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Ciencia.-Explicación científica al enigma del Incidente del Paso de Dyatlov

Un estudio científico ofrece una explicación plausible de la misteriosa muerte en 1959 de nueve excursionistas en los Montes Urales en la ex Unión Soviética.

MADRID, 28 (EUROPA PRESS)

Un estudio científico ofrece una explicación plausible de la misteriosa muerte en 1959 de nueve excursionistas en los Montes Urales en la ex Unión Soviética.

El trágico Incidente del Paso de Dyatlov, como llegó a ser llamado, ha generado una serie de teorías, desde el Yeti asesino hasta experimentos militares secretos.

Investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zurich), en Suiza, se interesaron por este caso para buscarle una explicación.

A principios de octubre de 2019, cuando una persona desconocida llamó al teléfono móvil del profesor de la EPFL, Johan Gaume, difícilmente podría haber imaginado que estaba a punto de enfrentarse a uno de los mayores misterios de la historia soviética. En el otro extremo de la línea, un periodista de ‘The New York Times’ le pedía su visión experta sobre una tragedia que había ocurrido 60 años antes en los Montes Urales.

Gaume, director del Laboratorio de Simulación de Nieve y Avalanchas (SLAB) de la EPFL y miembro visitante del Instituto WSL para la Investigación de Nieve y Avalanchas SLF, nunca había oído hablar del caso, que la Fiscalía de Rusia había resucitado recientemente de los archivos de la era soviética. «Le pedí al periodista que me devolviera la llamada al día siguiente para poder reunir más información», recuerda en un artículo que publica en publicada en la revista ‘Communications Earth & Environment’.

El 27 de enero de 1959, un grupo de diez miembros, en su mayoría estudiantes del Instituto Politécnico de los Urales, dirigidos por Igor Dyatlov, de 23 años, todos ellos experimentados esquiadores de fondo y de descenso, emprendieron una expedición de 14 días a la montaña Gora Otorten, en el norte de la región soviética de Sverdlovsk. En esa época del año, una ruta de este tipo estaba clasificada en la categoría III –la más arriesgada–, con temperaturas de hasta -30°C. El 28 de enero, uno de los miembros de la expedición, Yuri Yudin, decidió dar la vuelta y nunca volvió a ver a sus compañeros.

Cuando llegó la fecha prevista para el regreso del grupo al punto de partida, el pueblo de Vizhay, un equipo de rescate se puso a buscarlos. El 26 de febrero, encontraron la tienda del grupo, muy dañada, en las laderas de Kholat Syakhl (‘Montaña de la Muerte’) a unos 20 km al sur del destino del grupo. Las pertenencias del grupo habían sido abandonadas. Más abajo en la montaña, bajo un viejo cedro siberiano, encontraron dos cuerpos vestidos sólo con calcetines y ropa interior.

Otros tres cuerpos, incluido el de Dyatlov, fueron encontrados posteriormente entre el árbol y el lugar de la tienda; presumiblemente, habían sucumbido a la hipotermia mientras intentaban regresar al campamento. Dos meses después, los cuatro cuerpos restantes fueron descubiertos en un barranco bajo una gruesa capa de nieve. Varios de los fallecidos tenían heridas graves, como fracturas en el pecho y el cráneo.

¿QUÉ PASÓ EXACTAMENTE?

Las autoridades soviéticas investigaron para determinar las causas de este extraño drama, pero lo cerraron después de tres meses, concluyendo que una «fuerza natural irresistible» había causado la muerte de los excursionistas. En ausencia de supervivientes, la secuencia de acontecimientos no estaba clara hasta el día de hoy y ha dado lugar a innumerables teorías más o menos fantasiosas, desde el Yeti asesino hasta experimentos militares secretos.

«Después de la llamada del reportero del ‘New York Times’, comencé a escribir ecuaciones y cifras en mi pizarra, tratando de entender qué podría haber sucedido en términos puramente mecánicos y le dije que era probable que una avalancha hubiera tomado al grupo por sorpresa mientras dormían en la tienda», recuerda.

Esta teoría, que es la más plausible, también fue expuesta por el Ministerio Público ruso después de que la investigación se reabriera en 2019 a pedido de los familiares de las víctimas. Pero la falta de pruebas y la existencia de elementos extraños no ha logrado convencer a una gran parte de la sociedad rusa. «Estaba tan intrigado que empecé a investigar más profundamente esta teoría. Entonces me puse en contacto con el profesor Alexander Puzrin, catedrático de Ingeniería Geotécnica de la ETH de Zúrich, al que había conocido un mes antes en una conferencia en Francia», añade.

Revisaron los archivos y hablaron con otros científicos y expertos en el incidente, y desarrollaron modelos analíticos y numéricos para reconstruir la avalancha que pudo haber cogido desprevenidos a las nueve víctimas.

«Mi investigación principal está en el campo de los deslizamientos de tierra. Estudio lo que sucede cuando transcurre una cierta cantidad de tiempo entre que se desencadena un deslizamiento de tierra y cuando realmente ocurre» explica Puzrin, y esto es lo creen que sucedió en 1959: los excursionistas habían hecho un corte en la ladera nevada de la montaña para montar su tienda, pero la avalancha no se produjo hasta varias horas después.

«Una de las principales razones por las que la teoría de las avalanchas todavía no se acepta plenamente es que las autoridades no han proporcionado una explicación de cómo sucedió», señala Gaume. De hecho, hay una serie de puntos que contradicen esa teoría: primero, el equipo de rescate no encontró ninguna evidencia obvia de una avalancha y las lesiones en el pecho y el cráneo observadas en algunas víctimas no eran típicas de las víctimas de avalanchas.

En su investigación, Gaume y Puzrin intentan abordar estos puntos. «Utilizamos datos sobre la fricción de la nieve y la topografía local para demostrar que una pequeña avalancha de losas podría ocurrir en una pendiente suave, dejando pocos rastros. Con la ayuda de simulaciones por computadora, mostramos que el impacto de una losa de nieve puede provocar lesiones similares a los observados», asegura.

«Y luego, por supuesto, está el lapso de tiempo entre el corte del equipo en la pendiente y la activación del evento –prosigue Gaume–. Ese es el enfoque principal de nuestro artículo. Los investigadores anteriores no han podido explicar cómo, en ausencia de cualquier nevada esa noche, una avalancha podría haberse desencadenado en medio de la noche. Tuvimos que idear una nueva teoría para explicarlo».

En la noche de la tragedia, uno de los factores contribuyentes más importantes fue la presencia de vientos catabáticos, es decir, vientos que llevan aire por una pendiente bajo la fuerza de la gravedad. Estos vientos podrían haber transportado la nieve, que luego se habría acumulado cuesta arriba desde la carpa debido a una característica específica del terreno que los miembros del equipo desconocían.

«Si no hubieran hecho un corte en la pendiente, no habría pasado nada. Ese fue el desencadenante inicial, pero eso por sí solo no habría sido suficiente. El viento catabático probablemente arrastró la nieve y permitió que una carga extra se acumulara lentamente en cierto punto, se pudo haber formado y propagado una grieta, lo que provocó que la placa de nieve se soltara», dice Puzrin.

Sin embargo, ambos científicos son cautelosos con sus hallazgos y dejan en claro que gran parte del incidente sigue siendo un misterio. «La verdad, por supuesto, es que nadie sabe realmente qué sucedió esa noche. Pero proporcionamos una fuerte evidencia cuantitativa de que la teoría de la avalancha es plausible», continúa Puzrin.

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