Opinión

Identidad

Entendamos al otro, al ser querido, al compañero de salón, de oficina, al enemigo, a los conocidos y desconocidos, como parte de ese Ser Divino

Y si en lugar de voltear al cielo en busca de respuestas a las plegarias, y si en lugar de buscar a Dios en un lugar distante, y si en lugar de verlo como a un ser alejado, familiar pero ajeno, suficientemente lejos como para no escuchar o no solucionar las cosas como las arreglaríamos desde nuestra perspectiva humana. Y si en lugar de tomarlo por un camino u otro, lo o la contempláramos aquí, allá, arriba, abajo, dentro, fuera, por todas partes. Si en lugar de humanizarlo tanto lo naturalizamos más, y lo traemos a la respiración, a cada una de las células, a la fuerza del torrente sanguíneo, al bombeo del corazón, a las moléculas y átomos, al espacio vacío de todo cuanto es y existe.

Y no sólo como el creador, sino como ella/él viviéndose, experimentándose, recreándose a sí mismo/a. Un poco más cercana a las visiones de pueblos originarios del mundo, esta manera de concebir, y más allá: de experimentar a Dios/Diosa, todo lo que Es y existe, nos ofrece la oportunidad de sentirnos parte de lo Divino, y como tal, extensiones todos de la vida, de ida y retorno, sin cortes ni segmentos, y sin necesidad de ser dogmáticos con una u otra creencias, sino prácticos a la hora del vivir. No nos vayamos tan lejos cuando pidamos o pensemos en lo Divino, mejor aprendamos a apropiarlo por convicción, por aprecio y valor por la vida.

Entendamos al otro, al ser querido, al compañero de salón, de oficina, al enemigo, a los conocidos y desconocidos, como parte de ese Ser Divino. Amemos a la naturaleza como ese Ser Divino, procurándola, realizando prácticas que la conserven y generen más vida, respetando los ecosistemas, cuidando a todos los reinos, honrándola como el sustento de nuestra casa. Amémonos a nosotros mismos, cuidando del cuerpo, de la mente y del alma, recordemos que no sólo somos un cuerpo físico, y que aunque este se lleve todas las coronas y la atención, sin los otros dos cuerpos se pierde todo el equilibrio. Amémonos durmiendo bien, soñando bien, comiendo bien, aseándonos bien, acicalándonos y arreglándonos bien, vinculándonos bien, regalándonos el ejercicio de amar. Una muy efectiva manera de orar es haciendo realidad aquello que queremos para nuestra vida, porque es darle vida con la fuerza y el poder de nuestro pensamiento dirigido y de nuestras acciones.

Permanecer en estado de alerta a aquello que ocurre alrededor y alinearse al principio universal de bondad es una forma meditativa en acción, y una forma de abrirle el paso a que eso que deseamos, suceda. Dios/Diosa puede vivirse como ese mecanismo inteligente que genera las ocurrencias y las coincidencias, incluso las coincidencias de las no coincidencias, y que hace que aquello que es posible se realice. ¿Y si en lugar de concebirla como un concepto que se encuentra sólo cuando somos exageradamente buenos, beatos, y santos, o cuando necesitamos un milagro, y nos acostumbramos a ser parte de él/ella, para hacer de nuestras creaciones en todos los aspectos una extensión de esa Divinidad?

Tal vez sea tiempo de comenzar a dejar los intermediaros, las traducciones y las instrucciones como el fin. Tal vez sea buen momento de abandonar la ayuda de las creencias abigarradas y dejarlas fluir un poco más. Tal vez sea tiempo de dejar los flotadores y comenzar a nadar en el Divino universo de una realidad consciente de sí misma, de un Dios/Diosa que sabe quién es, y de un ser humano que ha reencontrado su identidad Divina. Tal vez.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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