Para ser leídas con: “No Agreement” (part 2), de Fela Kuti.
Paso 1. Acepte que cambia
En un futuro no muy lejano, cuando nuestros descendientes no tengan en qué perder el tiempo y nos estudien con el mismo interés con el que nosotros estudiamos a los habitantes del Pleistoceno, seguramente se preguntarán: “¿Cómo le hicieron y a qué tratos llegaron con el mundo estos homínidos para medianamente subsistir en sus alarmantes condiciones?”.
Acéptelo. Las tácticas empleadas durante los años que lleva de vivo, poco le han servido para publicar su propio manual de cómo (y para qué) tendría que vivirse así la vida. Con esta incapacidad y error del sistema es como vivimos: sabiendo que sería bueno redactarlo, probarlo, mejorarlo, retarlo, compararlo y cuestionarlo, todo esto, precisamente mientras se vive.
Esperando que usted no use la misma ropa 30 años, le será familiar, con el ejemplo de la vestimenta, la posibilidad diaria de modificar sus estructuras y patrones a partir de tener un objetivo, una dirección y un plan de acción a llevar a cabo. Fuera de eso, todos seguiremos esperando cambiar sin cambiar: en una cueva o en un escritorio de alguna imponente empresa.
Lo paradójico es que el mundo cambiará, pero su aferramiento al mismo le impedirá siquiera darse cuenta de esto. Por eso desde este momento, fálleles a todos esos que desde la primaria le escribieron un «Nunca cambies».
Paso 2. Aprenda de las expectativas
Uno de los mejores tratos que puede cerrar con el mundo es notar que la expectativa es la madre de la decepción. Por ello, y para evitar futuras automentadas, construya las bases del estado al que quiere acceder y así evitará las quejas y las victimizaciones. Algo de suma utilidad para este caso: no espere nada del mundo y asegúrese que él no espera nada de usted.
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Paso 3. Aprenda del propio acto de cerrar un trato
El mundo es un berrinche. Puede verlo con especial acento en estos tiempos en los que los acuerdos comerciales se derrumban con un ladrido, al tiempo que emergen cumbres y reuniones de alto nivel sólo para salir a estrecharse las manos y firmar un acuerdo que nadie sabe a quién ni durante cuánto tiempo beneficiará. Como suele pasar con todo aquello que tenga pies, el interés siempre tendrá tema para un libro. Por ello, al tener un acuerdo enfrente, procure auditar sus “¿Qué quiero?”, “¿Qué no quiero?” y “Las condiciones para esto”. La gente que nació para hacer acuerdos empezó consigo misma y no esperó a que alguien hiciera tratos por ella.
Paso 4. Baje tres rayas a su importancia personal
Si es experto en buscar problemas, trate entonces de buscar una mente que esté la mayor parte del día consigo misma, es decir: atenta. Así aflorarán trasatlánticos para ser estudiados y con los cuales podrá divertirse un buen rato. Uno de ellos –y el más recurrente- es el ego. Piense en toda la energía que invierte diariamente en alimentar su importancia personal y la cantidad de cuidados y retoques que esto demanda. Sin comprometer el importante bastión de la autoestima, aprenda a diferenciarlo del ego y sabrá que ni amigos son y que en la medida en la que hace las paces con la rigidez y la lucha interna del ego, usted realmente descansará, lo que no había podido hacer en mucho tiempo. Después de todo, exagerar es la forma más eficiente de reproducir el ego y de multiplicar sus problemas.
Paso 5. ¿Apaga fuegos?
Usualmente no tenemos tiempo para cerrar este tipo de tratos. No se preocupe, no se requiere demasiadas tablas para alcanzar la posteridad, así que siga en automático e hipoteque su vida a la importante y noble tarea de apagar fuegos. Eventualmente se convertirá en uno de ellos.