventura a Cairns». Se mueve en una embarcación que el mismo tripula hasta la ciudad del norte de Australia donde compra lo que necesita para un año.

«Traigo detergente, jabón, licores, materiales para mi máquina propia de producir cerveza y ofrecer a mis visitantes», asegura. También lleva alimentos, aunque la mayoría los saca del mar.

También come cocos, ciruelas de playa y otros frutos. Enfrentó un proceso judicial por incumplimiento en el contrato de arrendamiento de la isla y está pendiente su desalojo.

Pero, mientras llega, David disfruta de la arena blanquísima, el agua cristalina, y la soledad. Construyó su casa, con piso de arena, y escribió un libro.

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