Opinión

La columna de Toño Esquinca: saber retirarse

Este movimiento implica una capacidad de reconocimiento y de aceptación de uno mismo, así como una dosis de humildad, y de respeto

La importancia de persistir es tan relevante como la de saber cuándo dejar de resistir, y abordar la retirada. Si su insistencia ha sido en vano, si ya se ha partido la frente de tanto toparse con la misma pared, si vive una y otra vez un mundo tóxico para usted, si las cosas no le inspiran para seguir creciendo, si se siente apagado, si el contexto no representa bienestar, tal vez sea momento de retirarse. Y lo mismo de usted para los otros: si –muy honestamente- usted está siendo nocivo de cualquier manera, si en lugar de aportar resta, demerita, transgrede, obstaculiza, está resentido y expurga su resentimiento haciéndole la vida imposible a los demás, también ha llegado el momento de retirarse.

Este último movimiento es más complicado porque implica tanto una tremenda capacidad de reconocimiento y de aceptación de uno mismo, como una inmensa dosis de humildad, y de respeto; pero así de mayúscula es la recompensa, porque es un acto supremo de madurez, y de la más alta consideración por el prójimo. Hay que saber cuándo la vida nos está apuntando a otros rumbos, a otras latitudes, o a otras maneras de ser, de sentir o de pensar, cuándo es tiempo de cambiar, retirándonos de aquello que ya no es benéfico para nosotros o cuando nosotros ya no somos de beneficio para algo. Saber distinguir entre la obstinación y la permanencia sensata, y también entre la deserción infructuosa y la retirada prudente, es una especie de don o sentido que se adquiere con la sabiduría de las experiencias, y es fundamental para tomar elecciones correctas para cada uno. Retírese si hay demasiados topes, demasiados obstáculos y desarmonía, o como dicen las Enseñanzas de Don Juan, si ese camino no tiene corazón.

Pero con mayor razón: sea lo suficientemente grande como para retirarse cuando en pos de su capricho, está impidiendo la corriente de vida en cualquier manera para que algo sea mejor. Confíe en su sentido interno cuando empuje por tomar la salida, aprenda a desapegarse, a cerrar, a saber irse. A veces, para que nuevas cosas nos aborden, la vida sólo está esperando que nos quitemos del paso, y que nos rindamos al flujo más avenido. Haga un vacío, retírese de lo que lo está estancando, que puede ser su personalidad misma. Retírese de las imágenes petrificadas, de las creencias que lo limitan, de las dependencias que no le dejan ser usted mismo, de su papel de víctima o verdugo, del drama como forma de vida, de los pensamientos nocivos, de las rutinas que le aburren, de las palabras que lastiman, de las fantasías que no se logran, de los hábitos destructivos, de las malas actitudes, de la ignorancia, de las prácticas crueles, del egocentrismo, de las influencias en su perjuicio, de las formas de expresión en detrimento de otros, de la envidia, de la soberbia, de la culpa, de la vergüenza y del rencor.

Regálese el acto del retiro, y verá como descansa de la tensión continua de aferrarse tan arduamente a aquello que ya murió y que probablemente usted aún no se ha dado cuenta; y por supuesto, cómo generará el espacio para que los cambios se sucedan fácilmente y siempre para mejor. 

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

Tags

Lo Último