Lo que no dice (ni hace) un caballero

Si nos ponemos a pensar por un instante que vivimos en una sociedad en la que existe un Donald Trump en potencia por cada persona del sexo masculino

Seguir de cerca las peripecias de los dos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, la demócrata Hillary Clinton y el “republicano” Donald Trump, con éste último convertido en el máximo patán de patanes por su asqueroso comportamiento hacia las mujeres, me lleva a reflexionar que en la actualidad existen muchísimos hombres que a diario conviven a todo nivel con el sexo femenino y, lamentablemente, no todos saben comportarse frente a ellas. Pero peor aún, tampoco manejan conceptos muy honorables cuando se refieren a éstas cuando ninguna de ellas está presente.

Cierto, para bien o para mal los tiempos actuales nos han provisto de un sinfín de circunstancias que nos permiten concluir que hombres y mujeres ya pueden convivir, converger y coexistir con cierto grado de equidad e igualdad. Sin embargo, en la mente de muchos caballeros, me refiero a aquellos de perfil eminentemente machista, todavía no les queda muy claro que uno de los principales ingredientes para aspirar a una convivencia social más o menos adecuada es el respeto, el cual definitivamente no se le puede exigir a un individuo a quien desde la cuna se le inculcaron antivalores que ubican a la mujer como un ser inferior a él en todo sentido.

 Sí, en verdad provoca asco e indignación escuchar hablar a un sujeto como Donald Trump, quien con toda la desfachatez del mundo insulta, denigra, humilla y denuesta a cuanta mujer se cruza por su camino. Pero si nos ponemos a pensar por un instante que vivimos en una sociedad en la que existe un Donald Trump en potencia por cada persona del sexo masculino, al final del día resulta sumamente preocupante que todas las mujeres que forman parte de nuestra cotidianeidad (nuestras madres, tías, abuelas, hermanas, hijas, esposas, novias, amigas, compañeras de trabajo, etcétera) todo el tiempo están corriendo el riesgo de chocar de frente con un sujeto que las va a mirar únicamente como objetos sexuales. ¿Verdad que no es agradable?

 Por eso, es muy importante que todos ustedes, me refiero a todos mis lectores caballeros, sean capaces de recopilar toda la sensibilidad que les permita su concepción para ponerse en los zapatos de las mujeres cada vez que se sientan tentados a maltratar a una, ya sea a través de una acción, a través de una palabra o a través de un pensamiento. Porque, famoso o desconocido, rico o pobre, citadino o provinciano, estudiado o inculto, un hombre acrecienta su valor (el moral, sobre todo) cuando sabe de qué manera tratar a las mujeres, más allá de su propia esposa, sus propias hijas, su propia madre o sus propias amigas. Pensar, actuar y decir de manera apropiada tiene que ir más allá de una mera cuestión de tratar como Dios manda solamente a aquellas féminas con las que se tiene algún vínculo (sanguíneo, emocional, profesional, etcétera); porque en la medida en la que un hombre trate con dignidad y respeto a una mujer desconocida para él, al final del día éste se proyectará como un individuo respetable pero, sobre todo, como alguien a quien se le deberá imitar en su comportamiento.

 Es fácil caer en conductas indebidas cuando estamos conviviendo con nuestros amigos íntimos, abrir la boca de más y decir cosas que pueden lastimar a terceros en un afán de alardear y presumir. Sin embargo, un hombre real, un caballero de verdad, en todo momento tiene conectada la boca con el cerebro y aunque la tentación sea grande, siempre encontrará la mesura que se requiere para demostrar que es un sujeto respetable, ¿no creen?

 Y no olviden que todos los jueves en punto de la medianoche los espero en su programa “Exclusivo Para Hombres”, que se transmite por Telefórmula (121 de Cablevisión y 121 de Sky).

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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