Amor 3.0

Para bien o para mal la modernidad que se vive en sociedades occidentales como la nuestra ha terminado por permear profundamente en nuestro comportamiento cotidiano

A pesar de que vivimos en un mundo exageradamente moderno y tecnificado, con la Internet y las redes sociales aparentemente trabajando todo el tiempo a nuestro favor para que estemos estrechamente vinculados con millones de personas que justo en estos momentos se encuentran al otro lado del planeta, lo cierto es que las computadoras, los teléfonos inteligentes, las tablets y demás gadgets tecnológicos al tiempo que ofrecen un sinfín de ventajas también nos presentan innumerables desventajas sobre todo cuando nos referimos a las relaciones de pareja.

Sí, la verdad es que es muy emocionante que repentinamente una mujer que se encuentra, por ejemplo, en México, de un día para otro haga conexión con un hombre que radica en Australia y que al cabo de dos o tres meses de conversación cibernética, toneladas de correos electrónicos y algunos videochats decidan que están profundamente enamorados el uno del otro y que ya es momento de conocerse en persona para, al cabo de un par de semanas, determinen que lo más adecuado para ambos es contraer matrimonio… ¡qué locura!

Sin embargo, nos guste o no, este tipo de dinámicas son tan posibles como comunes en pleno Siglo XXI, con hombres y mujeres rediseñando sus relaciones de pareja a grado tal que las prácticas de conquista, cortejo y seducción de los años sesentas, setentas e incluso ochentas les resultan sumamente obsoletas, aburridas y hasta aburridas. Y si no, los invito a realizar el siguiente simple ejercicio: Consulten entre todos sus amigos y conocidos quienes todavía salen los fines de semana a algún bar, a alguna galería o de perdida al súper ha hacer sus compras con la finalidad de poder ligarse a alguien del sexo opuesto. Seguramente muchos de ustedes obtendrán como respuesta sonoras carcajadas, irónicas burlas e incluso gestos de “¿de qué diablos me estás hablando?”.

Para bien o para mal la modernidad que se vive en sociedades occidentales como la nuestra ha terminado por permear profundamente en nuestro comportamiento cotidiano. Estamos tan vinculados con millones de personas de todas partes del mundo, a través de la tecnología, que ya nos acostumbramos a la frialdad de un monitor de computadora encendido y millones de palabras (muchas veces sin emoción y muchas otras veces también falsas) surgiendo incesantemente, que palidecemos al menor pensamiento de intentar poner un pie a la calle para salir al encuentro de una persona desconocida por el mero gusto de simplemente socializar. Ahora lo que se acostumbra es enamorarnos y desenamorarnos vía chat, WhatsApp, con likes y tuits. Por muy complicado que les pueda resultar de entender, les comento que conozco a personas que se mueren de amor por alguien más ¡¡¡Y JAMÁS LES HAN VISTO EN PERSONA!!!

Y a todo esto, ¿cómo consideramos el actual status que nos controla socialmente? ¿Se trata ya de un proceso psicosocial permanente o simplemente es una moda (que, por cierto, ya no tiene nada de pasajera) o tendencia que eventualmente sucumbirá ante una nueva y extraña forma de vincularnos emocionalmente? Para aquellos a los que todavía nos gustan las cosas a la antigüita, lo mejor siempre será hacer las cosas con calidez humana y dejar a la tecnología en su justa dimensión, para que ésta no nos supere y se quede donde siempre ha debido estar: muy a la mano, como una útil herramienta que llegó para hacernos la vida más sencilla. Pero nada más.

Y no olviden que todos jueves a punto de la medianoche y los domingos a la 1:00 de la madrugada los espero en su programa “Exclusivo Para Hombres”, que se transmite por Telefórmula (por favor chequen su sistema de cable preferido para verificar nomenclatura del canal).

E-mail: yazminalessandrini@yahoo.com.mx Twitter: @yalessandrini1

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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