Un sector crucial para el desarrollo de cualquier país, pero especialmente uno que esté pegado al mayor mercado del mundo, es la energía eléctrica. Los últimos días han estado especialmente movidos, entre marchas, ascenso de la delincuencia, porros, etc., pero una sacudida tremenda fue recordar que los mexicanos, ya sea en sus negocios o en sus hogares, pagamos un muy alto costo por la energía eléctrica.
Si lee Publimetro en el tránsito, levante un momento el rostro. Vea hacia la calle, y entenderá por qué cuando alguien paga la luz, paga algo que es de caro, carísimo. Vea el puesto de tacos, el de chicles, o el amigo aquél que sólo quiere cargar su celular. Miles, cientos de miles, millones de tomas clandestinas se repiten por toda la ciudad, zona metropolitana, país. Y esa luz la tiene que pagar alguien.
El domingo, Reforma hizo saber que tras el incremento de los últimos meses al costo de energía eléctrica, la electricidad es ahora 77% más cara que en Estados Unidos. Esto, en hora pico. La Comisión Federal de Electricidad ha insistido al sector privado que todo lo que tiene que hacer es dejar procesos de alto consumo para horas donde el kilowatt hora es más barato. Los industriales reportan que esto no siempre es posible, aunque consiguen hacerlo.
El reporte de la costosa electricidad en México no es nuevo. La noticia es que empeoró. Ya a principios del sexenio de Peña Nieto un reporte de Merryl Lynch y el Bank of America había advertido que la electricidad es más cara que en Norteamérica o Asia, sólo superada por algunos países europeos.
No sólo el sector privado paga más por la electricidad. La electricidad residencial también es cara. Aquí lo que ocurre es que en la mayoría de los hogares mexicanos, el costo de la electricidad se subsidia, y por eso el consumidor promedio no lo percibe. Pero sin este subsidio, el costo real de la electricidad es el más caro de la OCDE.
Hay una serie de ineficiencias que son ampliamente conocidas, pero vale la pena recordar, si queremos que este sector estratégico pueda aportar al desarrollo del país. Una ya la dijimos, y es que el robo de energía es recurrente.
Otra razón es que la Comisión Federal de Electricidad ha sido vista como un bastión político. Ya se sabe que las administraciones federales dejan gente capaz en sectores estratégicos, como Hacienda, y luego todo lo demás se reparte con criterios políticos. Hacienda está blindada, y el perfil de las personas que han tomado ese puesto, simpáticas o no, parece irreprochable en las décadas recientes.
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Pero a Educación se puede mandar a alguien sin experiencia ni credenciales, o a Comunicaciones y Transportes, o a Desarrollo Social. Son carteras que se dan a los políticos, en la creencia que ahí no hace falta mayor experiencia o formación específicas. Y CFE ha sido dada a políticos que no entienden ni el watt por lo redondo. Y así seguimos. Si no le entienden, no pueden solucionar nada. Pero a los gobiernos recientes no les ha interesado CFE, incluyendo el que inicia pronto.
Una tercera razón es que los consumidores simplemente no sabemos qué hacer. Un grupo de especialistas del Programa de Energía Sostenible de la Universidad de Stanford, Frank Wolak, Mark Thurber, Ognen Stojanovski y Gordon Leslie, probaron esta hipótesis en consumidores residenciales.
Visitaron los hogares y, con ayuda de una tableta digital, mostraron a las personas cómo pueden ahorrar dinero en su recibo de luz. Y así fue. Las personas aprendieron y ahorraron. Pero esto se hizo hace un par de años en Puebla, no en todo el país. Mucho podríamos ahorrar si la CFE nos orienta de una manera que todos aprendamos, cómo ahorrar energía.