Opinión

El troyano del gobierno

El PRI-Gobierno no sólo espía a la delincuencia organizada, sino a sus contrincantes políticos como Ricardo Anaya y la prensa incómoda

El espionaje en el gobierno no es nuevo, de hecho todas las naciones hacen uso de diversos sistemas para espiar a enemigos políticos, a la oposición y al crimen. En la mayoría de los casos, los gobiernos necesitan espiar por motivos de seguridad nacional. Pero en México, el espionaje es tan escandaloso e impune que rebasa cualquier lógica.

Aquí, el PRI-Gobierno no sólo espía a la delincuencia organizada sino a sus contrincantes políticos como Ricardo Anaya y la prensa incómoda, a los activistas sociales que sin descanso han revelado diversos escándalos de corrupción en el gabinete de la actual administración de Enrique Peña Nieto o algún conflicto de intereses. Aquí el PRI-Gobierno espía ilegalmente y disimula que no lo hace, al fin que es casi imposible que se pueda rastrear el origen de esta práctica.

Lo peor es que espía para proteger sus intereses y no para velar por los intereses de la nación, de los ciudadanos, espía a sus críticos a los periodistas y activistas. Ellos sufren amenazas de diversos enemigos, como gobiernos corruptos o del crimen, pero eso al gobierno no le importa, lo que realmente es su prioridad es obtener información “sensible” para chantajear, para corromper. Así se las gasta el gobierno.
Apenas el lunes 19 pasado se cumplió un mes del cobarde crimen de Javier Valdez y el gobierno nada más no tiene pistas, sigue líneas de investigación elementales, pero ningún avance concreto, ningún criminal detenido por este asesinato, nada, al igual que ocurre con el resto de los 36 periodistas asesinados en el sexenio de Peña Nieto.

Tan solo en lo que va del año, siete periodistas han sido asesinados en el país. En los primeros cinco meses de este año suman los mismos comunicadores “silenciados” en todo 2015. El año pasado ha sido el peor con 11 asesinatos contra periodistas. ¿Y donde está el gobierno priista de Peña Nieto? Tratando de espiar a otros comunicadores con gran influencia en el país y fuera de él, como Carmen Aristegui, despedida de MVS tras revelar el escándalo de la Casa Blanca, adquirida en cómodas mensualidades por su esposa Angélica Rivera a un contratista amigo de su esposo.

Según cifras de la Fiscalía para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión, entre julio de 2010 y el 31 de diciembre de 2016 se registraron 798 denuncias por agresiones contra periodistas, de las cuales sólo ha habido una condena, en 2012, y otras dos en 2016, lo que representa una impunidad de 99.7 por ciento.

Genaro Villamil enumera tres causas por las cuales en México los asesinatos de periodistas tienen un triple propósito: eliminar físicamente al informador incómodo que ventila y documenta actos mafiosos del poder político con el crimen organizado; intimidar a otros colegas del gremio para establecer un mecanismo de autocensura, y afectar el derecho de la sociedad de informarse.

El 15 de junio pasado, Álvaro Delgado ,periodista de Proceso, hizo un reclamo de frente a Peña Nieto en su casa, en Los Pinos: “Basta de sangre, rectifique presidente”, acompañado de hashtag #NiUnoMás. Sin embargo, justo en el momento de la protesta, la transmisión del evento comenzó a fallar, curioso lo que hace la Presidencia para evitar manchar, aún más, la imagen del PRI-Gobierno, cuando se trata de una mancha más al tigre.

Días después, The New York Times publicó un reportaje sobre el espionaje del gobierno mexicano contra periodistas y activistas sociales y la percepción de seguridad que se intenta imponer en el colectivo se vuelve a desinflar y, por consiguiente, se reaviva el enojo social, que para nuestros funcionarios del gabinete no tiene razón de ser.

Y mientras el gobierno de Peña Nieto quiere ocultar y negar lo imposible, aquí presento una lista:

Jaime González Domínguez, Daniel Martínez Bazaldúa, Alberto López Bello, Mario Ricardo Chávez Jorge, Gregorio Jiménez, Nolberto Herrera, Octavio Rojas, Atilano Román, María del Rosario Fuentes, Antonio Gamboa.

Moisés Sánchez, Abel Bautista, Armando Saldaña, Gerardo Nieto, Juan Mendoza, Filadelfo Sánchez, Rubén Espinosa, Juan Sánchez Cabrera, Anabel Flores, Marcos Hernández.

Moisés Dagdud Lutzow, Francisco Pacheco, Manuel Torres González, Elidio Ramos, Salvador Olmos García, Pedro Tamayo, Agustín Pavia Pavia, Aurelio Cabrera, Adrián Rodríguez, Cecilio Pineda.

Ricardo Monlui, Miroslava Breach, Maximino Rodríguez, Filiberto Álvarez, Javier Valdez y Jonathan Rodríguez Córdova.

Estos son los nombres de los 36 periodistas asesinados en la actual administración y cuyos crímenes están impunes. A pesar de su demagogia, de sus decálogos para evitar ataques contra periodistas y sus “buenas intenciones”, los hechos lo contradicen. ¿No se cansan de sus mentiras y de su doble discurso? ¿Qué mensaje le manda a sus familias, al gremio, a la sociedad? Seguramente no hará nada porque los está espiando.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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