Opinión

Al siguiente nivel

Es tiempo de dejar atrás concepciones como la del ser humano poca cosa, indefenso, malo por naturaleza, con una nula capacidad para moldear la realidad, y aplastado en la última capa de la creación

Cuando hacemos plegarias y pensamos en los ángeles o en un ser supremo, tendemos a creer que nuestra condición de humanos por definición nos coloca en un estado inferior o menos valioso. Los nuevos conceptos de la mecánica cuántica describen al Universo más como un holograma, es decir, un holos = todo, que una fisicalidad pura separada entre sí y sólo unida por fuerzas como la de gravedad.

Si esto es verdad, entonces la vida como unidad nos habla de una versión como un mismo ser que compartimos también con lo supremo, lo invisible, lo sutil.

No sólo tenemos una componente animal y salvaje, también somos la inteligencia superior, y ella es nosotros, lo que nos empuja a volver a definir conceptos viejos para entrar a maneras nuevas y muy necesarias no sólo de supervivencia, sino para hacer de la vida un escenario en donde muchas cosas, principalmente las más sublimes, puedan hacerse realidad para todos.

Aunque escasas veces nos demos cuenta, poco a poco son más las manifestaciones de las sociedades que procuran el bienestar común para el bienestar individual, y viceversa. No es gratuito que cada vez más existan agrupaciones de la sociedad civil que buscan sacudir a los sectores que han sido desatendidos, que encaminan causas para mejorar las condiciones de muchas personas, que tocan temas escondidos por centurias para sacarlos a la salud de la luz y, sobre todo, que a través de la acción transforman consciencias y realidades.

De alguna forma, pensar en que como humanos también poseemos las cualidades de lo divino, o supremo, nos habilita o al menos va ejercitando nuestro músculo como creadores, para rediseñar la realidad que hemos creado y que parece que está caducando por la poca sustentabilidad que tiene a todos niveles. Tal vez sea de gran ayuda que invoquemos esta parte de y en cada uno, pues si es cierto que nada está separado, y que -como las células del cuerpo- somos un mismo ser que se interrelaciona íntimamente, entonces podemos ser de mucha ayuda y también recibimos mucha ayuda.

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Es tiempo de dejar atrás concepciones como la del ser humano poca cosa, indefenso, malo por naturaleza, con una nula capacidad para moldear la realidad, y aplastado en la última capa de la creación, porque además de estar cargada de nociones falsas, nos condiciona a estar creando lo mismo una y otra vez, y alimenta la vergüenza por ser humanos, y desde ahí ¿quién es capaz de cambiar algo? Ahora sería un excelente momento de concebirnos como seres cósmicos o de naturaleza espiritual experimentando la vida material; como valientes almas que se animaron a hacerlo, y como avatares de un potencial escondido que de la mano con las elecciones conscientes que tomamos se va materializando sin esfuerzo para esculpir escenarios más benignos y alineados con las leyes de la naturaleza.

Cuando de verdad en un ejercicio muy genuino somos capaces de concebirnos como un solo ser, por añadidura cooperamos, cuidamos y procuramos a los demás, conocidos o desconocidos, amigos o enemigos, y es entonces que damos el paso verdadero para sanear las dolencias personales y colectivas.

Antes de eso, las soluciones son por encima, de corto alcance y temporales, y sobre todo tremendamente inconscientes. Parece que las circunstancias nos hablan de que ya debemos estar listos para pasar a un siguiente capítulo ¿no cree usted?

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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