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C.Marfil.- Costa de Marfil celebra unas presidenciales marcadas por el boicot opositor ante la candidatura de Ouattara

La nueva disputa entre las caras más conocidas de la política marfileña hace temer un nuevo estallido de violencia

La nueva disputa entre las caras más conocidas de la política marfileña hace temer un nuevo estallido de violencia

MADRID, 30 (EUROPA PRESS)

La población de Costa de Marfil está llamada a las urnas este sábado para unas elecciones en las que el actual presidente, Alassane Ouattara, buscará un polémico tercer mandato en medio del llamamiento de los principales candidatos opositores a un «boicot» activo contra su decisión «anticonstitucional» de concurrir nuevamente a las urnas.

Ouattara, quien llegó al poder tras las elecciones de 2010, que derivaron en una grave crisis que dejó cerca de 3.000 muertos después de que el entonces presidente, Laurent Gbagbo, se negara a reconocer su derrota, había prometido desde su reelección en 2015 que no se presentaría nuevamente y entregaría el mando «a una nueva generación».

El presidente dio un esperado discurso en marzo ante el Parlamento para descartar su candidatura citando la importancia de «respetar los compromisos» que había adoptado.

El elegido por la gubernamental Agrupación de Houphouetistas por la Democracia y la Paz (RHDP) fue el entonces primer ministro, Amadou Gon Coulibaly, una figura muy cercana al presidente, si bien su repentina muerte en julio cambió el panorama y provocó que Ouattara diera marcha atrás y decidiera finalmente concurrir en busca de un tercer mandato.

Ouattara, de 78 años, ha defendido que se trata de un «sacrificio» que hace por la «estabilidad» del país y ha argüido que los dos mandatos contemplados como límite en la Constitución quedaron a cero con la reforma de la Carta Magna en 2016, una postura similar a la expresada por su homólogo guineano, Alpha Condé, quien recientemente ha logrado una controvertida victoria en medio de denuncias de fraude de la oposición.

«Mi partido me pidió hacer el sacrificio de ser candidato y lo acepté por mi partido y mi país», dijo esta semana en una entrevista a Radio France Internationale y France 24, en la que recalcó que «no es un dictador» y que finalmente ha optado por concurrir a las urnas –donde figura como favorito– por «deber patriótico».

Sin embargo, el aumento de las tensiones no se ha debido únicamente a la decisión de Ouattara, sino que se ha visto sumado a la decisión de las autoridades de excluir de los comicios a dos pesos pesados de la oposición: el propio Gbagbo y el ex primer ministro y antiguo presidente del Parlamento Guillaume Soro.

El expresidente, de 75 años, fue absuelto en enero de 2019 por el Tribunal Penal Internacional (TPI) de los cargos por crímenes contra la Humanidad durante la crisis postelectoral entre 2010 y 2011, después de que los jueces considerasen que no había pruebas suficientes para condenarle.

La absolución en el TPI no se ha visto seguida del regreso al país de Gbagbo, quien denunció que no se le tramita el pasaporte necesario para ello poco antes de que el Tribunal Constitucional marfileño ratificara la decisión de la comisión electoral de rechazar tanto su candidatura como la de Soro.

Soro, antiguo aliado de Ouattara y una de las figuras clave en su ascenso a la Presidencia, fue condenado en abril a 20 años de cárcel por malversación de fondos y en diciembre de 2019 dio media vuelta en pleno vuelo de regreso al país a raíz de una orden de arresto emitida contra él por presuntamente planear un golpe de Estado.

El antiguo líder rebelde, de 48 años, encabezó en 2002 la rebelión armada contra Gbagbo que derivó en una guerra civil (2002-2007) y se distanció de Ouattara tras abandonar el cargo de presidente del Parlamento en febrero de 2019, momento desde el que se posicionó como un importante opositor.

La eliminación de ambos de la carrera a la Presidencia fue parte de un proceso en el que, de 44 candidatos, quedaron en pie únicamente cuatro, incluido Ouattara, al que el Constitucional dio ‘luz verde’ a pesar de las dudas acerca de la legalidad de su intención de obtener un tercer mandato.

LLAMAMIENTO AL «BOICOT ACTIVO»

Esta situación ha dejado como principales candidatos opositores al expresidente Henri Konan Bédié, del Partido Democrático de Costa de Marfil (PDCI), y al ex primer ministro Pascal Affi N’Guessan, del Frente Popular Marfileño (FPI) de Gbagbo, mientras que Kouadio Konan Bertin –un antiguo miembro del PDCI que concurre como independiente– figura con pocas opciones.

El PDCI y el FPI sellaron en mayo en Abiyán un «compromiso común para actuar de forma concertada para el retorno de la paz», culminación de un proceso iniciado meses antes en un encuentro en Bruselas entre Gbagbo y Bédié que, sin embargo, no ha derivado en que ambos partidos presenten un candidato único a las urnas.

Por contra, sí que han unido fuerzas para hacer un llamamiento a la desobediencia civil y el «boicot activo» al proceso electoral para denunciar la candidatura de Ouattara, una decisión que no han retirado pese a las peticiones de la delegación de mediación de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), implicada en la batería de crisis políticas de los últimos meses en esta zona del continente.

Esta mediación no ha logrado acercar posturas y los opositores han mantenido sus exigencias –que incluyen la retirada de la candidatura de Ouattara– y han recalcado que las elecciones «no pueden celebrarse en esa fecha en la forma actual», tal y como indicó la semana pasada Maurice Kakou Guikahue, portavoz de la oposición.

Bédié y Affi N’Guessan reclaman también la reforma de la comisión electoral, la reforma del Consejo Constitucional, una auditoría internacional del censo, la liberación de presos políticos y el regreso de los exiliados, entre ellos Gbagbo, Soro y Charles Blé Goudé, antiguo ministro de Juventud y aliado de Gbagbo, del que también fue asesor.

El llamamiento al boicot parece tener su reflejo en el hecho de que únicamente el 41 por ciento de la población ha retirado las cartas de votación, según anunció recientemente la comisión electoral y ha reconocido el propio Ouattara. Pese a ello, ni Bédié, de 86 años y presidente entre 1993 y 1999, ni Affi N’Guessan, de 67 años y primer ministro entre 2000 y 2003, han retirado sus candidaturas, que figuran en las papeletas. AUMENTO DE LA VIOLENCIA

En este tenso contexto han muerto al menos 30 personas en diversos enfrentamientos, algunos de ellos de tinte intercomunitario, según ha reconocido el propio Ouattara, quien ha denunciado que se trata de una situación «suscitada por la oposición». «Las elecciones no tienen que ser una batalla a muerte», ha argumentado.

Por contra, la oposición ha denunciado el papel de las fuerzas de seguridad y ha acusado a Ouattara de actuar como «un pirómano», en palabras de Affi N’Guessan, por su candidatura y su «negativa» a un diálogo con la oposición antes de las elecciones para acercar posturas y lograr un consenso.

Los principales incidentes intercomunitarios tuvieron lugar en Bongouanou (este) y Dabou (sureste) entre el 17 y el 21 de octubre, mientras que la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos afirmó recientemente que se han registrado asaltos e intimidaciones durante las protestas opositoras.

La situación ha hecho saltar las alarmas a nivel internacional e incluso la fiscal jefe del TPI, Fatou Bensouda, ha subrayado antes de las elecciones que la violencia registrada tras los comicios de 2010 «no debe repetirse». «La violencia por parte de cualquier parte del espectro político no es una opción», ha sostenido.

Por todo ello, los marfileños acuden nuevamente a las urnas ante el espectro de un nuevo estallido de violencia similar al de 2010, que provocó graves daños al país también a nivel económico. El Banco Mundial calcula que cerca de la mitad de la población se encuentra en la pobreza, a pesar de los avances de los últimos años.

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