El arte lleva a la estética, la estética lleva a la ética, y la ética lleva al civismo, o sea que todo nuestro comportamiento como ciudadanos y sociedad comienza y termina en una cadena de eslabones importantísimos. Sin civismo no sabemos comportarnos en sociedad, no somos responsables y siempre seremos víctimas. El arte es la materialización suprema del Gran Espíritu en la Tierra. En todas sus formas y manifestaciones el arte mejora y refina la conciencia y ambas se retroalimentan en una espiral interminable. Arte y conciencia son como el ADN para la evolución de todo ser humano y de su entorno.
Este 21 de mayo quiero invitarlos a vivir una experiencia única para uno de los sentidos que llegan más directo al corazón. Los invito no sólo a oír las notas de la música de una magistral orquesta sinfónica ¡en vivo! sino a experimentar con toda la fuerza y la dimensión del sonido. ¿Sabían que hay estudios como el del Dr. Masaru Emoto que revelan cómo es que los sonidos generan formas en las moléculas y por lo tanto en la materia? La música clásica es uno de los géneros que logra hacer figuras geométricas sumamente hermosas y complejas en medios como el agua, así que ¡imagínense la influencia que ésta tiene sobre la sangre, y sobre nuestro cuerpo que es acuoso en ¾ partes! Además, todos lo sabemos porque lo vivimos todos los días, la música nos mueve el corazón, nos puede llevar a conmovernos hasta las lágrimas, o hacia cualquier estado de ánimo.
La música establece una autopista directa entre el corazón y nuestro verdadero Ser, brincando el caos acostumbrado por los pensamientos; por eso es que la música puede abrir grandes puertas y espacios hacia la creatividad y los verdaderos talentos de las personas. Juntos viviremos la magia de una mezcla precisa entre la música de una extraordinaria orquesta sinfónica y el poder de la imaginación: les aseguro que es una combinación que tiene la gracia de transformar vidas. Vamos a sumergirnos en una aventura auditiva pero también de una visualización atenta y para despertar -se los aseguro- a los grandes creadores que las niñas y los niños, y por supuesto, las mamás y los papás de los niños, o cualquier adulto, llevamos dentro. Créanme, el arte en todas sus facetas es una gran medicina; y también es un motor que puede sacarnos adelante en muchos problemas individuales y sociales de maneras más rápidas y efectivas.
Estaré encantado y muy complacido de poder participar en esta experiencia y, sobre todo, de servirles a ustedes con una narración que si bien puede no salir perfecta, sí será hecha con todo el corazón. Los grandotes vamos a volvernos inocentes de nuevo, al menos por un rato, para poder recordar cómo comprender a las niñas y los niños, que a lo mejor no necesitan tanta información, ni pensar como adultos tan temprano, ni tantos aparatos, ni tantas memorizaciones, ni tanta paranoia, ni tantos especialistas, ni tantas medicaciones, ni tanto miedo, ni tantas cosas, sino sencillamente instantes bien compartidos con quienes los aman, estando con ellos conscientes y presentes, conociendo realmente quiénes son, dejándolos ser, pero sin echarlos a perder dándoles todo sin discernimiento, sino con una guía clara de límites y respeto por los demás, sintiendo que pueden ser conducidos y arropados por una autoridad amorosa a la que admiren y que respeten. Los invito a que apaguen sus celulares por un rato, y que juntos hagamos la ocasión este domingo próximo de compartir un instante en presencia total contenidos en una atmósfera propicia para que todos los que estemos ahí brillemos con la tremenda alquimia que el arte puede lograr.
¡Los espero!
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