Hace unos días el Master Chomsky dio una maravillosa plática en estas tierras. Este genio moderno es matemático, politólogo y especialista en el lenguaje… él ha hecho grandes investigaciones y disertaciones de los límites de nuestra comunicación. Desde refranes hasta dicharachos
Algunos de estos dichos, son más antiguos de lo que imaginas, por ejemplo: “Dormirse en los laureles”. En Roma, cuando se coronaba a un general, pretor o cónsul, después de una victoria se le festejaba un triunfo. Y le colocaban guirnaldas de laureles. Sin embargo, estos debían agachar levemente su cabeza, por lo que daba la impresión de estar descansando sobre los laureles de la gloria. “Salvarse por un pelo”: antiguamente los marineros, cuando caían al agua, normalmente eran agarrados y subidos de los pelos. Por esta razón solían dejarse el cabello lo más largo posible, el cual, al hundirse el cuerpo, quedaba flotando. “Me lo contó un pajarito”: en Grecia y Roma pensaban que como las aves poseían el don del vuelo también lo tenían de la percepción y, por ello, cuando se acerca una tormenta los primeros en evacuar son los pajarillos de la zona. Sí que lo romanos pensaron que predecían el futuro. De hecho, hay un rito de los augurios, donde se intentaba predecir el futuro, que se basaba en observar el vuelo de los pájaros, al igual que lo hicieran Rómulo y Remo esperando ver 12 pájaros para fundar Roma. Hagan de cuenta aquí el águila devorando la serpiente. De aquí que el dicho “me lo contó un pajarito” signifique que nos enteramos de algo misteriosamente. “Tirar la casa por la ventana”.
Esto data del siglo XIX, cuando alguien ganaba la Lotería Nacional de España se estilaba a que los amigos y familiares del afortunado fueran a su casa y, literalmente, arrojaran todas sus cosas por la ventana. “No saber ni J”: la J es una letra que viene del idioma hebreo. En su forma escrita esta letra es la más chica de todas, por lo que “no saber ni J” significa no saber ni lo más mínimo. “Cargar con el muertito”: otra de las usadas incluso en la actualidad, pero surge en varios territorios de la época medieval donde existía una ley que decía que “cuando no se podía hallar al asesino de un cadáver encontrado, los pobladores del pueblo al que pertenecía dicha persona debían pagar una multa conjunta”. Como a nadie, de la época que sea, le gusta pagar impuestos… los pobladores al encontrar un cadáver se apuraban a cargarlo, y de común acuerdo, transportarlo y arrojarlo en un poblado vecino para salvarse de la multa. Que cábulas!!! “Vérselas negras”: cuando se ocupaba un cargo público o como se dice ahora ¡conseguir un hueso!, en la Grecia pre- edad Dorada los ciudadanos debían recurrir a un llamativo sistema de elección al azar. Metían la mano en una bolsa y sacaban de ella un pedazo pintado de madera. La mayoría de los pedazos eran negros mientras que algunos, los que representaban a los elegidos, eran blancos. De aquí viene el dicho.
Por lo menos no los mandaban a conseguir 900 mil firmas!!! “El chivo expiatorio”: esta expresión viene del mundo antiguo y se refiere a una práctica ritual de los antiguos judíos, en la que el rabino elegía dos machos cabríos de un rebaño y, echándolo a la suerte, escogía a uno para ser sacrificado y llevarse con él los pecados del pueblo. “Brillar por su ausencia”: proviene de los funerales romanos donde solían exhibir las figuras de los antepasados como señal del linaje. Durante la honra fúnebre a Junia, familiar de dos de los conspiradores que asesinaron a César: Casio y Bruto, como eran impresentables, evidentemente las efigies de estos dos asesinos no estaban presentes. Esto era la comidilla de los presentes quienes chismorreaban al respecto; sin embargo, el que puso de moda la frase fue el poeta André de Chenier, más de mil años o sea unos cuantos siglos después.
“Empezar con el pie derecho”: viene de los rituales paganos, muchos de los cuales primero eran prohibidos por los primeros cristianos después terminar para adoptándolos y sacralizándolos… pero todo se remite a que al subir al altar, era norma dar el primer paso largo y con la pierna derecha. Esto significaba “un buen augurio y marcaba que los dioses estarían a favor de los asistentes”.
“Poner las manos en el fuego”: yo, por ejemplo, ya no las meto por nadie, muchos en quienes confiaba resultaron puro pájaro nalgón. En los antiguos pueblos paganos de la Germania existía la costumbre de realizar juicios ante los dioses cuando surgía un litigio entre dos personas. Lo más común para cerciorarse de que esta persona decía la verdad, era ponerle un fierro caliente en sus manos o alguna otra parte del cuerpo (sin albur).
LO QUE CALIENTA
• ¡Ya se armó la gorda! Aunque la primera imagen que nos viene a la cabeza es una mujerzota tomando un cuerno de chivo, el origen de esta frase es totalmente diferente. La Gorda era el nombre con el que los andaluces conocieron a la Revolución española de 1868, que puso en tela de juicio el reinado de Isabel II. Hubo muchos intentos de levantamiento, pero sólo la Gran Revolución, La Gorda, fue capaz de tumbar al régimen monárquico.
• “Sepa la bola” surgió durante la Revolución mexicana. Porque el grosso de los levantados era muy heterogéneo, había de todo: campesinos, mujeres encabritadas, militares… A este grupo tan dispar se le conocía como “la bola”, una bola de gente bien diferente que lo único que tenía en común era querer tirar la dictadura de Porfirio Díaz (don Porfis, pa’ los cuates). Cuando había destrozos o saqueos y no había a quién echarle la culpa, la gente simplemente decía que había sido “la bola”.
• “La tercera es la vencida”. Del origen de esta frase, existen dos teorías: la primera es en la lucha cuerpo a cuerpo, donde al derribar tres veces al oponente, te otorgaba la victoria ( y no era una chela).
LO CHIDO
• “Un ojo al gato y otro al garabato”. Pensemos… en los viejos tiempos no habían refris. ¿Cómo conservaba la gente sus alimentos frescos? En el caso de las carnes, se preparaban embutidos que aguantaban más y los colgaban en fierros conocidos como “garabatos”. La mayoría de las casas contaban con, al menos, un gato, que era la manera más sencilla de mantener a raya a los ratones. Sin embargo, los felinos solían treparse a los garabatos para atascarse los chorizos de la casa, por lo que había que estar con un ojo al gato y otro al garabato.
• “Andar hecho la mocha”. Los ferrocarriles acababan de llegar a México… eran enormes e imponentes, pero quien diga que el tamaño no importa está muy equivocado. Su peso era su talón de Aquiles, que las hacía lentas e imprácticas. Luego, llegaron las más pequeñas, mucho más rápidas. Estas locomotoras eran vistas como“mochas”, por no arrastrar la misma cantidad de vagones. Y dieron origen a la frase “ir hecho la mocha”, o sea, ir de prisa.
• “¡École cua!”… leí en redes: “Sabes que eres barrio y retro cuando en lugar de decir ‘¡exacto!’ dices ‘¡école cua!’, PUM”. Aunque les suene ñero este conjunto de palabras tiene un origen culto. De origen italiano, es la mexicanización de la expresión “eccolo qua”, traducido es algo parecido a “aquí está”.
PARA PENSARLE
“Darle vuelo a la hilacha”, ésta la usaban mucho mis abuelos y la verdad me encanta. Aunque lo que ahora es gozo, para mi abuela significaba que alguien andaba en malos pasos. Y después agregaba: “el que no quiera bultos que no salga de noche”. La RAE traduce “hilacha” como “residuo o vestigio”. Entonces esto significa que si andamos en malos pasos en la vida loca terminaremos como hilachas o piltrafas humanas. Ora bien, una frase prima lejana de ésta es “irse como hilo de media”. O dejarse ir como chivo en cristalería. O como gorda en tobogán (aunque éstas es discriminatoria). Y eso es que actuamos sin prudencia.
Vámonos al medievo: “Dar gato por liebre” es una frase muy utilizada en la literatura del Siglo de Oro en España. Quevedo se daba vuelo utilizándola. Y así como ahora casi aseguramos que los tacos afuera del metro son de SUAperro, o que nos dan carne de caballo en lugar de res; en aquellas épocas las hospederías o mesones, solían cambiar la carne de conejo por la del gato de casa. De ahí que antes de empezar el servicio se desfilaba con las diversas viandas y al final el gato encerrado en una jaula. Además, algunas veces recitaban lo siguiente: “si eres cabrito, mantente frito; si eres gato, salta al plato”. Y como la carne nunca saltaba, se daba por sentado que no era carne de gato. Y esto era literalmente: “Poner los puntos sobre las íes”, frase que data del siglo XVI, cuando aún se usaban caracteres góticos para la escritura de la lengua española y donde la letra “i” no contaba con el punto que hoy lleva y cuando se escribían dos “i” seguidas, era muy fácil que se confundiera con la letra “u”.