Opinión

En la Esquinca de dos calles: Servir para sentir

Si supiéramos cuan satisfactorio realmente es poder servir a los demás y al mundo, iríamos cambiando los medios por los que obtenemos placer

Abracemos este año con lo mejor que tenemos: el poder de nuestra conciencia. Un simple cambio en la postura mental puede hacer la gran diferencia. Si supiéramos cuan satisfactorio realmente es poder servir a los demás y al mundo, iríamos cambiando los medios por los que obtenemos placer.

Un nuevo comienzo siempre puede ser el pretexto perfecto para implementar nuevas formas de vivir y, si es posible, maneras que nos permitan evolucionar nuestras creencias para dar paso a lo que la vida anhela que sigamos aprendiendo.

Entre más crecida y madura es una mentalidad, esta es más autónoma, responsable, y con más capacidad de pasar del egocentrismo al altruismo. No es que una actitud sea mejor que la otra, simplemente son movimientos distintos: mientras que uno se contrae el otro se expande, por lo tanto es una elección personal el cómo queremos vivir y sentirnos, si contraídos o expandidos.

Servir es un movimiento expansivo y al mismo tiempo nos trae de vuelta al centro del Ser con todo el regalo que aporta el haber creado un momento feliz, placentero, grato, o de bienestar para alguien.

Si no tiene usted muy ejercitado el músculo del servicio, comience por los seres que más le importan: escuchándolos más, estando más presente para ellos, y luego apoyándolos en lo que soliciten de usted.

Después pruebe extender esta capacidad hacia quienes sean sólo conocidos para finalmente pasar a quienes ni siquiera conoce y que no representan en su vida algo significativo. Cuando esta última línea se cruza es que estamos hablando del servicio en su más pura expresión y de lo más cercano al concepto de amor sin condiciones.

Moverse en este ámbito es prácticamente como cambiar de dimensión dentro de esta misma realidad y representa una de los más grandes canales de gozo para el ser humano. Traspasar el túnel de una mente infantil atrapada en un cuerpo adulto puede ser gran reto pero sin duda es el puente más efectivo para el crecimiento y por ende para el más elevado nivel de satisfacción.

Consciente o inconscientemente aquellas personas que devotamente se dedican a servir a los demás y cuya mente está propensa y lista para ofrecer lo mejor de sí a través del servicio, ya han abierto sus posibilidades de felicidad, pues han dejado de depender tanto de los objetos, las posesiones materiales, los niveles de poder, las escalas de prestigio, los estigmas y roles sociales, y cualquier cosa que puede perderse súbitamente de un momento a otro.

Aquél dicho de que no importa lo que ocurre al exterior sino cómo lo vivimos al interior, refleja también esta idea de la actitud interna, es decir, de cómo vemos, vivimos y servimos al mundo.

En constraste, entre más desapegados estamos de aquello que cambia para dar paso al flujo de una actitud mental abierta, flexible y libre, podemos contar con más opciones de plenitud.

Es increíble lo que se siente por ejemplo provocar una sonrisa en alguien que ha sufrido por mucho tiempo, en comparación con cualquier otro satisfactor que normalmente consideramos como indispensable. No olvidemos nunca que el amor es nuestro origen y destino, y que entre nosotros y el amor existe una palabra clave: el servicio desinteresado.

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