Mariana Gómez del Campo
Las encuestas electorales, así como las de opinión, son un fenómeno importante en la divulgación de noticias en periodos electorales, sin embargo, deben tomarse en cuenta sólo como parámetros no como indicadores infalibles; las encuestas permiten medir el pulso de la opinión pública pero están influidas fuertemente, primero por la metodología bajo la que se construyen y segundo, muchas veces presentan un sesgo por el interés de quien la elabora o de quien las paga.
Por poner algunos ejemplos de la falibilidad de las encuestas, en la elección de 2015 en la Ciudad de México ninguna encuesta reflejaba fielmente las preferencias hacia Morena, terminó ganando más delegaciones y distritos de los que se esperaba. En la elección de gobernadores en 2016, no hubo encuesta que expresara el voto mayoritario por el PAN y sus alianzas, ni anticipaban la debacle del PRI; y si observamos el entorno internacional, la mayor parte de las encuestadoras en Estados Unidos daban a Trump como perdedor.
Esto no quiere decir que no sean herramientas muy útiles pero la opinión pública siempre tendrá una fuerte carga hacia aglutinar visiones individuales que pueden o no ser generalizables. El grupo de indecisos en política cada vez es mayor, el ciudadano está dejando de ver a los partidos para enfocarse en los candidatos.
Las encuestas buscan aproximaciones a las creencias de los ciudadanos capturando las opiniones, percepciones, evaluaciones, actitudes y sus comportamientos; representan una fotografía del momento.
Aún es muy pronto para definir categóricamente las preferencias del elector mexicano de cara a 2018, nos encontramos a la puerta de las elecciones en el Estado de México, uno de los bastiones del PRI, que representa la entidad del país con más electores, con más de 11 millones de ciudadanos inscritos en el padrón electoral; el resultado en la elección del Estado de México marcará una hoja de ruta hacia la elección presidencial de 2018 pues de llegar la alternancia, el PRI tendría un panorama complicado en la elección presidencial por el mensaje enviado como por el ánimo que podría despertar en muchos ciudadanos que hoy no se identifican con algún partido.
Según las encuestas de Parametría y Consulta Mitofsky, el proceso en el Estado de México (sin tener a los candidatos definidos al momento del levantamiento) reflejan un empate técnico en la delantera entre el PAN y Morena. Habrá que esperar los resultados ya que se cuente con candidatos formales. Lo que es una realidad es que esta contienda arranca con un escenario prácticamente a tercios, un contexto muy complejo para el PRI, sobre todo, por lo que representa dicha entidad; la puerta de la alternancia está más abierta que nunca.
PUBLICIDAD
La sociedad mexicana se encuentra en un proceso de maduración democrática, ya no se vota por el partido de siempre, por el de los abuelos o el de tradición. Ahora los mexicanos son más conscientes e informados. A esa responsabilidad ciudadana apelamos los que queremos ver la alternancia y la transición democrática en el Estado de México y la salida del PRI de la Presidencia de la República, más que por un revanchismo político, por el afán de superar cuanto antes el estancamiento y la incapacidad de generar desarrollo.
Es importante que cada vez más ciudadanos se involucren, fundamental que salgan a ejercer su derecho a votar y que más que dejarse llevar por las encuestas de opinión, analicen los perfiles.
Marcela Guerra
Las encuestas son un ejercicio estadístico que busca capturar opiniones, percepciones, evaluaciones, actitudes de las personas en un momento determinado.
Como herramienta de medición, son útiles para conocer preferencias de la gente. Su consistencia radica en el tamaño y características de la muestra a la que se le dirige un cuestionario y también en el rigor metodológico con el que se formulan las preguntas.
Las encuestas que se han publicado recientemente están reflejando lo que la gente piensa en la coyuntura actual, son una fotografía tomada a más de un año de la elección y eso no significa necesariamente que estén prediciendo a ganadores o perdedores, están midiendo aspirantes a candidatos a una elección presidencial y qué tanto son conocidos por la gente, así como la opinión que se tiene de ellos.
Por otra parte, hay que reconocer que las encuestas han fallado en su capacidad de medir tendencias y orientar resultados. Dan cuenta de ello los eventos acontecidos el año anterior como los procesos electorales en 12 entidades federativas en nuestro país; el referéndum sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea; el referéndum en Colombia sobre los Acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC; así como las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Entre las causas que explican lo anterior se encuentran las siguientes: la gente percibe un contexto de incertidumbre y no responde con la verdad; las redes sociales están logrando una heterogeneidad que dificulta la clasificación de las muestras y que pone en jaque la utilización de métodos estadísticos tradicionalmente empleados por los encuestadores para construir la representatividad de las muestras.
En el mismo sentido, tiene un peso importante saber que hay mucha gente que no se contempla en una muestra, pero que se expresa en determinado sentido en una votación presidencial: los que no viven en los centros urbanos o los que no hacen uso de redes sociales, por ejemplo.
Tal como lo estamos viendo, las empresas que se dedican a elaborar encuestas tienen la tarea titánica replantear sus métodos a fin de presentar tendencias que reflejen de manera más precisa la realidad.
Ante tal panorama, los ciudadanos estamos obligados a ser selectivos y responsables.
Sólo cuando hay candidatos postulados y se inicia formalmente la contienda electoral, los encuestados tienen una idea clara de lo que está en juego en cada elección.
Analizar los métodos para lograr lo que cada candidato ofrece en su plataforma se convierte en un elemento fundamental, porque ya no basta con conocer nombres, necesitamos conocer propuestas concretas, perfiles, antecedentes y experiencia previa.
Finalmente es conveniente señalar que no es lo mismo medir aspirantes a candidatos, que candidatos postulados a la presidencia.
La publicación de encuestas presidenciales nos invita al ejercicio de informarnos más acerca de los personajes que están siendo apuntalados por las mismas.