Opinión

Nuestros viejos

El muy acelerado ritmo de las innovaciones tecnológicas silenciosamente ha rezagado a las generaciones en las que el cambio iba más lento

Una sociedad que no reconoce, honra y aprende de sus viejos está condenada a funcionar sin sabiduría y por lo tanto a las nefastas consecuencias de la ignorancia. El muy acelerado ritmo de las innovaciones tecnológicas silenciosamente ha rezagado a las generaciones en las que el cambio iba más lento. ¿Se ha dado cuenta de cuántas cosas ya tienen que hacerse a través de internet o de las redes sociales, y cuánto de esto está adaptado para las personas que rebasan cierta edad? Es natural que la tecnología busque facilitar y simplificar la vida del ser humano, pero esto tiene una gran trampa si es que no se adapta a las necesidades de segmentos tan importantes como el de los adultos mayores.

Es muy fácil ir migrando de una generación tecnológica a otra, lo complicado es buscar que funcione para todos. Si bien hay una evolución natural en donde los más jóvenes van tomando el liderazgo, cuando estos omiten que hubo quienes les precedieron y les abrieron el camino, pierden toda su fuerza y el valor de la experiencia. Pasa exactamente como si un cuerpo funcionara sólo con el tronco: sin piernas ni cabeza. Una sociedad opera como un organismo interdependiente, por eso es absurdo y muy peligroso hacer como si sólo existiera una parte de ella.

El sonado concepto Socialmente Responsable debe también asegurarse de que estén incluidos aquellos que trabajaron por las cosas de las que podemos gozar ahora. Los proveedores de servicios y productos de primera necesidad tendrían que invertir mucho más en programas de información, capacitación y entrenamiento para adultos mayores. Con verdaderas ganas y conciencia inclusiva podríamos ser mucho más fuertes como sociedad al integrar a todas sus facciones. Cada uno de nosotros tan solo por gratitud tendríamos que ocuparnos más. ¿Ha reparado en cuánto tiempo dedica usted a pasar tiempo de calidad con sus viejos? ¿Cuándo fue la última vez que les escuchó con atención e interés? ¿Cuándo tuvieron algo que hacer juntos que no se tratara de medicinas o doctores? ¿Cuándo les explicó cómo funcionan los nuevos aparatos y cómo pueden acceder a las nuevas formas de hacer el banco, los pagos, los trámites? Tal vez si les escuchara más atentamente se daría cuenta de que su biografía tiene todo que ver con la de ellos, y eso en donde usted se cree tan original, ya es cuento conocido por alguien que sabe bien en dónde acaba.

La sabiduría que viene de los ancianos y de los ancestros de nuestro árbol familiar y social encierra un enorme poder si queremos verlo y tomarlo. Las dos puntas del tejido de la sociedad: niños y adultos en plenitud resultan ser los dos bastiones para caminar armónicamente y es prácticamente imposible mantener el equilibrio sin atender ambas. En algunos países por ejemplo se están experimentando los espacios en donde los abuelos y nietos establecen un lazo de aprendizaje y guía en común con maravillosos resultados. Las oportunidades de convivencia, de trabajo, de comunicación y de interacción pueden y deben ir más allá de ver a los adultos mayores desde un aspecto desfavorecido, desprovisto o carente de las bondades de la juventud.

Muy al contrario, deben encontrarse con nuestra tremenda sed y necesidad de los productos de su experiencia y su sabiduría. Una sociedad que presuma de ser cada vez más inclusiva debe integrarles por completo como parte de su motor y no sólo como una carga. Como en los ciclos naturales de la tierra y de la siembra, de este modo también se reintegra y se cierra de forma armónica un circuito de agradecimiento para que el suelo nuevo pueda estar bien nutrido y así dar pie a mejores generaciones.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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